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Hoy me había levantado con mal humor, qué sorpresa. Cuando me miré en el espejo del baño, parecía un zombi. Y creo que en verdad, hasta un zombi se podría ver más vivo que yo en esos momentos. Esta es una de las desventajas de tener piel pálida. Puedo tener cara de muerta en cualquier momento. También tenía los ojos un poco rojos, pero todo esto era porque me había acostado muy tarde.

Uno de mis tantos defectos, es que soy más nocturna... A lo que me refiero es que me gusta hacer todo de noche, y es cuando más tengo ganas de hacer las cosas.

En fin, intenté arreglar mi rostro con un poco de maquillaje, y funcionó, o eso pienso. Luego me fui caminando hacia el colegio, simplemente porque quería dar una caminata.

Caminar me ayuda a pensar.

Amo cuando los días son soleados, como hoy, a pesar de que el sol me esté quemando los ojos al ser tan temprano, pero da igual, porque en realidad es una sensación muy linda, simplemente te sientes más vivo.

Había llegado 15 minutos tarde a la escuela, lo que ya era, media falta. Me sigue pareciendo muy estúpido, que te pongan media falta tan solo por unos minutos de retraso.

En la primera clase tenía literatura. Y como Hazel había faltado, Isaac se sentó en su lugar y acercó todo su banco lo más que pudo, hacia mi lado.

Lo miré y alcé mis cejas. Él sonrió y echó una carcajada.

—Solo quería entablar una conversación, Baker —comentó mirando lo que escribía la profesora.

—Dime, ¿de qué quieres hablar, Brown? —pregunté.

Me miró e hizo una sonrisa burlona.

—Pues de la vida, Baker, claro —soltó una pequeña carcajada, ya que de pronto la profesora lo miró seria.

La profesora se cruzó de brazos.

—Sepárese un poco de Baker, Brown —le ordenó.

Reí por lo bajo. Isaac entrecerró los ojos e hizo caso, pero cuando la profesora volvió a lo suyo, él se acercó nuevamente.

—Tu insistencia me halaga —bromeé.

Él puso una mano en su pecho y sonrió, siguiéndome el juego.

—Bien, ¿has tenido novio? —preguntó de repente.

Vaya, la sutileza no es su fuerte.

—Sí, en primaria —respondí.

Él abrió sus ojos y me miró con el ceño fruncido.

—Pero eso fue cuando éramos unos niños, no era un noviazgo de verdad —comentó.

—Estoy consciente de ello —mencioné y apreté mis labios.

Isaac se encogió de hombros.

—Yo pensé que nunca habías tenido novio. —Rio —. Con lo agresiva que eres, es muy difícil conseguir uno.

Le golpeé levemente el hombro con mi codo.

—Eres un idiota. Que no quiera hacerme la víctima o ser una indefensa como las otras de aquí, no quiere decir que no tenga sentimientos, o que no sepa lo que es estar con alguien —comenté enojada.

En verdad me había molestado un poco su comentario, pero no lo culpo, aún no me conoce bien. Pero estoy segura de que mis compañeros de antes, habrían dicho lo mismo que él, porque me conocen aún menos.

La única persona que me conoce en realidad, soy yo misma. Todo el mundo puede juzgarte por cómo te ves o te demuestras en el exterior, pero tú solo dejas ver lo que quieres que el resto vea, está en ti decidir quién puede entrar realmente en tu corazón o conocerte en verdad.

Durante todos estos años he creado una especie de escudo, que posiblemente me esté destruyendo lentamente, pero es lo mejor, porque una vez que te abres con alguien, esta persona puede llegar a saber cosas que pueden acabar destruyéndote mejor que sin conocerte.

Tuve bastante experiencia con que personas que creía que serían mis amigos, terminaron quemándome por dentro, porque las palabras tienen más poder para destruirte que cualquier golpe.

Hace mucho que no puedo confiar en alguien de verdad.

Claro que confío en Harper y en Amber, y me gustaría contarles todo sin ningún temor, pero sencillamente no puedo, porque piensan que soy la fuerte de las tres y que nada me afecta. Pero la realidad es que me estoy quemando por dentro, al no soltar ciertas cosas que me gustaría compartir, pero al no tener tal confianza, siento que no podrían tomarme en serio.

Pero este año, quiero depositar mi confianza en la gente, pero en personas que yo sepa que se puede confiar.

. . .

— ¿Te dormiste tarde, verdad? —me preguntó Amber, mientras me ponía las zapatillas de gimnasia.

Suspiré.

— ¿Se nota tanto mi cara de zombi? —pregunté para luego mirarme en la pantalla del celular.

Harper rio.

—Por suerte no eres tan pálida como yo —mencionó mientras jugaba un juego en su celular —. Yo tengo piel casi gris.

Amber y yo reímos.

—Qué exagerada —dije.

Luego el entrenador nos llamó a todas las chicas para que diéramos diez vueltas en la cancha.

— ¡Maldición! quiere que muera por falta de oxígeno —comentó Harper, agitada, mientras corría.

—Piénsalo Harper, al menos no tendrás que ir al gimnasio —dije burlona y ella entrecerró los ojos.

Amber se unió a mi risa, aunque estaba bastante atrás de nosotras.

En las gradas pude ver a Isaac y Oliver, cuando vieron que los noté ambos se levantaron y saludaron con la mano, les devolví el saludo. Estaban tomando Coca-Cola.

¿Qué hacían aquí? yo en su lugar, me habría ido a mi casa, lo que sea menos estar aquí.

Luego el profesor dijo que hiciéramos equipos para un partido de fútbol, como éramos bastantes chicas, (Claro, porque nos juntaron con el otro curso) entonces hicimos cuatro. Yo fui la primera a la que eligieron, porque soy buena arquera y buena defensora.

Pobre de mis compañeras, siempre tienen miedo de acercarse a mi arco, porque saben que posiblemente les rompa un pie.

En mi equipo había compañeras de mi curso con las que me llevaba bien y eran buenas jugadoras, pero Harper y Amber estaban en equipos distintos. En este partido me tocaba contra el equipo de Harper. Yo era defensora.

Harper me advirtió que no le rompiera nada o le debería un helado.

Escuchaba que de las gradas Oliver y Isaac me alentaban, porque saben que soy la más deportista.

Al final del partido les ganamos, y yo metí un gol de media cancha.


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