Capítulo 37 (Editado)

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MICHELLE

- Come. - ordena aquel detestable ser. - Michelle, come.

Giro la cabeza al lado opuesto y le escucho gruñir.

- ¡Maldición! - grita, tirando el envase al suelo.

La comida se esparce por todo el suelo, al igual que los trozos de porcelana.

- ¡No entiendo tu estúpido comportamiento hacia mí! - comienzo a levantar las manos y a golpear la pared de la cocina. - ¡No te hice nada malo!

Levanto la mirada con una sonrisa fría.

- Me violaste. - murmuro un poco alto.

El cambia su expresión y comienza a arrojar todo al suelo.

- ¡Te lo mereces! - grita, furioso. - ¡Y no me arrepiento de nada, maldita sea!

Toma mi brazo y me empuja al suelo, pegando mi rostro contra el frio y pegajoso mármol.

- Ahora, sí. - susurra en mi oído. - Aprenderás a amarme.

- ¡Suéltame! - forcejeo. - ¡Hijo de puta!

- ¡Nicholas! - grita una voz masculina. - ¿Qué cojones haces?

- ¡Largo, Dawson! - gruñe. - ¡Que nadie nos moleste!

Miro por el rabillo del ojo y observo al chico asentir con pena.

- ¡No! - grito, desesperada. - ¡No me dejes sola!

El chico se retira, no sin antes negar con la cabeza.

- ¡No me dejes con el!

Nicholas destroza mis jeans y junto a ellos, mi ropa interior, se desnuda y sin más preámbulos, me penetra.

- ¡Por favor!

Sus gemidos me causan asco.

Todo en el me causa asco.

Y ya yo no lo amo.

Tal vez, jamás lo ame.

Este es el verdadero él.

(..)

Abro mis ojos, cansada y débil.

Observo a mí alrededor y frunzo el ceño.

Este lugar es diferente a la casa de Nicholas.

- Veo que despertaste, muñeca. - hablan a mi lado.

Gruño, irritada y trato de moverme, pero como era de esperarse, estoy encadenada.

- ¿Dónde estoy? - pregunto en un susurro.

- Tuvimos que movernos debido a un improvisto. - se encoje de hombros. - Llevas dormida dos días.

¿Qué mierda?

- Me siento débil. - no evitó hablar en voz alta.

- Necesitas sangre. - responde sonriente.

Hijo de puta.

- Déjame ir. - suplico.

Nicholas se levanta de la mecedora y comienza a reírse.

- Me das gracia, amor.

- No me llames amor. - gruño.

- Como sea, no tengo intenciones de dejarte libre. - abre una puerta. - Liberarte es dejarte ir con mi hermano. - El pasillo está muy alumbrado y observo a dos enfermeras. - Michelle, yo te quiero para mí.

- Estas enfermo.

- Y tú estás embarazada. - sonríe. - De mi hijo.

- ¿Cómo? - pregunto, en shock.

- Veras, querida. - entran dos enfermeras. - He puesto mi semilla en ti, por tanto, portas a mi hijo.

- No puede ser. - balbuceo.

- Lo es, si eres un sangre de lobo.

Las enfermeras toman mi brazo e inyectan algo a la máquina.

Segundos después me dejo llevar por la pesadez y el cansancio que se apodera de mi cuerpo.

LOYD

- ¡Me dijiste que ella estaba aquí! - empujo a Sedrick y lo levanto del suelo. - ¡Ella no está aquí!

Daniel grita algo que ignoro y me concentro en Sedrick.

- Ella estaba aquí, pude sentirla. - responde, tranquilo.

- ¡No está aquí, maldita sea! - grito, desesperado. - ¡Ella esta con el imbécil de mi hermano!

- ¡Loyd, cálmate! - grita Daniel, tomando mis manos y abriendo mis puños. - Es mi hija, por tanto, también estoy preocupado.

- Tu hija ha pasado por mucho, Daniel. - suelto molesto. - Y estuvo sola hasta que la encontré.

- Tú la dejaste sola, Jette. - contracta.

Mis hombres examinan la mansión de los Bondes y los amigos de Daniel buscan algún rastro que nos pueda indicar hacia donde Nicholas se llevó a mi chica.

- Necesito encontrarla, Rivaldo. - el asiente y se aleja hacia Sedrick.

Max se acerca corriendo a toda velocidad.

- Puede que haya encontrado una ruta. - contesta.

- Perfecto, ¿hacia dónde nos lleva?

- Hacia las catacumbas de Mystic Falls. - señala el ala oeste de la casa. - Hay una entrada.

Max va a decir algo más pero se detiene y comienza a inhalar profundamente.

- ¿Max? - el sangre de lobo gira sobre su eje y enfoca la mirada en una camioneta negra que acaba de llegar.

No, no puede ser.

De ella baja la madre de crianza de Michelle y la mate del lobo.

Esa mujer está muerta.

Yo la vi morir.

- Lis. - susurra Max y comienza a correr hacia su dirección, con emoción. - ¡Lis!

La rubia frunce el ceño al escuchar su nombre y cuando enfoca su mirada en Max, abre sus ojos y comienza a llorar.

- ¡Max! - grita ella y luego ambos se envuelven en un caluroso abrazo.

Desvió la mirada de la feliz pareja, y observo a Moira Rivaldo caminar con elegancia hacia su presunto marido.

Sedrick se me acerca y le miro con confusión.

- Tenía que hacerlo. - es todo lo que dice.

- ¿Sabes lo que has hecho? - pregunto.

Él se encoje de hombros y comienza a alejarse, no obstante, tomo su brazo y el me mira con rabia.

- Le has vendido su alma al mundo oscuro.

Sedrick cierra sus ojos, y comienza a gritar.

- ¡Sedrick! - Daniel llega a su lado y toca su frente. - ¡Está ardiendo en fiebre!

Sedrick abre sus ojos y comienza a escribir con su dedo en la tierra.

¿Qué demonios?

- ¡Ayúdenme! - los amigos de Daniel se acercan y toman a Sedrick, llevándoselo a no sé dónde.

- ¿Qué ha pasado? - Max llega a mi lado.

Observo lo que ha escrito en el suelo y suspiro aliviado.

- Sucede que nos ha dado la dirección exacta de Michelle y mi hermano.

Almas Gemelas (A.G #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora