Epílogo

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Los siete semidioses llegaron justo al anochecer, sin llamar la atención de nadie en el campamento.

Se acercan con pasos lentos y cansados, pero aún así sonriente por haber logrado llegar a salvo al campamento; su hogar. El resplandor que emitía la fogata y el cálido ambiente que propagaba los incentivo a caminar más de prisa.

De repente, los cantos de la cabaña de Apolo cesaron y todos vieron a siete figuras sombrías que se acercaban. Amanda Stone se levanta entusiasta de volver a ver a su hermana de vuelta y comienza a correr hacia esas siete figuras andantes, seguida de una feliz Clarisse La Rue, quien quería demostrarle sus nuevas destrezas con el tiro al arco a la hija de Zeus.

Ambas chicas llegan juntas con la masa de semidioses detrás y buscan con la mirada a la fría chica de cabello café y ojos celestes grisáceo, pero por más que lo intentan no la encuentran. Clarisse aprieta los puños y mandíbula con fuerza, resistiendo las inmensas ganas de llorar, mientras que la hija de Poseidón deja sus lágrimas correr con fuerza, y es Nicole quien la sostiene para que no se derrumbe.

- ¿Y Danielle? - Pregunta con dificultad la chica de ojos verde mar.

- Desapareció - dijo sin más la hija de Atenea, que es recibida por sus hermanos con alegría.

- ¿Cómo qué desapareció? - Preguntó con la mandíbula apretada la hija de Ares.

- Ella era la que tenía que desaparecer - dijo indiferente Leo. Y para los ojos de todos eso fue impresionante, pues el hijo de Hefesto era muy allegado a la chica de cabello café.

- ¿Cómo lo puedes decir así? ¿Tan insensible? - espeta con ira hacía el chico, una destrozada Amanda. Quien con ayuda de su hermana mayor, pudo estabilizarse.

- Porque ella no se merece nuestra lastima - dice Piper.

Amanda abre los ojos sorprendida ante las palabras de la hija de Afrodita, y Clarisse siente como su paciencia de agota.

- ¡¿Cómo puedes decir eso?! - Grita histérica Amanda, siendo el centro de atención de todos - Eras su amiga - susurra llorando.

- Lo era hasta que nos mostró quien era en verdad.

- ¿Quién es en verdad? ¿Qué quieres decir...?

- ¡Ella nos mintió! - Gritó Percy con pena, recordando todas las cosas que le había dicho, como lo ilusionó para luego abandonarlo en medio del bosque sin decir nada. - Fingió todo... ella no es huérfana, jamás perdió a su familia. Lo único que quería era jugar con nosotros - dice mirando de soslayo al hijo de Hefesto, el cual baja la cabeza y bota al suelo una chaqueta y una mochila, como si fueran las cosas más repudiada del mundo.

- Ella... ella si perdió a su familia... ella - susurra con pena recordando lo mal que la había tratado sin saber realmente su historia - Ella no conoció jamás a su madre.

- ¿Y qué te lo asegura? - Pregunta Annabeth con una postura segura que llegó a hacer sentir en menos a Amanda - Porque qué yo sepa tú y tu hermana la adoptaron, pero no fue así, ¿cierto?

- Cierto, pero...

- Ella jamás estuvo en un orfanato, ¿cierto?

- Sí, pero...

- Y si todo eso es mentira, ¿qué te asegura que el resto no lo es?

La paciencia que tenía Clarisse llegó a su límite.

- ¿Y qué te importa a ti come libros si es verdad o no? ¿De qué te importa la vida de alguien? Lo que importa es lo que hizo por ti - se acercó amenazante señalándola con el dedo índice, llevándose todas las miradas de asombro, pues la hija de Ares jamás se encariñaba de alguien y mucho menos lo defendía - Danielle hizo muchas cosas por ustedes, ¿y así se lo agradeces? ¿Diciéndo estupideces de ella mientras está desaparecida en quién sabe dónde? Pensé que eras más lista - le da la espalda a Annabeth y observa al dios Dionisio - Señor D - se inclina levemente y se endereza -, deseo su permiso para realizar una búsqueda.

Confesiones de una mestiza [Percy Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora