Austin
El ambiente en la habitación se torna casi imposible de respirar. El olor a pintura es insoportablemente pesado y tengo que hacer un esfuerzo enorme por quitar los brazos de Ayden de mi cintura sin despertarlo. Su cuerpo desprende un aroma exquisito (mi favorito, por cierto) y la transpiración en su frente me indica que él también comenzó a sentir el calor, pero que todavía no le ha golpeado demasiado fuerte como para despertarlo del todo. Me sigo arrastrando lentamente hacia el borde de la cama y me levanto en una fracción de segundo. Cerca de mis pies se encuentran sus bóxers, lo cual me hace sonreír y echarle una mirada por el hombro, preguntándome si debería llamarlo para un segundo asalto. Inmediatamente descarto esa posibilidad al contemplar su silueta. El resplandor de la luna resalta las partes altas de su cuerpo, regalándome una exquisita figura perfectamente dibujada. Despertarlo sería como estropear un cuadro valuado en millones de dólares.
Luego de analizar cada delicioso centímetro de él, me dirijo al baño recogiendo todas las prendas dispersas en el suelo. Al abrir grifo, no dejo pasar ni un segundo para incorporarme dentro de la regadera y permitir que el agua fría se lleve consigo el cansancio y las inseguridades de mi cuerpo. Apoyo las manos contra la pared húmeda y eventualmente coloco mi cabeza sobre ellas. La cascada que cae sobre mi espalda me deleita con suaves masajes, haciendo de mi pequeño momento, uno de los más placenteros. Cierro los ojos y empiezo a repasar todo lo que he vivido en las últimas horas. Trato de aclararme las ideas para saber cómo comenzar desde cero, puesto que ya no puedo contar con el soporte económico de mi familia. Ayden siempre me ha dicho que el dinero no hace la felicidad, pero se me complica bastante imaginarme una vida sin él, luego de haber vivido con la billetera rebosante de dólares desde que tengo uso de razón... Podría buscar un empleo, así que eso no es lo que más me preocupa en este momento. Hay situaciones más importantes que no han cicatrizado del todo todavía; conozco a mi padre y no se quedará de brazos cruzados tan fácilmente, aunque todas las células de mi cuerpo deseen lo contrario. Tengo muy en claro que esto es simplemente la calma antes de la tempestad.Luego de escuchar la fuerza con la que un par de puños impactan en la puerta de entrada, termino de corroborarlo por completo. Si bien no eran golpes muy enérgicos, sabía que algo andaba mal.
— ¡Ayden! —Grito por encima del ruido del agua para hacerme escuchar—. ¡Ayden, despierta! ¡Hay alguien ahí afuera!
Al ver que mis gritos se perdían por el fuerte repiqueteo de las gotas contra el suelo, decido finalizar mi tan agradable baño con una sensación de incertidumbre en el pecho. Mi padre no puede ser. No, no podría ser él. Los golpes con los que han llamado no han sido tan bruscos. ¿Entonces, quién? Ya es de noche y la cabaña se encuentra subiendo la montaña. ¿De verdad alguien querría atreverse a venir con tremenda oscuridad?
— ¿Helen? —Digo con la voz cargada de sorpresa al abrir la puerta y encontrarme con su figura a tan solo unos metros.
— ¿Austin? —Menciona mi nombre con un hilo de voz mientras sus ojos no hacen más que abrirse y cargarse de lágrimas. Posa su mano izquierda sobre su boca, intentando inútilmente ocultar la expresión de asombro.
No entiendo nada. ¿Estará drogada? Es decir, yo también me alegro de conocerla finalmente pero no logro comprender el por qué de tanta emoción. De todas formas, intento borrar de mi cara la expresión de extrañeza que se me había formado y me obligo a sonreír.
— ¡Austin! —Dice con más fuerza y en ese momento me percato de que sigo duro y con la mano en el picaporte.
— Ven, pasa. —La tomo del brazo y empujo suavemente su cuerpo hacia adentro. Al haber acortado tanta distancia, me veo obligado a abrazarla. Después de todo, si se ha puesto tan contenta luego de verme, un abrazo no sería para nada atrevido.
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Mi Casualidad Eres Tú
RomanceUn encuentro que derriba esquemas, porque el amor verdadero no tiene límites. Es una novela para lectores con la mente muy abierta. Dicho esto, y si todavía te crees capaz de soportarlo, te invito a que te aprietes el cinturón y disfrutes del viaje...