XIII. Caminos

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T.

Te quiero tanto que las estrellas mueren y los volcanes despiertan.

Te quiero tanto que duele...

∞∞∞

Tabatha llegó a la casa deshaciéndose en lágrimas, perdiendo trozos de su corazón en el camino, mientras intentaba no detenerse a llorar sus penas. El bosque se antojaba perfecto para soltar todas las ataduras, escuchaba su nombre en el viento, una promesa de paz. Sin embargo, el precio a pagar era grande, vagar de noche por el bosque jamás sería una buena opción.

Se desahogó en su habitación hecha bolita, un punto blanco sobre un mar azul.

Los golpes a la puerta eran lo único que se mezclaba con el sonido de su llanto.

—¡Mamá! ¡Mamá! —Gritaba Sabina cada vez más desesperada—. ¡MAMÁÁÁ!

Tabatha oyó las plegarías de su hija e hizo acopio de las últimas fuerzas corriendo por sus venas para irla a buscar, la cargó y una vez se tiró a la cama. Esta vez, en lugar de llorar, tarareó una canción de cuna que las envió directo al reino de los sueños.

∞∞∞

El dolor de Tabatha se había escuchado en toda la casa, no existía ruido más perturbador que el de un amor sufriendo, destruyéndose un poquito más. La abuela Mimí escuchó consciente de que no podría hacer nada para ayudarla, pues presentía que ese problema había sido alimentado por una segunda persona y no se sabía ese lado de la historia.

—¿Qué sucedió, Luciano? —Preguntó tan sólo cruzó la puerta, ella estaba parada a la mitad del recibidor abrigada con un chal.

—La cagué bien bonito —se dejó caer en el sillón de la salita más cercana—. Yo no sirvo para hablar.

—Si de eso cojeas, te vas a rodear de problemas... —se sentó en el sillón al lado de Luciano, lo pensó mejor y fue por dos tazas de chocolate caliente. Estaba decidida a sacarle toda la información y eso llevaría toda una noche—. A ver, cuenta.

Y contó hasta la última gota de historia, en ocasiones parado, otras caminando y unas más sentado. Preguntas brotaron de lo más profundo de su ser, dudas que no sabía que tenía hasta revisar todo el pasado que cargaban a sus espaldas. Vio las señales que había ignorado, no pudo evitar sentirse estúpido. Se pasó las manos por la cara tantas veces que la abuela dejó de contarlas. Luciano se llenó de disgusto por sí mismo, irritación y decepción.

—¿Qué vas a hacer, Lucianito?

—¿Hay algo que pueda hacer? —dijo desganado.

—¿Hay algo que quieras hacer?

Luciano se quedó mirando al infinito y más allá con la pregunta rondando en su mente.

—Regresar en el tiempo, si es posible.

—No, Lucianito, eso no es posible.

—Entonces... ya arruiné cualquier posibilidad de solución positiva.

—Todo es posible... hasta que se asienta la firma en los papeles —la abuelita le dio una palmada en el hombro como señal de despedida—. Buenas noches, hijo. Quiero verte en el desayuno sin tus cosas del trabajo.

Luciano se rascó la nuca y la abuela le dirigió una mirada de pocos amigos, se imaginó que le diría que era imposible, sin embargo, aquello era sólo una parte de lo que diría. Entonces la abuela negaría con la cabeza y pediría un milagro para Luciano.

—Me voy al amanecer a Santa Clara, tengo vuelo a las nueve de la mañana y junta a la una.

La abuela reaccionó.

—Lucianito, Lucianito —repitió mientras se alejaba.

∞∞∞

A la mañana siguiente, el niño periodiquero llegó en punto de las ocho y como cada día que Tabatha se despertaba temprano, lo esperó con un sándwich de Nutella y unas cuantas monedas para esos dulces que su madre no le dejaba comprar. Tabatha sentía divertida la situación, ese niño era hijo de una señora —jovencita en su momento— que fue su niñera los veranos que pasó con su madre y rompía todas las reglas que ponía la madre de Tabatha, empezando por la que decía "un dulce a la semana".

—¡Muchas gracias, tía!

—De nada, corazón. Ve con cuidado —Tabatha le revolvió el pelo al niño, no tendría más de ocho años.

Después de ver que el niño se fuera, Tabatha abrió el periódico en una página aleatoria. Se fijó en una noticia de dos columnas, pequeña, nada llamativo. Sin embargo, dos palabras resaltaron para Tabatha: "Siete Venados". De inmediato se detuvo a leerla, recordando que Luciano había estado allí justo para la desaparición de la joven. Entre más leía, más subía el sabor amargo por su garganta y su estómago se revolvía. 

∞∞∞

Para sorpresa de Luciano, Jim llegó puntual al aeropuerto. Eso sí que era un milagro. Claro, esta vez tenían el tiempo medido: recogerlo, el café semanal que ya se habían brincado varias veces y, finalmente, aterrizar en la sala de juntas donde los esperaba el equipo de trabajo. Ya se encontraban ocupando su spot usual frente a la ventana con vista a la avenida más importante de la ciudad, la típica llena de arbolitos y edificios corporativos con lo último en tecnología.

Luciano agarró el único periódico de La Provincia que tenían en el estante, rapidito llegó a la noticia de Siete Venados.

Se le cayó el alma a los pies.

La joven desaparecida había sufrido una serie de lesiones que cuando Luciano se fue todavía necesitaba valoración médica. Ahora, semanas después, salía en prensa una nota que hablaba de un evento a beneficio de la joven, quien no tenía los recursos para la operación que le regresaría la visión en el ojo derecho.

—Jim, Jim, yo le podría dar el dinero a esa niña.

—Cabrón, no es el momento para ser el buen samaritano sin el consentimiento de tu esposa.

Luciano asentó el periódico en la mesa y señaló el renglón donde decía la cantidad a juntar.

—Sería gasto de mi dinero, no de la cuenta compartida para cosas de Sabina.

—¿No crees que se le hará extraño que andes gastando miles de pesos en una jovencita por la que te retrasaste? Te recuerdo que no le has contado, y dijiste que no planeas contarle, toda esa aventurita en el bosque. Mira que es fácil creer que esa aventurita en el bosque fue verdaderamente una aventura.

—No la engañé, sólo anduve de rescatista.

—Porque el Espíritu Santo te iluminó por primera vez en toda tu vida.

Luciano estrechó los ojos.

—A veces me pregunto por qué te cuento todo si luego me lo echas en cara.

—Porque eres un idiota que no piensa en las consecuencias de sus actos.

—¡Eureka!

Bueno, Jim no andaba muy errado...

∞∞∞

EL DIARIO DE TABATHA

Estoy cansada.

Junio 2016.

∞∞∞

¡Hola! Un capítulo cortito :3

Varias lectoras me han preguntado si van a aparecer los hijos de Adrian... pues sí, los veremos pronto. No se parecen en nada a su papá en cuanto a personalidad.

¡Amé sus comentarios del capítulo pasado! Espero que se vuelvan a animar a comentarme así <3

¡Los quiero!

La niña de los unicornios (DU #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora