—¿Qué clase tienes ahora?
—¿Ah? Eh... Matemáticas. —al recordarlo, rodé los ojos. Jimin rió.
—Entonces vamos juntos. —sonrió. Yo correspondí.
Había pasado una semana desde aquel escalofriante incidente. Aquella noche tuve muchos problemas. Digo noche por no decir madrugada, ya que las horas se pasaron volando con todos los problemas que surgieron. Pero claro, mis padres estaban ajenos a todos esos problemas, igual que estaban ajenos al porqué de que su hija abandonara su casa a altas horas de la noche. Y aquello me costó bien caro, estando castigada toda esa semana sin poder salir de casa nada más que para ir al instituto. Y eso fue consecuencia de que no tuviera una buena excusa. ¿Qué les iba a decir? La verdad ni de lejos, decir la verdad me habría costado incluso más caro.
Y sí, efectivamente, ahora todos estareis muy confusos. ¿Cómo había podido pasar una semana? ¿Y el campeonato? Pues, si recordáis la noche en la que me escapé de casa para ir con Hoseok a la cancha, también recordareis que un rayo impactó entre nosotros dos. Bueno, pues al parecer, había pasado lo mismo con el pabellón del instituto. Un rayo había impactado sobre el tejado, dejándolo hecho un desastre, por lo que el instituto contrató a unos obreros que a día de hoy aún lo están arreglando. Por lo tanto, el campeonato había sido suspendido hasta nuevo aviso.
Aún así, algo de lo que nos avisaron era que las puntuaciones y los equipos clasificados seguirían siendo los mismos, una vez volviera todo a la normalidad, continuaríamos donde lo dejamos.
Pero yo estaba desesperada, no me podía creer como habíamos podido llegar a esto. ¿Estaban de broma? Todo ha sido tan lioso desde el principio... Y no para de complicarse más cada día. ¿Tenía que estropearse el pabellón justo en la mitad del campeonato? Tenía un peso muy grande por ganar aquella dichosa competición para que todo volviera a ser como antes, y todas las cosas que estaban pasando no ayudaban en nada. ¡Todo estaba siendo demasiado difícil!
Y encima, el miedo aún no ha abandonado mi cuerpo. Estoy en tensión las 24 horas del día desde que Dae nos dijo aquellas palabras que le había susurrado el guardián. Sé que iba a actuar en cualquier momento, y perder a las personas más importantes de mi vida no era algo que yo fuera a consentir. ¿Pero qué podría hacer yo para contrarrestarlo?
Jimin y yo entramos en la clase y nos sentamos juntos. Me intenté centrar en las materias, ya que con todo lo que tenía en la cabeza estaba aprobando por los pelos. Y claro, esa era una excusa perfecta utilizada por mis padres para aumentar mi castigo.
Si en verdad supieran por todo lo que estoy pasando...
(...)
—¿Queréis ir a tomar algo? —preguntó Namjoon. Todos estábamos saliendo del instituto.
No obtuvo respuesta, creo que no estábamos muy animados precisamente.
—Vamos, necesitamos despejarnos, chicos... —insistió.
Miré a Yoongi, y este asintió.
Al final, acabamos dando nuestro visto bueno.
Nos dirigimos a la heladería en la que trabajaba la hermana mayor de Hoseok, y esta nos atendió con la misma sonrisa y alegría que tenía nuestro amigo. Pasamos una tarde agradable y por unas horas mi cabeza se disipó de cualquier tipo de preocupación.
Pasadas las ocho de la tarde, cuando ya empezaba a anochecer, cada uno se empezó a ir por el camino más rápido a su casa. Acabamos quedando Jimin y yo, que vivíamos cerca.
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Prodigies. ➳Min Yoongi.
Fanfiction❝A veces, las cosas llegan en el momento más inesperado de todos. Otras veces, son las cosas que llegan las más inesperadas de todas.❞ ;no copias ni adaptaciones; ©_miinmin