En un teatro antiguo, con sus paredes esculpidas de arte gótico, me paseaba como si tal como si tal cosa por el pasillo central para subir al escenario.
Al subir se podía ver que me esperaba un chaise longe verde.
Me tumbo en él y me relajo.
La luz del foco reflejaba un color blanco pero cambio a roja.
Con el cambio note una presencia entre las sillas, alguien me observa, aun así no me da miedo. Del color rojo pasa al azul y me hace sentir diferente, como sexy, caliente, deseada, desesperada por esa persona misteriosa que se acerque a mí.
Pasa los minutos y ya estoy subiendo mi falda para que ese ser vea mi zona intima sin ropa interior, me estoy acariciando notando con los dedos como mi interior deja fluir el néctar caliente y pegajoso de mi ser hasta tal punto era el placer del toqueteo que termino en un orgasmo que me dejo anestesiada.
A continuación noto que se acerca a mí, miro esa persona, era más que eso una criatura con forma humana semitransparente.
Se pone delante de mí y me besa en los labios.
Se tumba encima de mí para penetrarme con lo que se podría ser su polla, su duro miembro entra entero sin dejar nada fuera.
Comienza a moverse lento y profundo, me encanta como me está dando, le grito entre gemidos que quería más rápido, más fuerte, el placer me está matando, porque mi cuerpo arde, la lujuria invade cada centímetro de mí.
Cuando notaba que estaba llegando al clímax, esa cosa puso su mano en mi cuello, apretando no tan fuerte para querer hacer daño pero si para que mi orgasmo fuera más intenso.
Para finalizar conmigo la metió lo más profundo que pudo y me lleno de un liquido caliente espeso, rica sensación que me ponía a mil, lo mejor era cuando la sacaba mojada y de mi interior se salían gotas de sus fluidos.
No tenía palabras para tal placer, para tal forma de hacerme el amor tan salvaje un ser que ni siquiera ser le puede llamar persona, era algo, se le llamaría alma errante.
Fui parte de el, entregué cuerpo y alma a esa criatura que consiguió llevarme al paraíso.
Pido a los dioses que no acabe, que siga dando esa pasión a un cuerpo que anhela ser complacido con tanta dedicación.
Volveré y volveré, por que amo lo que hubo.