Él es una pesadilla, mi única pesadilla.
Mi único terror desde que era una niña, mi único acompañante eterno.
Cada noche rezaba para que no estuviera ahí cuando fuera a dormir. Pero como un buen anfitrión, lo estaba. Hacia una pequeña reverencia desde la puerta de mi habitación, dándome la bienvenida a su oscuro dominio, mi pequeña mente torturada. Sabia que el juego comenzaba. El, el perseguidor. Yo, siempre la victima.
Esta noche es diferente, puedo sentirlo. Mi madre se va a dormir escalera arriba, mi hermano desaparece en la cocina, y el reloj marca ya las 2 am, trate de distraerlos lo mas posible para que no me dejaran sola.
Suspire y reuní la poca fuerza que quedaba en mi. Tenia una cita. El nunca falta, yo tampoco lo haría. Fue entonces cuando me di cuenta que después de tantos años de la misma tortura mi cordura se desvanecía. Tal vez si ya no sintiera dolor, y me volviera loca, me desharía de el. Mi hermano apaga las luces a mi alrededor, dejando la planta baja oscura y sube con un vaso de agua las escaleras, como si fuera lo mas natural. Cuando esta al pie de ella se gira y me mira en la penumbra.
-Ana, solo debes dejar de temer a la oscuridad.
Y se fue.
La palabras de mi hermano se quedaron en mi mucho rato, me senté en el sillón de la sala, en medio de la penumbra, combatiendo el sueño. Sentía mi cabeza caer, y mis ojos se cerraban, no lo lograría por mucho tiempo.
Llegue a mi cuarto palpando paredes para no tropezar, cruce la puerta, sabiendo que era el umbral del comienzo, donde nace el miedo.
Sentía la cara caliente, estaba llorando, a veces ni siquiera lo notaba, ya estaba acostumbrada a ellas. Me sumergí en mi cama, y ni siquiera me tome la molestia de cubrirme con las cobijas. Llegaría tan pronto me durmiera.
Apreté los ojos, y me rendí al sueño.
Ahí estaba, parado en la puerta, mirándome, no podía ver su rostro, solo su silueta vaporosa y negra, alzo una mano frente a el, eh hizo la reverencia. Yo temblé en mi cama y me aferre con puños a ella, solo una vez había tratado de luchar contra el para que no me llevara. Quemo mis manos.
Lo mire con odio sin moverme un segundo, cruzo sus brazos detrás de si, amenazante dio un paso dentro de la habitación, mi valentía flanqueo, y me puse de pie al instante, el retrocedió, avance sin mirar al frente porque me daba miedo su cara, sabia que quería que lo siguiera, era la misma danza, los mismos pasos.
Al estar a su lado sentí el frió que emanaba su ser, y me recorrió un escalofrió, me costaba respirar. Y entonces el lo hizo, puso su helada mano justo sobre mi clavícula quemándome.
Mi habitación desapareció, la pesadilla comenzó. Frente a mi estaba el claro, y el bosque en que me había perseguido en muchos otros sueños, no era nada nuevo, sabia como terminaba esto.
Empece a contar, uno, dos, tres...
El primer aullido partió la noche a mi al redor, y comencé a correr para huir, el claro quedo tras de mi, y con el la luz, me adentre en el bosque que abrió sus fauces y me trago.
Los familiares rasguños de los arboles en mi piel eran la bienvenida, ni siquiera me tome la molestia de revisar el daño, sabia que lo peor aun no llegaba. No tarde en escucharlos tras de mi, jadeantes, hambrientos, rompiendo el suelo con sus gigantescas patas.
Me atraparían y me deborarían viva, no podia respirar, pararía, ya no podía más, me atraparían, comence a llorar, podia sentir mis mejillas calientes, y mi visión se volvio borroza, cerre los ojos, perdiendo la direccion de mis pasos, solo faltaban segundos...-Ana, solo debes dejar de temerle a la oscuridad-
Y abri los ojos, deje de correr por primera vez desde hace años, y me gire para ver a mis perseguidores, pero no habia nada, estaba sola, una luz nacio a lo lejos entre los árboles, comence a correr y esta crecía más, y más, mientras me acercaba, la luz cubría todo a mi alrededor ahora, sonrei llena de emoción. Y entonces lo vi, salto hacia mi, ilumindose tambien, por fin pude ver a la sombra. Su cara me era familiar...joven, pero vieja a la vez, con unos grandes ojos negros y un cuerpo flaco y alto.
Hizo la reverencia y sonrio.
Desperte con un grito ahogado, había regresado.