El ceño ligeramente fruncido y los labios apretados denotaban su concentración; un par de trazos más y sonrió. Su obra de arte estaba terminada.
—Eivan— llamó a su modelo; —Eivan—, repitió al ver que no se movía.
Adam bajó del banco y se alejó del caballete para aproximarse al muchacho moreno que yacía en una incómoda posición a algunos metros de él en una silla de madera.
—Eivan— le habló y lo sacudió suavemente.
—¿Eh?— pareció más un sonido gutural del de cabello azabache, quien se frotó los ojos con el dorso de la mano.
—He finalizado, ya puedes ir a cambiarte.
Debido a la próxima línea de ropa primaveral que la firma de "Ramses y Roxanne" lanzaría, tanto Edmundo como Adam debían terminar con cientos de bocetos, y él había tenido la genial idea de pedirle a su novio que modelara, aunque este se quedara dormido durante la última hora que tardaba en "afinar los detalles"; si era un boceto Eivan seguía sin entender porqué tardaba tanto.
—Bien, no me demoraré más de cinco minutos y luego podremos ir por el regalo— sonrió y luego le plantó un beso en la nariz a Adam antes de salir disparado a los vestidores.
El rostro de chico se iluminó, adoraba las demostraciones de afecto de Eivan.
...
Soltó un suspiro y luego asintió; todas las especificaciones que Roxanne le había dado le parecían confusas, pero aún así debía hacer su trabajo.
—Claro; la próxima semana sin falta te haré llegar el portafolio— explicó Edmundo.
—Eso sería perfecto; así si son necesarias algunas correcciones aún habrá tiempo— sentenció la rubia al otro lado de la línea.
"Algunas correcciones", cómo quisiera Edmundo que esas palabras fueran ciertas, ya que para Roxanne "algunas" no significaba exactamente algo que se pudiera contar sólo con los dedos de las manos.
Se despidió y cortó la llamada, luego aventó el teléfono inalámbrico en el sofá individual mientras se desparramaba en el más grande. Definitivamente adoraba su trabajo, pero aborrecía lo detallista y caprichosa que podía llegar a ser su jefa: Roxanne.
De repente alguien llamó a la puerta, miró su reloj de pulsera y se golpeó la frente con la palma de la mano, había olvidado que tenía una cita, bueno, no era exactamente una cita: había quedado en ir a comer al departamento de sus vecinos. Desde la mudanza de Sandy y Eivan, Adam y el menor de los hermanos se habían vuelto casi inseparables, tanto que ocurrió lo que él supuso: se enamoraron y ahora ya tenían tres meses de "noviazgo oficial"; por eso era algo común que se reunieran para compartir los alimentos, sobre todo ése día, que era el cumpleaños de Sandy.
Como impulsado por un resorte, se incorporó y fue directo a abrir la puerta.
—Ho-hola Ed— saludó la muchacha; —ya pasan de las dos y como no llegabas pensé que... pensé que tal vez te había ocurrido algo.
Edmundo sonrió, le agradaba que Sandy se preocupara por él, pero el hecho de que tartamudeara y se mostrara un poco nerviosa cuando estaban a solas le producía "algo"; y hoy iba a ser el día en que le diría lo que le estaba ocurriendo.
—Lo siento— se disculpó para después decir con sarcasmo, —me entretuve hablando por teléfono con mi adorada jefa y el tiempo pasó volando—; hizo amago de salir y Sandy comprendió, así que dio un par de pasos hacia atrás para darle espacio y permitir que cerrara la puerta de su apartamento.
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Susurro en la Oscuridad
ParanormalLos hijos de los demonios Nisroch y Kelen han "pasado la eternidad" abusando de todo, en especial del sexo desenfrenado; hasta ahora. Edmundo y Adam son unos dibujantes novatos, trabajan en el mismo lugar y son los mejores amigos. Cuando Edmundo con...