Instinto Felino

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―¡Perdóname! ¿Sí? Por favor, Laru, ¡No puedes ignorarme toda la vida!


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Laru

―¡Espera, Elizabeth! ―Grité― ¿A dónde vas?, Joder.

Ella corría por los pasillos y yo sólo la seguía a tropiezos. Después de lo ocurrido Elizabeth no ha querido hablarme ¡Y no sólo a mi! Tampoco le habla a nuestros hermanos, ni primos, ni tíos ¡Y ni si quiera a nuestros padres!

Estuve cortando toda relación con Jann, ya que lo mejor era no estar cerca de él y no tener que darle explicaciones. Después del incidente con Dainis... nada ha sido igual, obviamente. Elizabeth se encierra en su habitación y a veces no está en casa, mi mamá ha estado cuidando a mi padre, ya que este ha sufrido un infarto por algún colapso mental.

Y a pesar de seguir a mi hermana a todas partes, me sigue ignorando. Ahora Elizabeth subió al ala sur del ático de nuestra mansión, agarró un hacha de decoración y siguió caminando hasta llegar al ala oeste. Yo ya me siento casi muerto con toda esta situación por la que esta pasando mi familia, luzco como un zombie persiguiendo a mi hermana de arriba a abajo y de derecha a izquierda. 

¿Dónde estará Dainis? ¿Seguirá vivo? ¿Se habrá acercado a los ríos? ¿Sabrá defenderse de sus enemigos? ¿Alguien lo habrá encontrado? ¿Estará sufriendo? ¿Estará perdido? ¡O mucho peor! ¿¡Habrá encontrado alguna manada de su especie!?

Ya sin darme cuenta me encontraba parado junto a vidrios azulados bajo mis pies. Miré confundido los cristales, pero enseguida sentí que algo líquido se deslizaba por mis manos. Sangre, habían gotas de sangre en mis manos.

Miré a Elizabeth aturdido.

―Mataste el aguilucho de Thomas ―Me avisó Elizabeth.

Miré en la dirección que me señalaba con su mano. Había una ave peluda a unos pocos metros de nosotros, me acerqué temblando y miré las patas del animal. Definitivamente era el ave de mi hermano menor Thomas.

―¡Yo no lo mate! ―La miré buscando explicaciones.

―Oye, sí que lo hiciste ―Me contradijo― Le lanzaste el florero azul.

Miré al rededor de mi. Las cuatro paredes del ático en el ala Oeste. En este lugar se encontraban algunas de nuestras mascotas o algunos animales que se quedaban temporalmente aquí. Miré los objetos a mi alrededor y exactamente el único florero azul que teníamos en toda la mansión se encontraba echo trizas en el suelo con algunos rastros de sangre.

―¡Yo no fui! ¡Ni si quiera lo vi! ―Me excusé.

De repente la puerta del ala Oeste fue abierta por uno de nuestros hermanos.

―¿Tú no hiciste que cosa? ―Preguntó amenazante Kain.

Yo y Elizabeth nos quedamos congelados. Kain era uno de los cinco hermanos mayores y era uno de los más respetados de la familia.

La Elegancia Al Caminar [YAOI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora