Capitulo 29

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— ¿Jimin? ¿Q-qué haces?— pregunté al ver que no se alejaba— E-estás muy cerca.

— Oh... cierto— se alejó.— L-lo siento TaeTae...

— No importa, sigamos limpiando.

— Ok...

Ambos seguimos limpiando en un silencio bastante incómodo. Cuando lo miraba de reojo veía que aun tenía las mejillas como un tomate.

— Pensé que ya estarían besándose...—dijo alguien a nuestras espaldas— pero lo están haciendo bien...

— ¿C-cómo lo están haciendo los demás?— habló por primera vez Jimin después de lo ocurrido.

— Yoongi, Jin y Namjoon no dejan de discutir, y Hoseok y Dahyun comienzan a reírse por cualquier cosa o se distraen de lo que tienen que hacer y comienzan a hablar— dijo lo último con una mueca.

— Uy, alguien se está poniendo celoso— lo miré con una sonrisa.

— ¡No estoy celoso!— miró a Jimin y luego me miró a mi.

— Como digas...

— ¿Por qué Jimin tiene toda la cara roja?¿Hicieron algo picarones?— nos miró con una sonrisa pervertida.

Miré de reojo a Jimin y éste se puso más rojo. En cualquier momento iba a explotar el pobre.

— ¡Vete con los demás!— lo eché de la habitación y le cerré la puerta en el rostro.

— ¡No hagan nada en mi cama cochinos! ¡Después limpian ustedes lo que hicieron! ¡Y más vale que no me entere, porque puede que los shippee a ustedes dos, pero aun así en mi cama no harán nada!

— Ignóralo— le dije a Jimin, el cual se encontraba mirando al suelo.No me respondió y siguió limpiando.

Cuando me aseguré de que Jungkook ya se había ido, abrí la puerta y respiré un poco del aire. Adentro de la habitación de él el aire se sentía muy pesado. Además, hacia bastante calor ahí dentro.

Cuando terminamos fuimos a la habitación de sus padres, pero ya estaba limpia y como las demás habitaciones estaban cerradas con llave, seguimos con el baño.

— Esta es la ultima habitación que queda ¿no?

— S-si.

Hasta el baño era enorme, tenía todas las cosas separadas por unos varios metros.

Si fuera un niño ya me hubiera perdido en esta casa, no sé cómo hacia JungKook para no perderse.

Bueno, está bien que no me quiera hablar porque está avergonzado... pero esto ya es bastante incómodo. Cada pregunta que le hago me contesta con monosílabos o solo asiente con la cabeza.

Ya cansado del silencio incómodo caminé hasta él que se encontraba limpiando el suelo al lado de la bañera.

— Jimin.

— ¡E-espera TaeTae! El suelo está resbaladizo— se levantó rápido.

— No me importa— me seguí acercando a él.

Pisé en donde él estaba limpiando, y tenía razón, estaba resbaladizo... demasiado.
Si no fuera porque él justo me agarró cuando me resbalé, me hubiera dado la frente contra la bañera, pero como consecuencia de que me agarró rápido, caímos los dos dentro.

— ¡¿P-por qué le tenias que poner cera al suelo?! Pudimos habernos roto la cabe...— me callé al darme cuenta de la posición en la que estábamos.

¿Por qué siempre nos tenemos que caer? ¡¿Y por qué siempre que nos caemos, él está debajo mío?!

Mirando bien la situación...

Él se encuentra debajo mío, con las mejillas rojas, los labios entreabiertos y su cabello todo revoltoso.
¡¿A quién no le gustaría estar así con alguien como Jimin?! Así que... ¿Cómo hago para resistirme a eso?

Él me miraba fijamente a los ojos, poniéndome más nervioso.

De nuevo ese maldito cosquilleo en el estómago. Mierda.

Mi mirada se apartó de sus ojos y se fue dirigiendo hasta sus labios.

Aguanta Taehyung. No mires ahí.
No lo hagas Taehyung.
Resiste...

A la mierda.

Llevé mis manos hasta sus mejillas y fui acercando mi rostro al suyo lentamente.

— T-taeTae.

— Shh, no hables— me sorprendí por el tono de mi voz.

Seguí acercándome hasta que quedaban pocos centímetros de distancia y mi respiración se unía con la de él.

Cuando nuestras narices se rozaron me quedé quieto, apreciando esos ojos avellana oscuros.
Sentía como su corazón latía rápidamente, incluso más que el mío y sus mejillas cada vez se ponían más rojas.

— Mierda— aparté mi rostro del suyo.

— ¿E-eh? ¿P-por qué?

— Si lo hago, después no me voy a poder contener— escondí mi rostro entre la unión de su cuello y hombro, oliendo su dulce aroma.

— N-no lo hagas— me separé para mirarlo al rostro.

— ¿Qué?

— N-no te contengas— lo miré a los ojos sorprendido, pero el apartó la mirada.

Eso fue la gota que rebalsó todo.

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