Capítulo 12

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— ¿Qué te vas a llevar? –me preguntó Amil mientras se sentaba en mi cama.

— Pues me llevaré un conjunto y dos o tres mudas para los días que estemos allí –dije mirando el armario –. No sabes la suerte que tienes...

— ¿Por?

— No tienes que hacer la maleta –la familia de Carrasco venía a Madrid.

— Ya ves –dijo sonriendo con suficiencia –. Oye...

— Oigo.

— Te llevarás ropa interior provocativa, ¿no? –me miró pícaramente.

— Que porque tú la vayas a utilizar con el belga no tengo por qué llevármela yo para utilizarla con Saúl –dije riendo. Amil se sonrojó.

Estuve bastante rato eligiendo la ropa que me llevaría mañana a Elche los días que pasara con la familia de Saúl.

Cuando terminé me dirigí al salón, allí estaba Amil hablando por teléfono.

Minutos más tarde acabó. Se giró hacia mí sonriendo.

— Das miedo.

— ¡Me han ofrecido una entrevista para el Atleti! –gritó eufórica.

Desde que empezó a trabajar había hecho varias entrevistas, pero no una tan importante como ésta.

— ¡¿En serio?! ¡Eso es fantástico! –le abracé –. ¿A quién entrevistarás?

— A Simeone –sonrió.

— Me alegro muchísimo –dije abrazándola de nuevo.

Más tarde se presentó el belga en casa. Últimamente hacía más vida en nuestra casa que en la suya. Se podría decir que él y Amil son novios, pero por lo visto, no se lo ha pedido formalmente.

— Me voy chicos.

— Que te lo pases bien con Saúl –me deseó Yan.

— No he quedado con Saúl –rodé los ojos –, he quedado con Noa.

— Ah bueno, pues que os lo paséis bien –dijo Amil sonriendo.

— Igualmente tortolitos.

...

— ¿Entonces Ñíguez te ha pedido que pases la Nochebuena con su familia? –me preguntó Noa mientras le daba un sorbo a su café. Asentí –. Eso es genial, le has marcado al chaval.

— Demasiado precipitado para mi gusto, pero bueno, sólo somos amigos.

— De momento –bufé –. ¿Y a qué hora os vais?

— Mañana me recogerá sobre las diez y media. ¿Y tú, con quién vas a pasar la Nochebuena?

— Nos juntaremos en casa la familia de Antoine y la mía.

— Qué bien –sonreí tristemente recordando cuando nos juntábamos todos en familia a cenar.

— Oh Lu, no te pongas así —me animó acariciando mi mano –. Ya verás como mañana te lo vas a pasar fenomenal.

— Eso espero –sonreí –. ¿Y qué tal te va con Griezmann? –cambié de tema.

— Genial –sonrió sonrojándose.

Ocultaba algo, pero se lo dejaría pasar.

Estuvimos hablando bastante rato más hasta que decidí irme a casa.

...

— ¿Estás nerviosa? –me preguntó Saúl mientras aparcaba.

— Un poco –sonreí.

— No te preocupes, no va a pasar nada –me dio un leve apretón en la pierna.

— Lo sé... pero no estoy acostumbrada a pasar la Navidad con mucha gente –dije cabizbaja.

— Siéntete en familia –alzó mi rostro –, ahora aleja esos problemas y sé feliz. Luego esta noche si quieres hablamos –dijo sonriendo.

Asentí. Respiré hondo y sonreí.

— Gracias.

— ¿Por?

— Por ser como eres.

Él sonrió y me acercó a su cuerpo estrechándome entre sus brazos.

— No me des las gracias por eso –besó mi cabeza –. Ahora sonríe como tú sabes hacerlo y vayamos dentro, mis padres nos estarán esperando.

Bajamos del coche y cogimos las maletas. Saúl llamó al timbre. Mi corazón latía cada vez más fuerte sin motivo alguno, porque en realidad, Saúl y yo no éramos nada.

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