Todo comenzó con una serie de cambios en mi cuerpo antes que en mi mente; yo tenía 9 años y me encontraba en mi habitación jugando a las “barbies”, en ese entonces no tenía un cuarto propio, mi madre trabajaba en una fábrica y vendía burritos para poder pagar el alquiler de la morada donde vivíamos. Mi hermano menor estaba distraído jugando por su lado con “Max Steel”, cuando de pronto sentí humedad en mis calzoncillos. Corrí al pequeño baño que teníamos y vi una terrible mancha color tamarindo en mis pantaletas, pensé que se me había soltado el estómago y un accidente había ocurrido, así que tiré mi ropa hecha bolita en papel higiénico al bote de basura y continué jugando. A la mañana siguiente me levanté como de costumbre a orinar y de pronto al sentarme noté una nueva mancha, así que repetí la acción de tirar mi ropa escondida en papel al basurero. Continué mi día, fui a la escuela, escribí todo lo del pizarrón en el cuaderno, salí a recreo, me compré unas papas con chamoy, una soda, jugué al “stop” con los niños de mi salón, anoté mi tarea y regresé a casa. Al llegar, dejé mi mochila y entré al baño, pero lo que encontré era algo terriblemente espantoso… SANGRE, había sangre en mi ropa interior… traté de recordar si me había golpeado con algo o tal vez tiré el chamoy de mis papas y me senté en él, pero parecía casi imposible, pues de ser así tendría que haberme sentado con las piernas totalmente abiertas para mancharme solamente en esa área. Estaba muy alarmada, me cambié de ropa pero al poco rato ¡volvió a aparecer esa terrible mancha de sangre! Estaba muy asustada, me estaba desangrando y no sabía por qué. Me puse papel y recé a Dios para que me devolviera la vida… pero entonces algo divino me obligó a dirigir una mirada total al baño… arriba del escusado estaba un mueble oxidado donde mi madre colocaba el papel, las toallas con las que nos secamos, los rastrillos morados que solo ella usaba, los jabones y demás artículos de baño, pero entre tantas cosas observé un paquete sospechoso color rosa con un letrero que decía “toallas sanitarias”… me puse una sin saber por qué o si serviría de algo.
En la noche llegó mi mamá de trabajar en la fábrica, como se había divorciado de mi padre unos años atrás y éste nos echó de la casa deslindándose de su responsabilidad, ella se vio en la necesidad de trabajar turnos dobles, vender burritos en la hora del almuerzo y zapatos por catálogo en sus descansos, al final de una larga jornada llegaba a ver su telenovela favorita mientras yo le sobaba los pies como buena hija agradeciéndole todo lo que hacía por nosotros, sus hijos. Las telenovelas tienen 5 minutos de drama y 30 de comerciales. Entre tanto y tanto pasó un comercial de las llamadas “toallas sanitarias”, nunca había prestado atención a eso, así que le pregunté a mi mamá para qué servían. Mi madre trato de explicarme tartamudeando que cuando las niñas se convertían en mujercitas les salía poquita sangre por “abajito”, pero me repitió varias veces que eso no me ocurriría hasta los 14 años o más. Me entró miedo… si todavía no estaba en edad, era probable que mis sospechas fueran ciertas, y en realidad estaba muriendo poco a poco. Sin embargo, de nuevo le pregunté a mi madre si no había posibilidades de que eso ocurriera antes, ella cuestionó el porqué de mi insistencia, así que fui a sacar uno de mis calzoncillos del bote de basura para enseñárselos. Mi madre se emocionó tanto, me abrazó y me dijo que ahora tenía que cuidarme de los muchachos por que podía quedar embarazada… otra terrible noticia. No sabía cómo ni por qué, pero restringí todo contacto con los niños de mi salón.
Los días pasaban, la emoción de mi madre, que un principio parecía orgullo (pues hasta lo comunicó en una fiesta familiar a todos los invitados), parecía haberse convertido en absolutamente todo lo contrario y aun que me dijera que ella era mi “amiga” cada día se molestaba más conmigo quejándose de mí por tener un olor particularmente desagradable, jaloneándome la ropa, el cabello y comprándome por primera vez un perfume para disimular la fragancia de mi menstruación.
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Hola, ya eres mayor.
Teen FictionEsta narración la escribí para una convocatoria acerca de lo que significa ser joven. Quedé entre los 10 seleccionados de la ciudad, el libro no saldrá hasta marzo pero se los comparto, espero sea de su agrado y con gusto leeré sus comentarios :) gr...