El Zorro Esmeralda

607 60 8
                                    


"Durante alguna de las interminables guerras del Japón feudal, dos mujeres; nuera y suegra, trabajaban en su casa y su pequeño huerto cuando un grupo de guerreros las sorprendió. Luego de robar alimentos y bebidas los hombres las violaron brutalmente a ambas, luego las mataron y quemaron la casa. Sobre los cadáveres, entre las ruinas humeantes se paseaba un enorme gato negro que bufaba sobre los rostros yertos de las dos..."

-Que lamentable...- dijo con altanería y gran ego –La desdicha de aquellos que tienen una muerte horrible es vagar por el mundo humano, como criaturas que aclaman venganza hacia sus pobres almas, ahora sedientas de sangre...-

En la entrada del bosque de bambú, yace una bella mujer que te cautivara de tal manera que te invitara a ir a su casa, donde presentara a su querida "madre". Cuando aquellas mujeres despierten las bajas pasiones y confundan con los sabores del licor, dejaran ver su "cola de zorro" la cual no notaran por el gran consumo de alcohol. Una vez inducido por su erotismo, ellas atacaran y desgarraran el cuello de su víctima, en busca de saciar su sed...

El paradero de aquellas mujeres fue una leyenda de advertencia, para quien se atreva a entrar en ese bosque maldito, y quien sepa el destino de las almas en penumbra mortal. Pero en términos genealógicos, ¿Qué paso con el desdichado esposo-hijo?

***

AÑOS DESPUÉS...

Los rayos del sol iluminaban la pequeña cabaña de madera, sentía como a cada paso de la luz hacia emanar un calor reconfortante en su pequeño cuerpecito. El día se mostraba tan radiante y fresco, después de la tormenta de la noche el pasto se encontraba tan verde y brillante, al igual que las ramas de los árboles y las hojas goteantes. Pero a pesar de todo nada se comparaba a aquellos orbes de deslumbrante color verde, abriéndose poco a poco a tan semejante esplendor...

-¿Eren?- Llamo la voz de un hombre.

Ese llamado aclamaba a un pequeño de casi 10 años, de cabello castaño, piel ligeramente tostada y tersa al tacto, algo pequeño para su edad debido a la falta de recursos alimenticios, y vestido con una gran camisola blanca la cual hacia ver la delgada figura del menor. Ante todo eso, recompensado con tan maravillosos ojos que bien podrían ser comparados con dos grandes esmeraldas...

-¿Papa?- La dulce voz del menor respondió enseguida, abriendo la puerta para ver a un hombre delgado, muy alto, de cabello largo color castaño oscuro, con un fino bigote y una pequeña barba puntiaguda, cejas delgadas y largas, con unos anteojos circulares y detrás de estos unos calculadores ojos marrones.

-Eren, hijo al fin despertaste...-

-Lo siento mucho...-

-¿Tuviste un sueño pesado?-

-No, solo que la tormenta de anoche no me dejo dormir bien...-

El preocupado padre se acerco a su retoño sentándose a su lado, pasando el dorso de su mano en la frente del pequeño...

-Parece que no tienes fiebre, ¡bendita suerte!-

-Aunque la tuviera, se que tú me curarías...- Dijo con alivio, mientras se acercaba a abrazar al mayor. –Porque eres el mejor medico del mundo...-

El padre sonrió ante tal alago de su criatura, correspondiendo con gusto el abrazo...

-No sé si sea el mejor del mundo pero si el mejor del pueblo...-

-Jijiji~ no digas eso papa, tú has salvado muchas vidas...-

-Como he salvado también he perdido...-

El Zorro EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora