58: Deberes

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Al fin llegaron las vacaciones de Semana Santa. Hermione ya tiene menos ojeras, pero no deja de trabajar: todo el tiempo tiene un libro en la mano, otro bajo el brazo y otros cuatro en la mesa delante de ella, o un armamento literario en la mochila si va caminando. Hasta se unió como miembro de medio tiempo al club de gente que se choca contra las paredes y los marcos de las puertas.

Ron no estudia para los exámenes porque según él están a mil años de distancia, pero también está agotado de leer tanto material para la apelación de Buckbeak. Incluso se olvida de poner cara fea cuando ve a Crookshanks. Creo que llegó al punto el que ya no ve nada. Ayer pasó por el pasillo donde Cedric y yo estábamos hablando con muy poca distancia entre nuestros rostros, y todavía no escuché ningún comentario al respecto.

Ahora estoy sentada en el sofá de la Sala Común entre Neville y Hermione, que están en situaciones muy diferentes. Él está realmente perdido en casi todas las materias, incluso más que yo en algunas, y solamente tiene el horario básico. No sé qué haría uno de nosotros en el lugar de Hermione... Estaríamos muertos al segundo día.

—¿Y si agrego raíces...? —me pregunta Neville mientras revisa sus apuntes de Pociones, parcialmente copiados de los de Hermione.

—No, no, eso no lo hagas jamás si estás haciendo una poción reductora —le digo mientras ordeno mis papeles.

—Poción reductora, muy bien...

—Y tampoco lo intentes al final de ninguna poción, simplemente porque no te dará tiempo para que termine de disolverse todo.

—...al final...disolverse... ajá... —dice anotando en su papel.

—Y, uf, bueno, hay mucho más para contarte, ¿podemos seguir después del almuerzo?

—De acuerdo, mientras tanto puedo estudiar para Historia de la Magia.

—Uh, no, eso déjalo para que estudiemos juntos más tarde, apesto como una bomba fétida en Historia. Nunca puedo recordar las fechas.

—Yo tampoco. Entonces voy a repasar para Herbología, eso sí es fácil y voy a terminar antes de la comida.

—Si tú lo dices.

Saco un pergamino y meto la pluma en el tintero para escribirle una carta muuuuy afectuosa a mi queridíiiiiisimo tío Lucius. A pesar de todo, estoy en una mejor posición para escribirle a él que a Papá Blair, porque la última vez que vi a mi tío fue en el verano, y no hace años.

Al final, me enfurezco tanto escribiendo la carta que termina siendo algo así: 

"Tío Lucius, por favor vuelve a considerar la sentencia del hipogrifo, yo creo que deberían perdonarlo. No ha hecho daño a nada muy importante que digamos, y todas las vidas son valiosas, tanto las humanas como las de los animales. Buckbeak merece vivir. Atentamente, tu sobrina. PD: No esperes que Slytherin gane en la final."

Sí, sé que esto no servirá de mucho, pero al menos hago algo. Si no consigo que cambien la sentencia de Buckbeak, al menos esto molestará al criador de cerdos rubios.

—¿Puedo usar a Hedwig, Harry? —pregunto con las CICEA bien puestas.

—Eh, sí.

—Muchas gracias. Le daré unas semillas para que coma bien antes del viaje.

En la Lechucería me resbalo bastante por el suelo congelado y una chica de Hufflepuff me ayuda a levantarme todas las veces necesarias. Roja por la vergüenza, le agradezco mucho y me voy a buscar a Hedwig. Espero no tener la túnica llena de excremento de lechuza.

—Lleva esto a la Mansión Malfoy —le susurro a Hedwig mientras le doy de comer.

—¿Qué quieres enviar a mi casa, bombas fétidas? —Draco está en la puerta, y esta vez está solo.

Leyla y el prisionero de Azkaban | (LEH #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora