Despertando

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Me sentía un poco mareada cuando desperté, todo se veía diferente. Miré a mi alrededor tratando de identificar donde me encontraba y me dí cuenta, un poco confundida, que todo se veía en blanco y negro. Me frote los ojos intentando en vano ver los colores, los abrí y cerré varias veces pero nada de lo que intentaba funciono. Estaba en una ciudad, creo. Jamás vi algo igual. Las personas parecían robots,no expresaban ninguna emoción, sus rostros parecían una foto distraída, pensaría que veía sin ver como programados para hacer lo que hacían. Vestían de una manera un tanto particular, los hombres llevaban camisa blanca impecablemente limpia abotonada hasta el cuello, pantalón negro sin ninguna arruga y, lo raro, ¡no usaban zapatos! Las mujeres por su parte vestían igual que los hombres, la diferencia es que su camisa era negra y el pantalón blanco.
Me levanté del suelo lentamente y sacudí mi ropa, que para mi sorpresa era igual que la de los demás, no podía recordar en que momento me vestí ni los días anteriores. Una chica iba pasando y se me acercó como comprobando si era yo. Al mirarme más detenidamente, su mirada se torno cálida y segura, me sonrío. Al ver mi rostro de confusión, me dijo:
-¿te piensas quedar allí todo el día?
Yo no sabía que responder. Al parecer ella me conocía, o al menos eso parecía. No pude evitar sentir que ya la conocía, algo en ella me resultaba familiar, ¿la había visto en otra vida quizás? ¿Pero como es que yo había llegado hasta allí?  Entonces miré más detenidamente dónde estaba, era un parque al parecer. Había árboles, sillas, una fuente de ¿agua? No lo sé, también un prado sobrecogedor, pero todo estaba en tonos grises y me sorprendió cuantos diferentes tonos de gris existían. Estaba pisando el prado. Noté que había algo mal conmigo porque todos los que pasaban por ahí, me miraban con ojos de desaprobación, revisé mi ropa pero estaba bien, así que miré al rededor y entonces lo vi, junto a mí a la derecha de un árbol había un letrero y decía: "Regla 779. No pise el prado" la chica que estaba ahí seguía mirándome con rostro un tanto inquisitorial.
Sentí como se encendían mis mejillas pero obviamente no se pondrían rojas, pero si lo podía sentir por alguna razón. Me aparte del prado y fui hacia una de las sillas que había cerca, estaba muy confundida y trataba de ordenar todos mis pensamientos. La chica me siguió.
Quizá era mi amiga, pero ¿porque no podía recordarla? ¿Había tenido un accidente, algo tan malo que me hiciera olvidar todo lo que ha pasado en mi vida? Ni siquiera puedo recordar mi nombre, tal vez ella lo sepa, pero y si es alguien con quién no debería estar, ¿si es peligrosa? O tal vez la peligrosa sea yo. No lo sabré hasta que tome el valor de preguntarle.

Escapando de AirtibakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora