Nick.

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 Escuchaba sonar desde lejos la alarma, el sonido se volvía a escuchar con más claridad. Intenté abrir los ojos y un rayo de sol me lo impedía. Cansado, me levanto pensando en si mi decisión estaba tomada, y sí, estaba seguro que sería esta noche. Voy al baño y me espanto de mi rostro reflejado en el espejo, ojos hinchados y enrojecidos por el llanto de la otra noche, sentía una angustia enorme, pero no tanto como la vida que vengo viviendo. Sería lo mejor...

Ya estaba preparado, y después de haber desayunado partí rumbo hacia la escuela. Devuelta mis oídos empiezan a retumbar, y ahí se encontraba, ese quien he estado tratando de evitar durante mi ingreso, pasa por mi lado y me empuja, caigo al piso y todos se ríen, nada fuera de lo común. Pero él es una de las razones por la cual mi decisión ya está tomada, Peter, el chico que me molesta desde que tengo memoria, experto en humillarme y el cual, yo, estoy enamorado.

Con sus palabras empiezan a golpearme, gay, marica. Y que me haya acostumbrado no quiere decir que no me duela.

En un momento de la clase de Literatura sentí un vacío enorme, parecía que no podía respirar, era el dolor que siempre me atormentaba recordando todo lo que fui viviendo en mis 17 años de edad, los maltratos, las burlas, los cortes... Necesitaba cortarme, era algo que el cuerpo me pedía a gritos, o más bien, esa voz en mi cabeza. Pedí permiso a la profesora y salí corriendo al baño, me encerré lo más rápido que pude y lo hice. Realmente siento que es una manera de expresar mi propia vergüenza hacia mí y mi cuerpo, y había ocasiones en que mis emociones estaban a flote que no sabía qué hacer. La única forma de obtener satisfacción instantáneamente era por medio de esta liberación inmediata de mí mismo. Pero ese no era el momento, yo no trataba de matarme, y comenzó a sangrar, sangrar mucho, lo limpie como pude, coloqué mi brazo bajo el agua y deje que fluya. Escuché sonar la campana del recreo y escondo mi corte con las miles de pulseras que tenía, el baño comenzaba a llenarse y yo salí como pude.

Yo no puedo con esto, créanme que lo intenté varias veces pero nada parece suficiente, estúpido cuerpo, estúpida homosexualidad, estúpido yo.

Voy a comprar algo para comer y una chica me toma de la muñeca, me asusté mucho, y me dolía, al darse cuenta de mi cara de dolor y espanto la tomo con más cuidado y me llevo a otro lado. Estaba asustado, creí que se iba a burlar de mí, que iba a contarles a todos mi secreto más oscuro, esto realmente me asustaba, pero no, hizo todo lo contrario, me sentó y me saco todas las pulseras, mis cicatrices quedaron a los ojos de esta chica, se las quedó viendo unos segundos y yo repetí su acción. Recordaba a cada una de ellas, recordaba el dolor. "¿Por qué?" dijo mientras me miraba con ojos penosos, luego depositó varios besos en mi brazo, no entendía nada. Sacó de su bolsillo un fibrón y comenzó a dibujar mariposas arriba de ellas, "¿Ves esas mariposas? es como tu amiga, tu mascota; cada vez que te cortes muere, tenes miles y miles de mariposas pero vos elegís si ser un Hitler de mariposas." Y sentí un dolor en el pecho. Mis ojos se pusieron vidriosos de inmediato y una curva placentera se posó en mi rostro, era una sonrisa. Hacía mucho ya que no reía de verdad. "No quiero ser un Hitler de mariposas" respondí repitiendo lo que tanta gracia me causó, al segundo me envolvió en sus brazos y por unos minutos me sentí pleno, pude disfrutar de un abrazo verdadero. Le agradecí por lo que había hecho por mí. Sonrió y partió rumbo a su vida.

Al terminar la clase vuelvo a mi tormento un tanto despejado por el momento que esta chica me hizo vivir, viendo mi muñeca y acariciando esas mariposas, riéndome, por primera vez sintiéndome libre.

Aún así no soy una persona feliz, no la paso bien acá. La decisión ya estaba tomada, este era mi fin, porque a pesar de lo que había vivido hace unas horas eso sabía que se terminaría en lo que tarda el sol en salir. Nada cambiaría mañana.

Llegué a mi habitación y acá estoy, escribiendo mi carta de despedida.

Veneno. Ni más ni menos que veneno, no es instantáneo, pero no creo que llegue a durar más de treinta minutos. Lo estoy tomando en este momento, siento que decaigo pero no quiero dejar de escribir, no sabiendo que estoy tan cerca de la muerte. Estoy riendo, ¿qué no ven? Estoy feliz, ¡Me voy por fin de este mundo! no saben las veces que lo he deseado, ya me estoy yendo.

Nunca había sido tan plenamente feliz como en este momento, puro frenesí, aunque tenga la hiriente sensación de que nunca más volveré a serlo, en este grado, con esta intensidad pero porque yo lo estoy eligiendo así, y si esto no sucedía, jamás sabría sobre esta sensación. Y si esta es la felicidad, qué más da, ya estoy entregado.

Nick.


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