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En el interior de la cueva de la Roca del Rey todo está a oscuras y se percibía la tensión en el aire. Ahadi caminaba de un lado a otro nervioso, el día había llegado, Uru estaba dando a luz. Uru estaba del otro lado de la cueva, y él según la tradición debía permanecer allí y esperar a que los cachorros nacieran para verlos y dar su aprobación y sus respectivos nombres.

Ahadi el rey de las praderas estaba inquieto y ansioso por ver a sus cachorros, de ver como eran y también estaba preocupado por Uru, que al ser madre primeriza podría tener más complicaciones durante el parto.

Los dolores de Uru comenzaron en la tarde de ese día, dando a entender que el parto estaba cerca. Llevaba casi tres horas en trabajo de parto, pero todo esfuerzo de Uru por pujar había sido infructuoso lo que aumentaba la preocupación del rey león y con ello el presentimiento de que algo andaba mal con los cachorros o algo mucho peor que le ponía el pelaje de punta de sólo pensarlo, que los cachorros estuvieran muertos en el vientre de Uru.

Ahadi sacudió su cabeza para apartar ese desagradable pensamiento de su mente, debía pensar positivamente y no dejarse llevar por los nervios.

Pasaron los minutos y Ahadi seguía caminando de un lado a otro de la cueva cuando un agudo chillido retumbó en la cueva desgarrando el silencio desde el otro lado de la cueva donde se encontraba Uru. Ahadi abrió sus ojos de par en par, una repentina sensación de alivio le recorrió el cuerpo tranquilizándolo. Ya había nacido uno de sus cachorros. El chillido era agudo y quejumbroso, la sensación de haber salido de la tranquilidad del vientre de su madre para aparecer en el exterior ruidoso y desconocido debía de serle incómodo al recién nacido, de pronto se escuchó otro chillido más suave pero igual de perceptible en el silencio de la cueva. El segundo hijo o hija del rey había nacido.

Pasaron alrededor de quince minutos de incertidumbre hasta que una de las leonas que acompañaba a Uru durante el parto, Sabini apareció en frente suyo, hizo una reverencia y dijo:

__ Rey Ahadi, felicidades ha tenido dos hijos varones que nacieron fuertes y sanos. Puede pasar a verlos.__ Ahadi asintió agradecido, Sabini hizo una reverencia y se retiró hacia el exterior de la cueva para dejar a la familia real a solas.


Ahadi tomó aire, y con pasos rápidos y ligeros llegó a la roca detrás de la cual se encontraban Uru y sus cachorros. Al asomar su cabeza detrás de la roca, vio a Uru de espaldas y su mirada puesta en su vientre, Ahadi se acercó un poco y con cuidado, Uru giró su cabeza y le miró con ternura.

__ Ven Ahadi, acércate__ dijo dulcemente__ ven a conocer a tus hijos.

Ahadi entró con cuidado tratando de no hacer ruido, no quería molestar ni a Uru ni a los pequeños. Ahadi se sentó sigilosamente en frente de Uru y miró con ternura a sus pequeños hijos. El primero y el más grande de los dos, tenía un pelaje lustroso y dorado y el segundo y más chiquitín tenía un pelaje moreno de tonos oscuros como su madre. Los dos cachorritos se amamantaban de los pechos de su madre mientras esta les daba suaves lametones para limpiarlos en sus pequeños cuerpos que se retorcían incómodos ante los lametones de su madre chillando levemente y moviendo sus patitas torpemente.

 Los dos cachorritos se amamantaban de los pechos de su madre mientras esta les daba suaves lametones para limpiarlos en sus pequeños cuerpos que se retorcían incómodos ante los lametones de su madre chillando levemente y moviendo sus patitas torp...

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Ahadi apoyó su cabeza sobre la de Uru y frotó su mejilla suavemente contra la de su pareja ronroneando sonoramente en señal de cariño. Un sentimiento de profundo orgullo infundió a Ahadi al ver a sus pequeños hijos, era una sensación inexplicable pero gratificante a la vez. En ese momento Ahadi se prometió a si mismo ser el mejor padre para sus hijos así como su padre Mohatu lo fue con él.

 Ahadi y Uru permanecieron en silencio contemplando a sus hijos. Al cachorro dorado le dieron por nombre Mufasa y al pequeño oscuro Taka estos eran los nuevos príncipes del reino.


El rey León.  El reino de AhadiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora