Capítulo LV

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¡Galahad, veo una luz!— expresó con alegría y en tono efusivo la pelirosa, ya estaba exhausta y su respiración era agitada. Ambos erizos dieron último esfuerzo hasta salir y toparse con el destello de la luz atravesar las hojas de los árboles; era una salida pequeña y subterránea, subieron el montículo de tierra y pasto para sentirse levemente a salvo, era bastante bueno, más para Amy que, se veía más agotada de lo normal.

Galahad: No estáis bien, ¿Por qué...?

Amy: Creo fue el utilizar mi energía... *respirando profundamente*

Galahad: No podéis catalizar y utilizar todavía adecuadamente tu energía sin exagerar...como se me pudo olvidar...

Amy: *tomando bocanadas de aire mientras camina y se sostiene en un árbol* Sí...eso tuvo que ser porque...porque ya no puedo...

Galahad sostuvo a Amy a las prisas, de inmediato su palma volvió a iluminarse mientras posaba esta mano en el pecho de la eriza y con la otra la sostenía por su abdomen.

Amy: *sorprendida* ¿Qué hacéis? Estoy...estoy bien...sólo, dejar que descanse un poco...

Galahad: No hay tiempo, tenemos que seguir...además, no pasa nada si te doy de mi energía, estoy en excelente forma.

Mientras Amy se alimentaba con ayuda de Galahad de su energía vital como en aquella ocasión, miraba a la expectativa todo el bosque mientras sus orejas se movían como si de radares se tratara...podía percibir galopes, cascos suaves contra el pasto... ¿De quién se trataba?

Amy: *susurra con miedo* Alguien se acerca...

Galahad: ¿Lo percibís? *sorprendido* esto está avanzando muy rápido...

Amy: *gira su cabeza hacia atrás para mirarlo* ¿avanza qué, Galahad?

Galahad: No importa, *la suelta y detiene su energía* hay que marchar.

Amy: A pie no creo llegar muy lejos...

Un relinchar hizo voltear a ambos erizos y con sorpresa y algo a la defensiva por parte de Galahad miraron un caballo que, se acercaba a ellos y se detenía poco a poco a su frente, era nada más y nada menos que Valiente, el caballo del caballero de plata.

Galahad: *se acerca al caballo y lo tranquiliza* ¡hey, hey! Tranquilo...joder, ¿vos? ¿Aquí? ¿Cómo...?

Amy miró al caballo y no dudó en pensar en Percival, para después susurrar con bastante alivio un "gracias" de sus labios algo resecos.

Galahad: *pega la cabeza del animal con su casco* Gracias, gracias por ese último favor, querida...

Luego de aquello, Galahad llamó a Amy y está a las prisas, ya mejor físicamente, subió al caballo, luego Galahad y sin titubeos, arreó al equino que se dispuso a salir de los bordes de la fortaleza.

*EN EL CASTILLO REAL...*


—Señor, sigo azorada, no entiendo el por qué, el para qué, mi lord, estoy muy indignada— hacía bien su papel, la consternación que su rostro y cada palabra emanaba era asombrosa como para el Rey Arthur compartir sentimiento y coraje. Caminaba de un lado otro sobre el espacio de su trono y las escaleras, se notaba incluso nervios.

Arthur: Lo sé, caballeros, y estoy muy alagado por haber venido a informar también vosotros de esto, más por haberlo vivido y visto con vuestros ojos...

Gawain: Rey, estamos a vuestras órdenes para lo que queráis realizar, si es que decide y saber ya las cartas que jugar en este momento.

Arthur: Si, ya lo sé, Caballero Gawain, pero me ayudareis mucho si ambos vigilan con cuidado la ciudad, si ven a esa eriza o a Lancelot no dudéis en llamar a unos guardias e intentad detenerlo, sin remordimiento y pesar alguno.

Cuando te Tuve a mi Lado... (Shadamy) •|REEDITANDO|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora