-¿Por qué estamos aquí?- Le pregunto a Kai cuando nos detuvimos frente a una casa. Habíamos conducido todo el camino a Oregon. Uno sólo puede imaginar lo maravilloso que era estar atrapado en un coche con Kai durante dos días. La música mala, el peor canto de Kai y su asombrosa capacidad para ser aún más molesto que de costumbre.
La casa era grande y blanca. El porche de la casa era enorme en comparación con el mío. Habia dos pisos, dos chimeneas. Era hermosa. Pero estábamos hablando de kai, así que estaba seguro de que tenía que haber alguna terrible historia detrás de ella. Después de todo, casi todo acerca de Kai era terrible. Kai sonrió y suspiró nostálgicamente.
-Es bueno estar en casa.- dijo y guiñó un ojo.
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Seguí a kai fuera del coche y subí al porche.
-¿Por qué estamos aquí?-Le pregunte de nuevo.
-Vamos, rubita.- Dijo Kai con una sonrisa perversa.
-No me llames así.-Le dije por millonésima vez desde que misteriosamente apareció en mi puerta.
-¿Quieres saber sobre mí ,verdad?.-Puse los ojos en blanco.
-¿Puedo invitarte a una copa?- Me preguntó el chico que había sólo sentado a mi lado. Era guapo, de pelo castaño, ojos verdes y buen cuerpo. Además, tiene una sonrisa encantadora.
Sonreí. -Claro-,dije. Era mi día libre y lo estaba pasando un poco más cerca del hotel donde me hospedaba. En vez de ir para todo a la ciudad, había optado por la barra del Whitmore. Era mediodía y la barra estaba más o menos vacía, aparte de mí y el forastero que estaba al lado mío.
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-Soy Stefan.- Me dijo con una sonrisa, mientras sostenía su mano en el aire esperando que yo la tomara a modo de saludo.
