Memoricé exactamente la página que tenía frente a mi, eran tres largas hojas con información de científicos antiguos que poco importaban, pero ahora los necesitaba en mi cerebro. Los exámenes venían uno tras otro, sin parar día tras día, y qué esperaba si es final de año, las materias se salían de control y todas rogábamos para salir de una vez. Este año sería el último en secundaria, ahora la secundaria sería en la escuela que se encontraba al otro lado de la cuidad, apenas había sido aceptada y tenía la carta en mis manos salté de felicidad, era una escuela con prestigio y esperaba tener un futuro bueno. No me esperaba tener buenas calificaciones, al menos este último año en la escuela intentaría salir con una buena nota final, aún así intentaba estudiar con los ronquidos de mi hermano mayor, acostado boca arriba a pocos metros de mí, se veía dulce durmiendo, ajeno a todo lo que nos sucedía. Di un vuelta entera y encontré a Sabina y Lucía durmiendo plácidamente, a parte de mis padres ellas también compartían una estrecha cama. Volví a mirar las páginas, podía recordar exactamente cada fecha y fórmula. Dejé las cosas debajo de mi cama, dos pasos a la izquierda y ya me encontraba acostada mirando al techo ¿aprobaría la materia? Pensar era uno de mis grandes defectos, por la noches todo lo que sucedía en el día venía a mi cabeza, y más ahora luego de que hace unos días papá llegó con la triste noticia de que estaba sin trabajo, estábamos mi hermano, yo, Lucía y Sabina todos apretados en el diminuto salón, mamá se largó a llorar, mientras nosotros nos mirábamos incómodos, sabíamos lo que significaba tener a papá en casa, la comida no sería suficiente, el agua y la luz quizás ya no nos acompañarían por un tiempo, pero eso no era todo, mamá mostró las fotografías de un nuevo bebé que venía en camino, todos guardamos silencio, incluso papá que intentaba mostrarle una sonrisa fingida a mamá, no reaccionamos a tiempo y mamá se largó a su habitación, ninguno quería moverse, Sabina miraba el piso ensimismada, Lucía y yo nos mirábamos intentando no lagrimear y mi hermano Herber pendiente de las reacciones de papá, esa noche no hubo cena, esa noche nos preparábamos para lo que se nos venía encima.
Dormí dos horas entre malos sueños, la luz del alba y Herber cantando en la ducha era mi típico despertar. Vi mi armario y encontré las dos prendas que siempre usaba, un largo vestido rosa pálido y una camiseta azul con un jeans negro, decidí por el primero ya que no parecía una mala mañana. Me peiné mis largos cabellos ondulados hasta la cintura y salí al pasillo que llevaba a la cocina, nuestra casa constaba de dos habitaciones donde en una dormían mis padres y en la otra yo y mis tres hermanos, luego venía una pequeña cocina y finalmente un salón sin nada más que una mesa, sillas y el sillón estrecho, teníamos una casa humilde, y eso era lo que bastaba hasta la próxima llegada del bebé, esa misma mañana luego de que todos nos hubiésemos levantado recibimos otra noticia.
-Mis niños-papá nos miraba cansado aún en pijama a nuestra dirección, no éramos muy parecidos, yo era la única rubia junto a mamá, de nariz fina y pómulos altos, los demás habían sacado el cabello oscuro de papá y la piel áspera y blanca que lo caracterizaba- sé que estos días no han sido los mejores, pero ya llegó el momento de pedirles que por el bien de la familia y de nuestro nuevo integrante que consigan trabajo- suspiró y miro a cada uno- sé que aún son pequeños, pero esto es necesario para que sobrevivamos, he podido con la familia durante años, pero ahora las fuerzas no me acompañan y necesito de su ayuda para salir adelante.
Silencio, durante un tiempo papá nos mira expectante, yo, Sabina y Lucía miramos a Herber, que tiene la sombra de la duda en su rostro.
-Esta bien padre- miró a mi dirección- pero Nalia no debe trabajar, apenas cumplió dieciocho años, nosotros ya somos mayores.
Sentí la mirada de papá de arriba a abajo, aún no tenía claro lo que quería pero si todos mis hermanos trabajaban ¿por qué yo no?. Aún así me quede en silencio mirando al piso, Herber hacía el rol de padre cuando el verdadero no se encontraba, por lo que sus palabras eran tan certeras como las de nuestros padres, me dediqué a asentir.
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Malos Tiempos(temática lésbica)
RomanceNalia tiene dieciocho años, hija menor de una familia con pocos recursos, el desempleo de su padre y con la venida de un nuevo hermano a la familia decide trabajar durante el verano en un prostíbulo ¿Qué pasaría si en su nuevo trabajo se encuentra c...