Capitulo 12.

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A la mañana siguiente Martina despertó en cuanto Fran llamó a la puerta. Se talló los ojos y se incorporó de su cama para ir a abrir. Tras la puerta encontró a un sonriente Fran.

-¿Y cómo durmió mi lobo negro? – él se dirigió a la mesa seguido por ella.

-Bien, creo – no mostró mucho entusiasmo.

-Demonios, Martina. Esto ya es preocupante, ¿quieres que llame a tu madre y le aclare de una vez por todas que no te casaras con Peter?

-No, Fran – comenzó a actuar aparentando ser la misma Martina de siempre - ¡Joder! No quiero siquiera imaginar la extraña mueca que hará mi mamá y después los terribles gritos que no pararan hasta que quede afónica, después obviamente el tío se daría cuenta... ni siquiera se le separa por un momento... no entiendo cómo es que no se han casado mejor ellos dos. Bueno, y después de que Peter se enteré, seré la más buscada en todo el mundo, verás nuestros preciosos rostros en cada televisora y en cada página de internet.

-Eso no suena tan alentador... Por cierto, ¿no se supone, deberías estar despertando en su cama desnuda llena de cansancio tras una noche de puro sexo que le siguió a una romántica cena?

-¡Maldición! Lo olvidé por completo – y como si hubieran invocado al mismísimo demonio, cinco segundos después el móvil de ella sonó. No hubo necesidad siquiera de mirar la pantalla, sabía quién era, resopló, dirigió una mirada suplicante a Fran, el móvil insistió y ella contestó - ¿Hola? – fingió una voz mezcla de seducción y mezcla de niña boba.

-Tini, amor. ¿Has tomado ya el tren de vuelta?

-¡Oh! Peter, te iba a marcar momentos antes de que tú lo hicieras cariño, pero tú me ganaste - ¡agh! Odiaba llamarlo así, pero tenía que hacerlo, Fran observaba divertido cada gesto que ella hacía - ¿Recuerdas que el tren en el que viajaba se varó? ¡Dios! No recuerdo si te lo comenté, pero en fin, resulta que justamente cuando iba a comprar el boleto de regreso, hace diez minutos, me lo negaron alegando que no habría viajes hasta nuevo aviso, por posibles tormentas futuras. Entonces me veo en la penosa necesidad de tener que hospedarme en el hotel Stoessel. Lo siento, amor.

-Martina, ¿estás mintiéndome acaso?

-En absoluto, ¿por qué lo dices, amor?

-En el registro del hotel de Paris no apareces, cielo – comenzaba a perder su paciencia.

-Amor, todavía no he llegado al hotel, en estos momentos estoy abordando un taxi para allá.

-De acuerdo nena. Revisaré el registro en una hora más. Te amo.

-Te amo – terminó por colgar y maldijo en voz baja. Le repugnaron esas palabras melosas que había dicho.

-¿Quieres que llame a Paris? – Fran ya sabía el procedimiento, llamaría a una muchachilla que, dependiendo del hotel cambiaba, por fortuna en cada hotel había una cómplice de Martina, esa muchachilla ya sabía también el procedimiento: registrar una suite a nombre de Tini y cada que llamaran a su suite ella mandaría las llamadas directamente al móvil de ella. Así hasta que se le solicitara que Martina ya no apareciera en el registro.

-Sí – dijo para después ir por un poco de jugo de naranja a la cocina.

-Ya está – Fran sonrió en cuanto ella regresó – Siéntate a desayunar, te va a hacer falta en la carrera – ella obedeció y comenzó a comer los apetitosos waffles que había preparado Fran.

-¿Qué dicen del "lobo negro" hoy?

-El 50% de la prensa apuesta por ti, te alaga y te venera - sonrió complacido.

-¿Y el resto?

-Bueno aproximadamente un 46% alega que en esta ocasión el vencedor será Blanco y el otro 4% apuesta por otros más – ella resopló al escuchar el nombre de su amante.

-¿Ocurre algo?
-No me siento preparada Fran – frunció el entrecejo – Ni siquiera he montado a uno de mis bebés después de la última carrera, en cambio Blanco ... bueno él me confesó que estuvo preparándose muy duro. Honestamente tengo miedo.
-Vamos, Martina, eres el "lobo negro", una leyenda.

-Tal vez el "lobo negro" ya quedó atrás.

-¡Demonios, Martina! ¿Qué diablos ocurrió en ese maldito tren?

-Nada, Fran, ya te dije que una simple aventura. Solamente soy realista, Fran no he corrido un auto en meses...
-En verdad, no conozco a esta mujer que está sentada frente a mí, ¿dónde demonios dejaste a Martina?

<<En el tren>> iba a gritar, pero se contuvo. Sería lo menos prudente dejarse caer frente a Fran. Tomó un último sorbo de su jugo, le lanzó una mirada molesta a su tío y se retiró a su habitación para encerrarse como una inmadura adolescente. Se sentó en la orilla de su cama, se llevo sus manos a su cabeza y por primera vez se hizo la misma pregunta que Fran le había plantado... ¿quién demonios era esa que habitaba su cuerpo?... quizá la verdadera Martina, quizá se había quitado la máscara de señorita caprichosa y había dejado surgir a la verdadera señorita que habitaba en lo más recóndito de su corazón. ¡Agh! Descubrió sus pensamientos y se rió de sí misma, ¿qué ******* decía?
Se llevo su cabello para atrás, tomó su toalla y, tras desnudarse, se metió a la ducha.

-Martina- escuchó fuera la voz preocupada de Fran mientras tocaba la puerta - Martina, ábreme – ella resopló y salió cuando terminó su ducha, se envolvió en su toalla y salió molesta.

-¿Qué ocurre, Fran? – abrió la puerta de su habitación y lo miró furiosa.

-¿Qué diablos haces?

-Me estoy preparando para tu jodida carrera – le cerró la puerta en sus narices y regresó a arreglarse como si nada hubiese ocurrido. Sacó del armario un traje de piloto, negro con plata y un lobo negro con plata bordado, representativo del lobo negro, sonrió ante todos los recuerdos que se vinieron a su mente, de su primera carrera, de cómo había recibido incontables medallas, de cómo era aclamada por el público, de todas las reseñas que aparecían al siguiente día, de las propuestas de matrimonio de incontable mujeres, de los abrazos con los que la llenaba Fran después de cada carrera... todo eso le pertenecía al "lobo negro", al corredor misterioso, no a ella... se hizo un nudo en su garganta y se cuestionó si realmente sería capaz de arruinar la imagen de aquel gran personaje, después de todo ¿quién era ella, Martina Stoessel; una simple malcriada socialité a la que toda la prensa criticaba, a la que su madre repudiaba y a la que nadie nunca lograría amarla realmente; quién era ella para hacerle eso al grandioso "lobo negro"? No, no se permitiría hundirlo, después de todo lo amaba, eso le había declarado a Jorge , vivía enamorada de ese misterioso hombre y lo deseaba. Se terminó de vestir, tomó su casco y salió de su habitación para encontrar a Fran furioso esperándola en el sofá.
-¿La señorita se dignó a salir ya? – le reprochó.

-Fran, lo siento. Esto de la boda me está afectando más de lo que debería – no era ese el motivo de su frustración y lo tenía medio claro.

-Ya te dije que encontraré una forma de evitarla, ¿sí?

-Sí – Fran recogió las llaves del Ferrari y salió, ella lo siguió y antes de subir en el lugar del copiloto, retuvo a su tío tomándolo de su muñeca.

-¿Qué ocurre nena?

-¿Puedo abrazarte? – esta ocasión su tono infantil no fue fingido. Él le regaló una sonrisa tierna y la abrazó con suavidad hasta que ella decidió separarse – Gracias – sonrió sinceramente y se fue satisfecha al lugar del copiloto.

-Siéntete afortunada cariño, ni a la más buena de mis amantes le he dado un abrazo.

-Claro, son exclusivos para el lobo negro – fingió una sonrisa.

-Y para ti, claro – sonrió y encendió el auto para después salir a toda velocidad directo a la pista - ¿Dormiste bien? – le preguntó después de un breve silencio.

-¿Eh? – se extrañó de su pregunta, incluso se asustó, comenzaba a sonar como el padre que no tenía – Sí, igual que siempre – a excepción claro de que esta vez sus sueños le habían pertenecido a Jorge.

Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora