Prólogo.

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—¡Hola! Soy Leslie, ¿y tú?

Levanté la vista y me encontré con la mirada de una de las estudiantes con la que compartía un par de clases, pero con la que nunca he hablado.
Tenía una gran sonrisa en la cara y parecía muy entusiasmada de estar aquí.
—Soy Bianca—respondí, devolviéndole la sonrisa—¿Estás en mi clase de antropología, no es así?
Ella asintió con la cabeza.
—¡Sí!—me dijo. La había reconocido porque era una de las que más participaba en la clase y su asiento se encontraba al lado del mío.
—¿Cómo estás?—le pregunté y le hice un gesto para que se sentara. Estábamos en la cafetería en la hora del almuerzo, yo me había decidido por una ensalada y un agua ya que no tenía mucha hambre.
Apoyó la bandeja sobre la mesa y con una sonrisa, se sentó.
—¡Bien! Esta universidad es increíble-me dijo, mirando al rededor con fascinación—Me gustan las clases, los profesores, los programas, la arquitectura...¡este lugar es increíble!—repitió, emocionada.
Le sonreí.
—Síí, me alegro que te guste-respondí. Yo no me sentía muy asombrada por el lugar, había vivido toda mi vida en Filadelfia, y había visitado esta universidad un montón de veces, ya que mis padres habían decidido que yo estudiaría aquí la carrera de Medicina. Ellos son doctores y estudiaron en la Universidad de Pensilvania, al igual que yo ahora.
—¿De dónde eres?—le pregunté.
—De SouthPort, Carolina del Norte—respondió, con una sonrisa melancólica en la cara.
—Nunca he ido allí... ¿no es dónde hacen el famoso festival por el 4 de Julio?—le pregunté.
—¡Sí, exacto! Es uno de los mayores eventos anuales que ocurren en Carolina. ¡Algún día tienes que venir!—me dijo, entusiasmada.
Sonreí.
—Claro, ¿por qué no?
Me guiñó un ojo y su sonrisa se borró por unos segundos. Suspiró:—Allí es dónde vivo con mi familia, mis padres y mis hermanos... ¡los extraño tanto! Nunca me he separado tanto tiempo de ellos.
No podía decir lo mismo de mí. Mis padres no estaban en mi casa, la mayor parte del tiempo la pasaban en el hospital o viajando por trabajo. Yo ya estaba acostumbrada a estar sola; no tenía hermanos ni mascotas, por lo que en mi casa no había nadie más que yo.
—Sí...es bastante lejos de aquí—respondí. Y me llamó la atención que haya decidido estudiar en un estado tan lejano al suyo—¿Por qué has venido aquí?
Ella me miró y sonrió.
–—Pues... he trabajado toda mi vida para ir a una universidad como esta. Esta escuela tiene un muy buen programa de medicina y yo siempre he querido ser médica...neurocirujana, para ser exacta. Mis padres no podían permitirse pagar una universidad así, por lo que he conseguido una beca completa por mis calificaciones. Me he esforzado muchísimo para obtener esto, por eso es tan importante para mí.
Sonreí.
—Eso es increíble—respondí—No suelen ofrecer becas muy seguido por aquí.
Leslie asintió con la cabeza y le dio un mordisco a su hamburguesa. Su bandeja estaba llena de alimentos; tenía una gaseosa, unas papas fritas, huevo con tocino, una ensalada pequeña, un helado de vainilla y un pastel de chocolate.
No puede comerse todo eso, pensé. Pero a medida que íbamos conversando y la hora del almuerzo se terminaba, su bandeja estaba casi vacía.
La miré con asombro.
—¡No puedo creer que te has terminado toda la comida!—le dije.
Ella tomó un sorbo de gaseosa y asintió con la cabeza.
—¡Sí! Y ha estado delicioso... en especial ese tocino.
Solté una risita.
—¿Siempre comes esta cantidad de comida?—le pregunté intrigada. Leslie era una chica muy delgada, me costaba creer que en su estómago podía caber tanta comida.
—¡Sí! ¡Me encanta comer!—respondió-Si pudiera casarme con una hamburguesa, lo haría. ¡Yo sé que algún día va a ser legal!—me dijo, haciéndome estallar en carcajadas—Aunque después me la terminaría comiendo y sería homicidio de primer grado.
—¡No puedes ir a la cárcel por comerte a tu esposo de carne!—le dije, riendo.
—Lo sé, ¿cierto?—me dijo, y se limpió la boca con una servilleta—En fin... creo que tenemos que ir a clases.
Asentí.
—¿Qué clase tienes ahora?—le pregunté.
—Psicología General, ¿tú?
—¡Yo también! Vamos, ¡si llegamos tarde el Señor Jenkins va a matarnos!
Ella asintió con la cabeza. Rápidamente nos levantamos y nos deshicimos de nuestras bandejas de comida.
Leslie tomó mi mano y nos fuimos corriendo por el pasillo hasta el salón. Comenzó a reírse y yo también lo hice.
Presentía que este iba a ser el comienzo de una gran amistad.

»Un verano con los Gallahan«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora