Agosto 25.
En la sala de mi casa se encuentra un sofá, que está deteriorándose poco a poco de lo viejo que ya es, y probablemente no es de lo más cómodo pero es mi lugar preferido para pensar, para descansar, para sencillamente todo. Ese pequeño sofá da vista al enorme ventanal de mi casa, ese que permite que la luz se adentre e ilumine toda la planta baja.
Y bueno, para no entrar en más detalles es el lugar perfecto para mi, esta vez no estaba ahí leyendo un libro, ni escuchando música con los auriculares reventando mis tímpanos y tampoco estaba enviando mensajes de texto a mi mejor amiga; estaba ahí sentada en silencio con los brazos envolviendo mis piernas y tratando de ahuyentar los nervios que me estaban dominando. Mis propios pensamientos iban a matarme y probablemente se estén preguntando el motivo; la razón es nada más y nada menos que el ingresar a un colegio en el que yo seré completamente desconocida.
Cambiar de entornos no es lo mío, y para mi mala suerte sucede que cuando creí ya haberme adaptado al lugar en donde me encuentro llega un nuevo cambio y entonces me estropea todo, adiós entorno, adiós amigos, adiós a todo. Por ejemplo, en el curso anterior conocí a un chico que fue bastante atento conmigo, por meses estuvimos hablando y tiempo después surgió una relación entre ambos, el fin del curso llegó y acordamos que eso no sería impedimento alguno ya que nos estaríamos viendo algunos días de vacaciones hasta volver al nuevo grado y todo iría perfecto pero, no fue así, ya que mi madre me informó los nuevos planes y bueno... ahora estoy en esta nueva y desconocida ciudad.
El colegio al que asistiría era bastante bueno por lo que mi madre y mis hermanos sabían; yo ya estaba lista para irme... o al menos físicamente lo estaba, un uniforme bastante formal acompañado de un par de medias blancas, calzado en color negro y mi cabello estaba hecho una coleta. Mi móvil sonó debido a la alarma que estaba anunciándome que era hora de partir a la nueva institución si es que quería llegar a tiempo, tomé mi mochila que estaba llena con un par de bolígrafos y una libreta por si necesitaba escribir cualquier cosa, y me fui, dejando por completo sola la casa.
Caminé unas cuadras y tomé el autobús con la ruta que me dejaría frente a la puerta del colegio y tras algunos minutos de camino llegué a mi destino, lo miré y a decir verdad era demasiado grande a comparación de los lugares anteriores donde había estudiado, sin pensarlo y tragándome el pánico entré, nunca vi una escuela con tantos alumnos, algunos de ellos ponían su mirada sobre mi intuyendo que mi rostro no lo habían visto antes y que efectivamente era nueva por ahí.
En la dirección de la escuela me indicaron todo lo relacionado con mi inscripción, las materias, los horarios y más detalles, todo esto mientras los demás estaban en su primer clase y fue entonces donde llegó el momento en el que me llevarían a mi grupo, tenía la mente repleta de preguntas, insegura, trataba de responderlas mientras caminaba tras la persona que me guiaba y cuando menos lo note estábamos frente a una puerta que tenía pintado el número 21 en ella, esta persona que al parecer era una maestra toco a la puerta y segundos después una señora de cabello grisáceo y con la piel bastante pálida abrió, se le explico que me integraría al grupo y entonces, entré...
Hola, espero que les agrade esta historia que estoy escribiendo, si les gusta guardenla en su biblioteca y compartanla para que más personas la lean, muchas gracias por estar aquí, pueden llamarme Le.
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Destino
Non-FictionEsta es una historia inspirada en una pequeña pero significativa parte de la vida de Lena, una joven adolescente de 16 años quien se ha mudado de los solitarios suburbios en los que vivía a la gran ciudad, ella comenzará una nueva etapa desde cero s...