En un hospital.

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Desperté feliz sabiendo que quizá podría ser mi último día de vida. Me puse mis pantunflas y bajé a la cocina, ahí estaba mi madre con sus ya listos famosos waffles que tanto me encantan.

- Deliciosos como siempre - comenté sonriendo.
- Que bueno que te gustaron - hizo  una pausa. - ¿Lista para hoy? - terminó con ésa voz suave que tanto me tranquiliza.
- Eso creo - respondí a secas.
Ella sabe perfectamente que no son mis días preferidos, éso de estar por horas en un hospital tomando me  radiografías, recibiendo inyecciones, sueros, entre otras cosas, no me agrada nada, es muy aburrido, pero después de todo son dos veces al mes y sólo intenta darme ánimos.

Terminé mi desayuno, subí para cambiarme. Me puse unos jeans, tenis blancos, una blusa negra.

Tomé uno de mis tantos libros, mi medicamento, audífonos

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Tomé uno de mis tantos libros, mi medicamento, audífonos... y los introduje en una pequeña mochila.  Llevé mi celular conmigo para así, encaminarme al auto. Minutos más tarde nos encontrábamos rumbo a nuestro destino.

Cuando tenía 12 años me diagnosticaron "Leucemia Linfocitica Aguda" una enfermedad terminal, que es un tipo de cáncer en la sangre. A pesar de ello intento llevar una vida lo más normal posible, hacer lo que cualquier chica adolescente de 17 haría. Claro que para mis padres fue muy duro ver a su pequeña niña correr, saltar, divertirse y en un parpadeo verla apagarse, éso los destruyó por dentro. Sé que intentan ser fuertes.
Recuerdo muy bien haber escuchado en repetidas ocasiones a mi madre llorar por las noches y mi padre a su lado consolando la. Me pregunto constantemente, ¿por qué yo? ¿por qué me pasó esto?...

Tampoco es fácil para mi, no es divertido el privarme de hacer muchas cosas por cansarse rápido o sentir como no puedes respirar, es horrible, pero sólo la persona de allá arriba sabe el "¿por qué?" y "¿para qué?" de todo. De lo único de lo que si estoy completamente segura es de que si hoy es mi último día aquí tengo que vivirlo al máximo.

Llegamos al hospital y realicé la misma rutina de siempre, al finalizar, mi doctor habló con nosotras como ya era de costumbre.
Nos dió las indicaciones de mis cuidados, lo que debo tomar y lo que no debo de hacer, pero esta vez algo cambió.

- Me complace decirles que todo va bien, el tratamiento está funcionando y si sigues así tus meses de vida se alargarán. - comentó el Dr. Medrano.

La cara de mi madre se iluminó y yo porsupuesto estaba muy feliz, dimos las gracias y salimos del lugar.
Al subir al auto sólo pudo decir que teníamos que celebrar, sus lágrimas lo decían todo.

Como cualquiera iba a la preparatoria pero no es uno de los mejores sitios para mi condición, así que después de una larga charla mis padres decidieron que tomaría clases particulares.

Como cualquiera iba a la preparatoria pero no es uno de los mejores sitios para mi condición, así que después de una larga charla mis padres decidieron que tomaría clases particulares

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