Prólogo.

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–Así que estás merodeando por mi cuarto, eh?– veo como sus ojos parecen una ventana a su obscura alma.– pero ya que tu papi no está para protegerte...– me agarra fuertemente del cabello hasta llevarme a su cuarto y pone mi cabeza encima del escritorio.– Donde está mi juego de joyería?

–Yo no hice nada Claudia, te lo juro.– le suplico mientras veo como ella ni se inmuta a darme una respuesta.

–Ah no hiciste nada?– me arrastra hasta mi cuarto donde levanta mi colchón y encuentra su estúpido juego de joyería barata.– qué es esto entonces?

–Claudia yo...

–Claudia nada, mañana mismo vendrán por ti para llevarte a un lugar muy especial, así dejaras de hacerme la vida imposible.– ríe maléficamente como en una película de terror mientras yo solo me digno a ignorarla.

–Hija de perra– pienso.

Al día siguiente>

–Mocosa! Levántate!– escucho los gritos casi desgarradores de su voz ronca y como mueve bruscamente mis piernas.

Me paro rápidamente de golpe, mientras ella me mira con una sonrisa victoriosa en su cara arrugada.

Me asomo de reojo por la ventana y veo un auto negro con vidrios polarizados parqueado al frente mientras un hombre con apariencia escalofriante se fuma un cigarro.

–A donde me llevarán?– pregunto asustada a mi madrastra.

–Tranquila niña, cuando llegues te darás cuenta, ahora solo tienes 20 minutos para empacar algunas prendas de vestir mientras consiguen tu uniforme y empacar ya sabes, tus cosas de aseo personal.

La maldita me enviara a un internado, zorra.

–Por lo menos me largaré de aquí y no te volveré a ver la cara, zorra.– suelto de una vez todos mis sentimientos, esperando su reacción pero solo se dispone a acariciarme el cabello.

–No me toques, bruja.– le reprocho.

–No eres la única que estará feliz de que te vayas, querida.– suspira de alegría.– ahora muévete que se te hace tarde.

Dice eso y sale de mi habitación, mientras yo solo empaco dos mudas de vestir y mis cosas personales.

Agarro mi teléfono de mi cama y algunos dólares que me dio mi padre en mi cumpleaños y los escondo bien en la tapa de la mochila.

Bajo las escaleras para disponerme a salir de esa casa, pero veo una fotografía de mi padre en la sala así que la saco del marco y la meto en mi mochila.

–Espero que te acuerdes de mí.– dice apoyada en el marco de la cocina con una sonrisa sarcástica mientras toma su café con sabor a agua.

–Lo haré contando los días para salir de ese lugar y asesinarte.– sonrio sarcástica, si se qué me pasé pero esa perra lo merece.

Salí de mi casa sin despedirme de mi hermanastro que supongo que seguía durmiendo, observo unos segundos la casa, se ve obscura y sombría desde la muerte de mi padre, claro que al mando de Claudia no me imagino como debería de estar la casa.

–Buenos días señorita.– dice el hombre con camisa y sombrero que estaba fumando cigarro.

Solo lo miro con desprecio y subo al auto.

Estoy sentada en la parte de atrás del antiguo auto mientras solo escucho palabrerías del hombre escalofriante de sombrero y del conductor, hay una pistola en el portavasos de adelante, así que intentaré agarrarla rápidamente y así amenazarlos para que me dejen libre.

En unos cuantos movimientos  tengo la pistola apuntándole al conductor mientras observo al otro hombre que me mira asombrado.

–Ahora dejenme salir del auto y nadie saldrá herido.– digo esto pero el hombre del sombrero ya me está apuntando a mi con otra pistola.

–Suelta la pistola niña!– me dice casi gritando así que solo obedezco, ahora si me tocará resignarme a estar en ese internado sea como sea, gracias Claudia!

En unos pocos minutos habíamos llegado al internado, es un edificio demasiado grande y con apariencia tenebrosa, como un manicomio, pero creo que me acostumbraré.

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2017 ⏰

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