Las calles estaban abarrotadas, las personas caminaban con paso apurado de aquí para allá, las pequeñas melodías que eran contagiosas y conocidas por todos resonaban en cada esquina como si las notas musicales fueran traídas por el viento, el tráfico era tan pesado como el conjunto de personas que caminaban por las aceras, los adornos y luces brillantes hacían que todo se viera un poco más sobresaliente al resto del año; anuncios por doquier, personas utilizando en sus atuendos aquellos tonos de rojo, no era para menos pues hoy era veinticuatro de diciembre, la tan mencionada y esperada noche buena, hoy muchos estarían ajetreados comprando sus obsequios de último momento, aprovechando las extremas rebajas que se dan una sola vez al año, otros salían desmandados de sus trabajos para legar lo más rápido posible a sus viviendas donde probablemente los estuvieran esperando sus familiares, amigos o sus círculos sociales.
Entre tantas personas una chica de largo cabello y mejillas redondas se hallaba entre el mar de personas uniéndose al grupo de aquellos que buscarían sus obsequios de último momento; a pesar de que ella era una chica muy responsable y precavida, tuvo que hacer sus compras a última hora ya que con el final de semestre y haber estado en cama los últimos días le habían impedido ir antes a buscar los obsequios que pertenecerían a sus familiares más cercanos y a sus cinco mejores amigas.
– Ah… hace bastante frio. – Dijo esta al tiempo que comprobaba cuan helada estaba su nariz, al tocársela. – Al menos me falta solamente un regalo. – Dijo al momento de sentarse en un asiento recién desocupado en un puesto donde vendían pastelillos acordes a las fechas y bebidas que les permitieran a los transeúntes adquirir algo de calor entre tanta frialdad. – Creo que no me vendría nada mal algo de chocolate caliente – Hablaba en voz baja ella al mirar que este podía ser el momento perfecto para darse un descanso antes de seguir en la búsqueda de ese último regalo.
Tomó de aquella bebida con paciencia percatándose de no estar en contra del tiempo, pues esta noche tendría una fiesta con sus amigas a la cual asistiría luego de pasar a entregarle los presentes a sus padres.
Luego de un rato se levantó y retomó la marcha, perdiéndose entre las calles, entrando una y otra vez en las tiendas, sin tener éxito en la búsqueda de aquel ultimo regalo, se supone que no le debería haber tomado mucho tiempo encontrar un regalo, eso si se tratara de un caso normal, pero esta vez se trataba de un obsequio para la persona de la cual estaba enamorada desde hace un tiempo, esta era una de sus mejores amigas y quizás la persona más cercana a ella.
– *Bzzz* *Bzzz* – Vibraba su celular. La chica acomodó las bolsas con las compras y rebuscó en sus bolsillos para luego desbloquear su teléfono y revisar el mensaje que le había llegado.
“Umji, cuando estés de regreso trae un pastel de fresas y chocolate. Por favor. Luego te pagaremos lo que llegue a costar. Si preguntas que pasó con el pastel que teníamos… pues cuando llegues y veas un enorme chichón en la frente de Yerin ya sabrás porque fue…” – Rio Umji al leer el mensaje enviado por Sowon, la líder de su grupo y encargada de la comida para esta noche.
– ¡Ah! – Se sobresalta la chica al ver la hora luego de cerrar el mensaje. – Debo apresurarme – Se decía así misma al notar que ya estaba oscureciendo. Rápidamente empezó a correr, desesperándose un poco por no tener el regalo para esa persona en especial.
Ya había pasado alrededor de una hora y nada. Inclusive pasó por su mente el que no podría reglarle nada a aquella chica que la hacía suspirar. Ya faltaba poco para que llegara el momento de ir a casa de sus padres y dentro de dos horas y media, más tendría que ir al departamento, por lo cual decidió ir primero por el pastel que le había sido encargado, compró el más lindo que vieron sus ojos, uno lleno de fresas en la decoración y con la inscripción “Merry christmas” en una pequeña placa hecha de chocolate. A la salida del local, justo frente a sus ojos allí estaba, aquel obsequio que no se lo imaginaba a nadie más puesto, solo un pensamiento vino a su mente en cuanto vio aquella prenda. Se precipitó sonriente y llena de felicidad y compró aquello que llamó tanto su atención sin importar su precio.
– Muchas gracias. – Dijo ella al salir de la tienda en donde había hecho su tan exitosa compra, dejando a todos los que estaban cerca de ella atónitos por tan hermoso rostro y bella sonrisa que había mostrado.
Caminó con alegría por las calles más que iluminadas, calles bañadas en la magia navideña.
Luego de un rato caminó por el parque que se encontraba en el centro de la ciudad con el propósito de acortar camino hasta llegar a la estación del metro. Aquel parque era una hermosura. Los arboles estaban adornados con luces y en el centro de todo había un gran árbol de navidad detrás de una gran piscina que tenía un espectáculo creado por pequeños chorros de agua disparados en lugares específicos como si fuera una coreografía, revestido todo de luces de distintos colores. La chica se quedó admirando todo esto junto a un montón de personas que al igual que ella se quedaron estupefactos por tal belleza.
– Umji… ¿Qué haces aquí? – Umji se volteó a ver quién la llamaba… Su voz le era más que familiar… Esa voz era inconfundible… Era la persona que hacía que su corazón latiera con una sola palabra de sus labios.
– Yuju… unnie. – Dijo mientras su respiración era acortada debido a la impresión que se llevó de encontrarse con esa persona e inmediatamente sus mejillas se tiñeron de un rojo suave.
– ¿Te sorprendí? – Preguntaba ella mientras se reía un poco de la menor, lo cual coloró su rostro aún más, pues tal como ella dijo la había sorprendido y hasta la había dejado sin aliento.
– S-Si un poco. – Respondió la pequeña.
La más alta miraba hacia los alrededores, esta acción llamó la atención de la otra. – Ah, ya veo… así que te encontraras con tu enamorado o algo así… – Soltó Yuju forzando una sonrisa.
– ¡¿Eh?! – Se sorprendía la menor, pues nunca jamás se esperaba que su unnie dijera algo así… – ¿D-De dónde? – Ella iba a preguntar de donde sacaba la mayor esa conclusión, pero entonces se fijó en lo mismo que parecía haberse fijado Yuju hace unos instantes y eso era que a su alrededor habían puras parejas, en su mayoría tomadas de las manos o mirándose fijamente y en algunos casos se notaban los coqueteos que los pares hacían. – ¡No! Yo no… – Intentó decir.
– Bueno te dejo… Que te vaya bien en tu cita. – Dijo Yuju intentando irse lo más rápido posible.
– Yuju unnie… – Dijo con voz suave casi inaudible.
– Esto… esta noche no sé si pueda llegar… a la fiesta… – Pronunció la más alta con voz gruesa, mientras le daba la espalda a la menor. Esto dejó a Umji en blanco sin entender el porqué de su actitud, ella estaba segura de Yuju no tenía planes para hoy, ya se había asegurado de eso hace mucho tiempo.
– ¡Yuju unnie! – Habló más alto de lo normal la pequeña, a la vez que sujetó la mano de la otra antes de que se marchara aunque de paso tuviera que dejar caer un par de paquetes. La otra no evitó darse la vuelta para ver que sucedía. Umji no soltaba a Yuju, mas sin embargo comenzó a rebuscar en la bolsa que tenía en uno de sus brazos. – Toma… – Sacó una cajita con un moño rojo y decoración con muchos renos y más de un Santa en ella.
– ¿Qué es esto? – Preguntó.
– Es mi regalo… para ti… – Umji miraba hacia abajo ocultando su vergüenza.
– Mu… Muchas gracias… – Dijo aun sorprendida Yuju. – Que afortunado debe ser tu cita. – Susurró, pero sus palabras sonaban lo suficientemente alto como para que la otra la escuchara; aunque a decir verdad tales palabras fueron un pensamiento que se escapó por sus labios.
Umji apretó un poco sus puños al darse cuenta de que la chica frente a ella no entendería fácilmente que no había un tercero esperándola en aquel lugar. – Unnie – Volvió a llamar la atención de esta. Dejó absolutamente todos los paquetes en el suelo para evitar más accidentes y tras el juego de luces que se formaban a sus espaldas, Umji haló a Yuju por el cuello de su camisa, sin recurrir a ahorcarla, se puso en puntillas y cerrando sus ojos fuertemente puso sus labios sobre los de la más alta, uniendo sus cuerpos en un casto roce entre sus labios.
En este momento podría decirse que Yuju estaba en blanco, sus ojos estaban muy abiertos y su cuerpo paralizado. Ante esto Umji aprovecho para salir huyendo de la escena desapareciendo entre las personas que se encontraban en aquel parque, dejando a la otra sin mirar hacia atrás.
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En Navidad
Short StoryDespues de un pequeño encuentro entre Umji y Yuju en medio de las brillantes calles navideñas de la cuidad, con torpeza y entre malentendidos, ambas confiesan sus verdaderos sentimientos en esa noche del veinticuatro de diciembre...