Infeliz navidad

37 4 0
                                    

– Tikki, no tengo idea de qué comprar para Alya. – Le decía a mi pequeña amiga roja, mientras me tiraba de cara sobre mi cama, angustiada al haber estado toda la semana buscando qué regalarle a Alya, mañana era navidad y aún no me había decidido por nada. – ¿Qué voy a hacer?
– No te angusties, Marinette, seguro que se te ocurrirá algo, después de todo, no creo que nadie conozca a Alya mejor que tú. – Me decía con esa dulce voz suya que reconfortaba a cualquiera.
– Espero que tengas razón. – Dije mientras me daba la vuelta.
– Hablando de regalos, ¿compraste algo para Adrien?
Me levanté de golpe y comencé a revisar entre mis cosas con ansiedad. – ¡No puedo creer que me haya olvidado de eso! Por Dios, Marinette, ¿qué te pasa por la cabeza últimamente? – Me preguntaba a mí misma en voz alta.
– Parece ser que el trabajo de Ladybug te ha estado consumiendo demasiado recientemente.
– Todo es culpa de Hawk Moth, en estas semanas ha estado demasiado activo, pareciera que tiene algo en contra de estas fechas. – Dije con fastidio, ¿por qué alguien le tendría desprecio a la navidad?
– Bueno, hasta ahora sólo son suposiciones, no podemos estar seguras de que de verdad tenga algo en contra de la navidad.
– Tienes razón, Tikki, pero no es muy normal su reciente actividad.
– No, no lo es, pero deberías de dejar de pensar en eso y concentrarte en qué comprar para Alya y Adrien.
– Estoy de acuerdo en eso, tal vez si voy al centro comercial encuentre algo que me guste.
– Buena idea, Marinette. No perdamos más el tiempo, comienza a hacerse tarde y no queremos que cierren.
– Claro, démonos prisa.

Tomé mi bolsa y Tikki se metió en ella al instante. Bajé por las escaleras hasta la panadería para decirles a mis padres, que iría al centro comercial a comprar unas cosas. En cuanto salí de casa, una fría brisa me recorrió el cuerpo. De inmediato volví corriendo a mi habitación para ponerme algo más abrigador, después de todo ya estábamos en invierno y el termómetro a duras penas llegaba a los cinco grados, y eso cuando teníamos suerte. Comencé a recorrer las heladas calles parisinas, revisando constantemente mi bolsa para asegurarme de que Tikki no tuviera frío, no quería que se enfermara de nuevo. Caminé hasta Beaugrenelle Paris, era un largo tramo desde mi casa, así que tardé bastante en llegar a pesar de que era el centro comercial más cercano. Entré al lugar y de inmediato noté el cambio de temperatura, haciendo que hasta incluso me diera un poco de calor. Había una gran variedad de tiendas y boutiques de todo tipo, hasta comencé a pensar que se me volvería más complicado decidirme por algo.

Revisé toda la planta baja y la superior sin encontrar nada interesante para comprar. Cansada de haber caminado tanto desde casa hasta aquí y luego haber dado todo un recorrido por el lugar, opté por sentarme en una de las bancas que había. Dejé caer todo el peso de mi cuerpo de un golpe, ya me dolían los pies.

– Tikki, ya le di toda la vuelta al centro comercial y sigo sin encontrar nada para Alya, estoy comenzando a resignarme. – Le dije a mi kwami en un volumen de voz tan bajo que sólo fuera audible para ella.
– Vamos, Marinette, no te desanimes, sé que encontraremos algo, sólo debemos buscar mejor. – Me respondió Tikki, mientras asomaba su cabeza por fuera de la bolsa.
– Pero ni siquiera sabemos qué estamos buscando. – Dije ya frustrada por el tema.
– Piensa, ¿qué es algo que le gustaría tener a Alya?
Al escuchar su pregunta, me surgió una idea de inmediato. – ¡Claro! Una cámara de vídeo sería perfecta para ella. Le sería de gran ayuda para grabar sus videos para el Ladyblog. ¿Por qué no lo pensé antes?
– ¿Lo ves? No fue tan complicado, Marine... – Tikki fue interrumpida por una voz que venía de mis espaldas y se escondió rápidamente en mi bolsa de nuevo.
– ¿Marinette? – Me giré al instante al haber reconocido la voz.
– Ho-Hola, Adrien, ¿có-cómo estás? – Pregunté nerviosa mientras en mi rostro se formaba una incontenible sonrisa, la tonta sonrisa que siempre ponía al verlo.
– Bien, gracias por preocuparte. – Es que era imposible no sonreír por él. – ¿Qué haces aquí?
– Vine a regalar una compra. – Adrien me miró con extrañeza, y luego noté la tontería que había dicho. – Digo, a comprar un regalo. – Notaba cómo el rubor se colocaba en mis mejillas.
– Qué coincidencia, yo también vine por eso.
– ¿Enserio? ¿Para quién? – Logré notar un leve sonrojo en sus mejillas.
– Es... para una chica. – ¿Qué? ¿Una chica? ¿Quién?
– Supongo que no me lo dirás. – Dije tratando de actuar con naturalidad, pero la curiosidad me comía por dentro.
– Lo siento, Marinette, pero es un secreto, ni siquiera ella sabe que voy a darle algo.
– Comprendo.
– ¿Y tú a quién vas a comprarle algo? – Me preguntó de vuelta, pero no iba a decirle que era para él.
– A Alya, aunque también quiero comprar algo para un chico, pero no se me ocurre nada.
– Si quieres puedo ayudarte con algo, ya sabes, si es para un chico tal vez pueda aconsejarte un poco. – Al escucharlo pronunciar esas palabras mis ojos se iluminaron. ¿Adrien Agreste me estaba preguntando si podía acompañarme? ¿Acaso estaba soñando?
– S-Sí. – Fue lo único que salió de mis labios.
– Bueno, ¿por dónde quieres comenzar?
Traté de regresar mi mente a la tierra. – Bu-Bueno, había pensado en ver en las tiendas de ropa, aunque no tengo una gran idea de qué le podría gustar.
– Seguro que encontraremos algo que te convenza. – Colocó su mano sobre mi hombro, gesto que provocó una especie de hormigueo en mi espalda.

Infeliz navidad (One-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora