¿Debo quedarme aquí? ¿Dónde esta mujer de mis sueños?
Estoy en una habitación con muchas ventanas. Cada una de ellas refleja un paisaje conmovedor y los rayos del sol se alejan poco a poco como si no quisieran desaparecer.
Lo mismo pediría si quisiera tenerte más tiempo a mi lado.
Pero el anochecer no es tan malo querida. La oscuridad no es infame, la ausencia de luz no me permitirá contemplar tu belleza pero la oscuridad desea que utilice todos mis sentidos para conocerte. Desde mis manos, el roce de piel con piel y los besos.
Y la oscuridad me ha dicho que procure acercar mi oído hacia tus gemidos que son como escuchar al mar a punto de un tsunami.
Mí querida mujer no me hacen falta mis sentidos más que tener lo que no se puede tocar.
Tu aroma es algo de lo que la luz y la oscuridad me envidian porque soy afortunada de apreciar.
Incluso el calor que aun siento de tu cuerpo es cosa magnifica y percibir tu respirar; Ver como por la escasa luz de la luna que casi se asoma por el umbral; denoto tu corazón asomarse cada segundo en tu pecho y tu piel tiene un color gris autentico, único.
Creo que tal paisaje es mejor que cualquier otra cosa. Me faltan palabras querida mía para describir que fueron tus órganos vitales los que me enamoraron al sintonizarse con los míos en aquella danza de hace unas horas. Porque más allá de las imágenes grabadas tengo en vivo el placer.
Querida mía, si algún día corrompe en ti la mentira no dejes que te venza y lucha por tus principios. No dejes que te domine y ámame con toda tu fuerza. Deséame y yo estaré para abrasarte. Que la tentación no sea un delirio porque no me gustaría verte llorar.
Yo soy tu satisfacción y más que eso. Soy tu compañera, tu fan incondicional. Soy quien te agradece y quien te extraña, una admiradora de tu voz.
Y los ojos con los que miras nuestro futuro.
Amada mía déjate llevar solo por mí pero jamás me mientas porque no sufriré yo.
La conciencia es algo que no conozco cuando estoy contigo por eso soy tuya aunque no dependiese de mí este amor.
Más adentro de lo profundo mi corazón es tuyo. Sin embargo, no te haré promesas vagas, no te voy a prometer lo que todos prometen que jamás te podré dar.
Yo sencillamente te haré disfrutar el presente, compartiremos momentos que no olvidaras y que serán felices para nosotras.
Porque no hay nada mejor querida más que ver lo que tú ves, escuchar lo que tú oyes y tocar tu corazón acelerado igual al mío.
No quiero ser la voz de tus pensamientos.
No quiero ser un fantasma, quiero ser quien robe tus sonrisas.
Quiero que seas solo mía, más que un amanecer, quiero ser esa cobija que te cubre.
La luz vuelve a asomarse por las persianas y tu piel refleja lo más intenso del amor.
Tu curva impetuosa y las sabanas entre lazadas forman un arte que no conocía, tu cabello oscuro contrasta con el blanco.
Pareciera que tu pierna busca templarse, sin reglas, se mece sensualmente.
No logro controlarme, esa piel, igual al atardecer pero en comienzos del día te hacen fascinante.
Pero esa curva amada mía, esa del final de tu columna vertebral. Esa curva muestra una pasión casi inalcanzable. ¿Qué es esto?.
¿Cómo haces que te desee tanto?.
Esto es enfermizo; ¿Qué haré cuando tengas que irte?.
Maldigo las horas que no me dejan aprovecharte como quisiera, si avanzaran de la misma forma cuando vuelves a verme tal ves seria un beneficio.
Aunque jamás nada es tan inicuo del todo vida mía. Porque tu ausencia me hace amarte más.
Ruego cada día por un nuevo encuentro. Que no me faltes en la desolación de tu ausencia. Ruego porque la soledad se aleje de mí para no pensar en los demonios que me tientan. Ámame vida mía, a ferrate a nuestro amor y déjate llevar solo por mí.
Vuelve a mí... siento como se aleja tu cálido ser aunque aquí es medio día todo se ve lúgubre. Estoy inquieta y tú te alejas tan serena. ¿Qué haré mientras tanto?.
El sol me ciega, a estas alturas entran los rayos como lanzas que rebotan en los cristales, los adornos, y el sillón marrón; tienen dibujos abstractos.
Solo pienso en lo triste que es dejarte partir. Lo difícil que suele ser despegarme de ti cuando lo ideal con lo que sueño es tenerte junto a mí.
Cuando sujeto tu mano y la sostengo hasta que te levantas y de a poco se deslizan hasta quedarme con la punta de tus dedos.
Me quedo de lado al borde de la cama viendo como te alejas.
La presión es fuerte, mi cabeza da vueltas.
Miro de un lado a otro sin encontrar respuestas. ¿Será esto en realidad amor?.
No había experimentado esto de querer ser parte de ti, como querer estar en ti, ser parte de otra mitad exacta que complementa un rompecabezas.
Tu sombra va suavemente por encima de mí.
Va hacia el pasillo; tras de ti la sabana arrastrada por el piso, esa que te envuelve.
Puedo ir tras de ti, no obstante, debo intuir que la vida es así que no siempre estarás por mas que lo desee.
Que para mí eres prestada y que Dios puede cobrarme si no te cuido.
Hace poco te marchaste, me dejaste un poquito de tu cariño en mis labios.
Querida mía, cada vez que sales me quedo sonriendo porque la esperanza es lo último que pierdo.
Cuando vuelvas volveré a hablarte de ilusiones.
De las sensaciones que me haces sentir, lo feliz que puedo llegar a ser cuando tengo tu brazo rodeándome.
Sé que esperar es incontenible, sin embargo, poseo este amor que me da fuerzas para aguantar estas eternas horas.
Vida mía, los sacrificios existen.
El sol sigue radiante, el cielo esta celeste nítido. El mar se mueve con tranquilidad. Como en aquella tarde cuando decidimos salir a caminar. Te vestiste con tu vieja camiseta negra bajo una blusa blanca de manga corta y jeans cortos.
Bajaste las escaleras y yo paciente, observe cada uno de tus movimientos. Pisaste la arena y volteaste a reclamarme por la lentitud de mis pasos.
Hiciste esa carita de coqueta y extendiste tu mano hacia mí.
Caminamos, teníamos un enlace. La tarde parecía una llamarada anaranjada, el mar azotaba nuestras pisadas. Nada parecía maravillarte sonreías por gusto absoluto y me divisabas. Tus ojos brillantes me descolocaban.
Tus labios rojizos, tu piel erizada, el aire se tornaba entre helado y fresco. No querias volver a casa y entonces soltaste mi mano. Empezaste a correr, recogiste algo de la arena y lo viste de cerca. Luego avanzaste de espaldas para no perderme de vista. Hablabas, te reías, tus manos interpretaban gestos cómicos.
Te quedaste quieta. Volviste a mirarme coqueta y entonces llegue a tu lado con cierta incredulidad. Me tenías cerca de ti querida mía. Puse mis manos en tu cintura y tú tomaste mis mejillas. Te aproximaste ligeramente, estabas firme a pesar de que el agua del mar mojaba tus pies.
Tus labios rozaron los míos con una pasión delicada e intensa.
Te abrace fuerte, para que sintieras la seguridad de mi ser.
Nuestros latidos se intensificaron. Podía sentir tu reparación agitada, me deseabas como yo a ti.
Estar contigo es magnífico, cada día aprendo algo nuevo y siempre me sorprendes con tus sonrisas.
Estuve recordando cosas, tanto estar contigo me reseteo mis vivencias.
Cuando aun no te conocía amada mía.
El sufrimiento es algo que casi olvide. Pero solía poseerlo más de la cuenta en experiencias que tal vez fueron errores.
El pasado es algo que no tiene sustancia; aparece de ves en cuando en la mente y presiona al corazón como queriendo estrujarlo.
Recuerdo bien que no manejaba situaciones de encuentros amorosos, los nervios me invadían y no sabía enfocarme en la misión real.
Siempre lo echaba a perder.
Sabes bien querida mía, que amar a una mujer es extraordinario, pues el solo hecho de que me gustase una, era motivo de odas para ellas. Sin embargo, hubo una vez en la que me desacierte.
Valgo lo que tu vales mi vida, porque nos amamos mutuamente, aunque en ocasiones me rebajaba a lo mas bajo. Si alguien no te quiere pues que te lo haga saber, el ego de la otra persona te puede destruir y es lo que yo hacia dejándome lo mínimo para mí.
¿Cómo dejar que momentos como esos no ocurran?
Lo que me importa ahora es que te amo, tú me amas y eres mía, y yo soy tuya.
¿Qué puede ser más grande que amar?
Gracias a ti ese verbo tiene sentido para mí, puedo aplicarlo en mi entorno porque siempre estoy feliz a tu lado y nada es difícil, ni existe amargura.
La forma en que uno hace mal las cosas por falta de conocimientos. Es una injusticia.
Reconocerlo es el primer paso. Lo que no supe fue corregirlo.
Había desechado todo aquello, esos viejos sentimientos de dolor. Contigo vida mía toda es compasivo. La desilusión que puede invadirte y serte como una tempestad. Saber que no hiciste bien lo que pensabas o que no tuviste el valor de creer en ti misma para llevarlo a cabo.
Debí haber creído en mí. Sé que importo. Ningún sentimiento me destruirá y esa persona no volverá a lastimarme. Ese es un pensamiento que se debe tener en cuenta cuando sientes que lo das todo de ti y no recibes nada a cambio, en la vida todo tiene su equivalencia y si recibes debes dar algo a cambio, algo así como la ley de la alquimia.
No habría sido capaz de enamorarme mi vida si no hubiese entendido que si me amo a mí puedo hacer que me amen.
Eso lo comprendí cuando te conocí, hace mas de un par de años. Pensaste que no lo recordaba. Amada mía ese fue el mejor día de mi vida.
Fue un gran malentendido al principio, iba conduciendo mi fiat palio rojo en una avenida atestada de vehículos. No sé bien de quien fue la culpa pero rocé con tu auto sin querer y te bajaste furiosa.
Arrincone mi vehículo al igual que tú y te vi.
Estabas reluciente, divina, inigualable. Al verte mis nervios se activaron y sonreí lo cual te fastidio mucho más.
Para remediar la situación te pase mi tarjeta, te di la dirección de mi trabajo y te dije que fueras a verme para decirme cuanto era lo del daño.
Me miraste desconcertada y tu novio te miraba desde el coche.
No hable mucho solo te escuche. Pasaron un par de días y me llamaste, te cité después de medio día. Venias sola, era primavera y tu estabas ligera de ropa. A pesar de ello el sol calentaba mucho más y te dirigí al asiento.
Me senté suspirando. Observaste detenidamente mi biblioteca y todo lo que había alrededor. Estabas sorprendida, me explicaste lo sucedido y saque mi chequera, cuando ibas a pasarme las boletas toque tu mano sin querer y nos miramos, fijamente.
Pude notar que sabias muy bien y recordabas también que nos conocíamos mejor que nadie. Me levante, camine hasta llegar a tu lado. Te pedí la mano para alzarte y corrí tu cabello de tu rostro luego de tenerte frente a mí, te estremeciste.
Creías que me había olvidado de ti.- te dije. Reíste.-
Me retire y camine como buscando algo. Te veías tan bien.
Comenzamos a hablar del pasado, de cuando nos conocimos realmente en la secundaria, de lo mucho que había ocurrido desde entonces. Tú no omitiste el decirme en primer lugar que estabas a punto de casarte, que eras feliz y estabas segura de tu decisión. Lo cual me pareció que en verdad dudabas.
Si era cierto que nos tratábamos, el producto de tu nervio y el mío era a causa de una relación más que de amistad de la cual nos asociábamos.
Fue complicado al principio que habláramos de nuestras vidas. Automáticamente se encendió una conexión que se había extinguido.
Decidí invitarte a cenar para continuar con la conversación y te negaste, aunque con mucho cuidado escogiste tus palabras.
No deje de pensar en ti, y a los días después me llamaste retomando mi invitación.
No estaba segura de que lo hicieras y me sorprendió bastante que fuera lo contrario.
Así que salimos; te pase a buscar y cenamos, hablamos mucho.
La noche estaba fresca y mencionaste que tu novio estaba de viaje por trabajo.
Te invite nuevamente a mi casa. Accediste con cierta duda muy paciente como de no saber lo que hacías realmente.
Entraste como una princesa a su palacio, encendí las luces y algunas figuras brillaban creando una sensación de extrañeza y encanto.
Resplandecías y te pasmaste con el contenido y los sillones negros de cuero. Te quitaste el abrigo y lo ataje para colgarlo.
Observabas el living con detenimiento, te ofrecí un trago de martini dorado como te gustaba.
Aparecí detrás de ti con el vaso por un lado. - Te ha ido bien.- me dijiste, recuerdo con detalle.-
Me reí, sarcásticamente. Deje mi vaso en una pequeña mesita, lejos de lo que me pudiera estorbar a cualquier acción.
Me acerque decididamente hacia ti sin pensar en las consecuencias, sentí una persuasión intensa.
Asome con cautela mi boca por tu cuello y mi respiración te desequilibraba, puse mis manos en tu cintura y te volteaste para mirarme fijamente.
Comenzamos a besarnos, tocarnos con tal furia latente y a la vez suave. Nos dejamos llevar, piel con piel, acariciándonos, esa fue la primera vez que hicimos el amor.
Sé que no debía, pero lo que sentía por ti fue algo fuerte y tú también lo sentiste.
Abordamos a vernos, no sé cómo ni por qué. Se veía ciertamente bien que estuviéramos juntas pero había personas detrás y eso me preocupaba.
Hasta que llego ese gran día. Estaba enamorada como tal vez lo fue cuando residíamos en el colegio en aquella relación inocente en la que tanto luche por conquistarte.
Había pasado un buen tiempo y nada te pedí más que tomaras una decisión por la gente involucrada en ese tiempo.
Tenía la esperanza, esa tarde estaba algo nublada y por las ventanas no veía más allá de la avenida de enfrente. A pesar del frío mi cuerpo sudaba. Estaba nerviosa. No tenía mis ideas claras pues deliberaba en que seria de mí si no volvías aquella tarde.
Tome una ducha, recuerdo bien.-
Estaba impaciente, caminaba de un lado a otro secándome el cabello. Entonces sentí que tocaban la puerta; abrí y tenías los ojos algo irritados. Recogí tus maletas, te sentaste en el sofá suspirando de tranquilidad.
Quise conversar y tú sonreíste tan agradable llena de felicidad. Esa noche desperté en la madrugada y un pequeño rayo de la luna entraba por el ventanal y tu carita se veía tan apacible.
Desde aquel entonces no nos hemos separado.
Cada día que vivo contigo es preciado y pensaste que no me acordaba.
Al principio me dudabas, si en realidad después de todo no eras la única que tuvo que separarse.
Con los años jamás se olvidan a las personas que fueron importantes.
A pesar de los años amor mío hay algo que nunca se apagara en mí. Siempre que te tengo cerca un fuego en mi interior se exalta, mi sangre hierve, mi cuerpo solloza.
Mi alma mas allá de ser mortal o eterna no alcanza ni en mi vida ni en otra para demostrarte cuanto te amo.
La felicidad que me hace quererte es algo inexplicable; no existe razón lógica.
Ni por tan inusitado que sean los árboles castaños claros en otoño y verdes en primavera, ni por la lluvia de invierno o el calor del verano.
No hay forma de que se compare con las sonrisas que me robas cuando me miras tan decididamente. Las cosas que me dices cuando intentas ser seria conmigo y solo consigues chistes.
Cuando la cuidad te hostiga y quieres liberarte de las sombras por el aire húmedo de la playa.
Cuando llegas del trabajo y traes comida gozosa para celebrar el estrés.
Sí, es que contigo he aprendido mi vida que todo puede ser más realizable e intenso.
Estar contigo es algo que para cada cual es diferente, es algo con lo que uno se empeña en que no se pierda, que jamás se consuma del todo.
Una de las tantas opiniones que se tornan con respecto a nuestra relación es que se piensa que comenzar con intimidad en la primera instancia no es beneficio yo creo que va en otra cosa. Es un tema que no me convence.
El deseo es algo que resulta dificultoso, es algo con lo que luchas y la mayoría de las veces vence.
Aunque en ciertas oportunidades hay que decir que no.
La segunda vez que nos vimos no fue viable.
Pensaste que había sido algo casual. Pero yo lo sentía de verdad.
Habían pasado varios días desde esa noche.
Creí que no volverías, esa mañana me desperté y ya no estabas, no dejaste mensajes ni nada.
Extrañamente por coincidencia nos encontramos en una fiesta. Producto de eso no supe como reaccionar. Por más que intente hablar contigo parecía que no querías nada y no te comprendí.
Con el transcurso de la noche la gente comenzó a irse y en un momento te pille sola.
Fui sutil, te explique lo que sentía. No tenia porque ser igual que como hace años.
Concebí que debía cultivar mis sentimientos para que afloraran en ti nuevamente.
Me precipite, pensaba que no querías nada conmigo y casi arruino todo.
Sé que era complicado para ti porque ya tenías tus planes y aparecí yo en tu vida desordenando tus ideas.
Después de la conversación que tuvimos algo se logro arreglar. De no ser así no estaríamos juntas ahora.
En muchas instancias creemos que las cosas que hacemos están correctas, cuan ciega estaba contigo.
No creí al principio que sintieras algo por mí, en esos momentos también me sentía descolocada. Fueron días perpetuos.
Todo parecía vació, no había ganas de nada por hacer nada.
No lograba centralizarme.
En la vida puede haber épocas en las cuales conoces gente con la que crees que lo tienes todo, pero contigo fue distinto.
Me entregue por completo sin temor, ni complejos.
No tenía en mente enamorarme, ni nada.
Solo se dio.
No voy a negar que fue un proceso arduo en mi diario vivir.
A ratos me hallaba apunto de decaer, no quería sufrir, pero algo en mi interior llamaba a tu ser mas que con lujuria, tenia una especie de depresión que no me dejaba levantarme.
Sabes que tantas veces no supe como accionar mi voluntad.-
Cuando salía a la calle el sol no me iluminaba, se escondía.
Me hacia pensar que yo era desdichada, que no te merecía.
Entonces tal ves pensé en apartarme, no lo sé, las cosas se daban para que no combatiese y tu no me dabas ninguna señal.
Las tardes eran desoladas, me asomaba por el balcón y solo vislumbraba el opaco del cielo ennegrecido y plomo por la contaminación. Solo pedía un rayo de luz.
Necesitaba algo alentador. Solo apreciaba el viento fresco, casi húmedo. Podía avistar el pequeño parque de enfrente con sus ligustrinas amarillentas y verde claro. El césped recién cortado oscuro y mojado.
A la distancia divisaba una bandada que zigzagueaba hacia el sur.
Para llegar a un gran romance del mismo modo se debe sufrir y jamás olvidare como me sentí. Por eso se debe extrañar, se debe valorar a la pareja.
Recordar cuando discutes por algún motivo tonto cual fue la razón de haberte enamorado de quien amanece contigo todas las mañanas.
¿Amada mía, que hubiese sido de mí, si tomaba en cuenta el rendirme?
Todo amorío tiene su costo, pero de haberte perdido, no sabría que tan bien se siente tenerte a mi lado.
Solo son recuerdos, no te deprimas querida.
Me acuerdo de ello porque me trajo a ti y me hizo comprender que si valgo, que si puedo desear y que si puedo ganar si me lo propongo.
De ti amor mío recuperé los valores que tenía perdidos.
Porque enamorarse no es solo amar, es compartir, es entender que la sincronización existe.
Somos dos mitades. Sin importar la edad, ni otros detalles.
Contigo supe de tolerancia, y aun me es gracioso ver como haces tantas cosas a la ves. Sentada en la alfombra, bebiendo una lata de cerveza mientras revisas los papeles de tu trabajo, viendo la televisión. Que otras tantas veces también eres como una polillita que revolotea por todos lados.
No me incomodaba, es fantástico que alguien rompiese con mi rutina y aun me gusta.
Me encanta cuando tomas mi guitarra y finges que tocas y cantas bien solo para hacerme reír un rato, aunque no puedo negar que tu voz es seductora.
Y cuando me pides que te lea mis libros aburridos, porque sé que te aburren! Y entonces a los minutos te quedas dormida, ahí junto a mi, yo viéndote tan perfecta.
Todo lo que vivo contigo es simple y caprichoso. Es lo mejor.
Violento, catastrófico, así se sentía el miedo. Pero llegaste, no me abandonaste.
En cualquier situación amada mía, suele ser sacrificado tener que dejarte cada mañana para ir a trabajar.
Deseosos son los días en que suelo secuestrarte y llevarte por la carretera, asomando tu frente por la ventana del auto mientras el viento corrompe con tu cabello ondulado.
Tus pestañas largas oscuras se cierran suavemente cada vez que giran a mirarme y tus labios carnosos van y vienen por lo sorprendida de tus palabras.
Todos los días me esfuerzo por compartir contigo, me gusta ver el mundo con ilusión como me enseñaste a verlo, solo pensando que es un paraíso mal usado, porque con tu presencia a mi lado aunque haga frío y truene, y relampaguee, puede ser todo asombroso y nada malo.
De todo hay que reír porque dios hace las cosas para que seamos felices y cuando decidiste estar conmigo así lo sentí.
Todo es consuelo y alegría, porque hasta cuando te enojas me gustas.
Te amo vida mía y no hay quien lo cambie ni cosa en el mundo que lo borre solo si es que el señor lo supone así.
Mas mi amor es solo tuyo y a ti dedico mis cuentos pasajeros de primavera hasta el próximo invierno, así de infinito.
Eres mi sueño.
La agonía es incierta, ¿Donde te encuentras vida mía?. Que yo despierto y no estas a mi lado. Tus grandes detalles. Estos que si me gustan. Siento el aroma del tocino crujiente. Estas preparando el desayuno.
Me pongo mi bata blanca, me someto al agua fría para quitarme el maquillaje estropeado por mucho sudor.
Me esperabas bellísima. Brillabas como cada mañana. Iba de un lado a otro, sonreíste al verme, me apoye en el respaldo superior de la silla enfrente de la cocina.
Te veía ir y venir mientras hablabas sin parar con respecto a todo lo acontecido en tu vida. Ese día había amanecido nublado pero conservaba el calor de la noche en mi interior y no sentía la humedad de la mañana.
Empecé a ayudarte para acelerar lo que tenia contemplada.
Y desayunamos juntas comentando lo típico de las conversaciones habituales, tu familia y la mía.
Habíamos quedado de ir a visitar nuestras familias pero era un tema más bien no lidiado.
Yo no tenía problema en visitar a mi madre y a mi abuela con ella. Sin embargo, ella se embrollaba porque no tenía idea alguna de cómo lo tomarían sus padres. Hace mucho ya que estábamos juntas, sus padres solo sabían que ya no se casaría y que estaba viviendo con una amiga.
Fui complaciente, te entendí en todo momento, solo quería que estuvieses tranquila.
Lo sabes bien vida mía que tu vida y tu felicidad son mi causa y razón.
Si tú eres feliz yo también lo soy.
Algunas cosas por más tiempo que lleven, jamás son fáciles de enfrentar. Para mi no fue nada sencillo enfrentarlo con mi familia. En primer lugar porque no se enteraron del todo por mí.
En aquellos años tenia un fanatismo por escribir todo lo que me ocurría, lo que opinaba y incluso lo que soñaba que ya era demasiado.
Y puesto que no tenia mucha comunicación con mi abuela, ella se atrevió a violar mi privacidad leyendo mis escritos.
Ahora lo juzgo pero no lo comparto.
Con mi madre fue distinto y es algo que no me gusta mencionar pero haré una excepción por temas informativos.
A ella se lo dije yo y al principio juran apoyo, que te comprenden que es una etapa, lo toman a la ligera, y como para no espantarte te dicen que lo aceptan pero a la menor discusión te lo sacan en cara y te lo repiten mil veces como si fueras un enfermo. Algo así me aconteció. Independiente de lo terrible que puede ser para cambiar el mal concepto que tienen como ignorantes; empecé a tomar responsabilidades, trabaje, estudie, me convertí en una profesional a la cual nadie puede juzgar. Luego de eso ahora incluso les gusta que sea así.
En tu caso amor mío eres una mujer adulta que sabe lo que hace, no busques que te acepten, ellos deben darse cuenta que tu no cambias lo que ellos conocen de ti como el cariño que les tienes, las decisiones personales no involucran la familia en estos términos.
Eres una gran mujer que no necesita demostrar nada.
Para concluir con la historia poco antes de que tú resolvieras venirte a vivir conmigo a mí también me toco una parte complicada.
Anteriormente, estaba en una relación provisoria con una chica universitaria. Ya que de ves en cuando iba a dar clases y charlas, ya sabes de quien hablo, no te pongas celosa es para aclarar el asunto. Llevábamos casi ocho meses saliendo.
Ella era una chica muy buena, de un estilo conservado, con una actitud algo introvertida a simple vista. Tenía muy metida en su mente que ayudaría a la gente a cambiar varios conceptos de nuestra vida. Era de buenas intenciones.
Varias veces se había quedado en mi casa. Para mí era como una amiga más pero ella creo que estaba enamorada de mí.
Asistía a todas mis clases siempre que me tocaba ir.
Un día me pidió mi correo para temas estudiantiles se suponía y bueno accedí sin excusas.
Al principio era una relación muy respetada, luego se fueron dando conversaciones de cosas que teníamos muy en común y eso me agrado. Fuera de la universidad nos juntábamos y pasó lo que en cierta manera no debía.
Muchos sabían en la universidad porque nos habían visto en lugares frecuéntales, el problema real fue que el rector se entero y eso me trajo problemas.
Le pedí que ya no nos viéramos mas, estaba poniendo en riesgo mi trabajo y quizás si el tiempo lo daba, la esperaría al egresar.
Y ese tiempo se cumplió cuando te volví a ver a ti amor mío.
Entonces comenzó a llamarme, escribirme, y no sabía que responderle no quería herirla. Y es inevitable que no ocurriera, le tenía mucho afecto pero mi corazón latía por otra.
Un día en la tarde la cite a donde nos gustaba ir, nos tomamos un café e intente escoger la mejor frase, ella suspiro. Recuerdo que tenía los ojos brillantes, temblaba.
Me sentí tan mal, porque aunque no sabia si me quedase con mi amor verdadero estaba dispuesta a quedarme sola.
No iba a ilusionarla, cuando uno no esta segura de algo o no lo siente debe hacerlo saber, no crear mas angustias de las que uno se hace. Y desde entonces que solo la e visto de lejos.
Ella es una buena chica y se merece un amor que la ame mas de lo que yo podía darle.
Y así amor mío, la vida nos junto en situaciones que algunos intuyen, resumí con gran habilidad los sentimientos que tuve cuando te volví a ver y lo increíble que fue volver a estar contigo, y acertar de forma expectante lo que es amar y ser amado.
Porque eres la única persona a la que le he podido decir que la amo sintiendo nervios todo el tiempo y comportándome como una tonta sin poder reaccionar de manera correcta.
Algunas de las cosas que te enamoraron fueron mis poemas donde era la mejor forma de expresar lo que sentía por ti.
Aunque también muchas otras cosas creo yo que también te gustaron.
Jamás me canso de compartir lo estupendo que fue conocerte en ultimo año del liceo y lo mucho que me costo conquistarte porque eras muy heterosexual y yo fui perseverante.
No hagas que pase el tiempo de nuevo. Porque no todo termina como en mis ilusiones.
Para ti en mi mundo jamás será tarde. Pero para la próxima tal vez solo serás una ex alumna.
Y en definitiva al punto que quería llegar es que no importa la circunstancia en la que uno conoce a otra persona.
Los errores existen y nos podemos equivocar. Quería que supieras que nunca olvido nuestras fantasías de aquellas tardes cuando soñábamos como seria nuestro futuro. Si es verdad que el tiempo a pasado pero no en vano.
Sé que has madurado y yo también lo e hecho.
En parte esta historia tiene cosas que me gustaría aun vivirlas contigo. Sé que fuiste una de las pocas personas que de verdad admiró lo que escribía y a ti dedico este pequeño cuento.
La vida sin ti
Venia por una avenida en Santiago en mi auto, la cual estaba atestada en un taco interminable.
No me fije al virar cuanta proximidad tenia de un auto rojo. Mi novio venia hablándome, estaba casi recién en práctica después de recibir mi licencia. No tuve cuidado e hice un mal giro que me costo la ralladura arriba de la rueda de mi lado y una hendidura horrorosa.
Estacione en un pasaje y el otro auto también.
Me baje frenética intentando no asumir mi culpa. Cuando me fije en quien desciende de aquel fiat paliot mi corazón comenzó a latir como no lo hacia hace mucho. Le pedí a mi novio que no se bajara por más que insistía.
No sabía como reaccionar y nuevamente fingí que no sabía quién eras, aunque te recordaba como si hubiese sido ayer.
No habías cambiado mucho, tu estilo de vestir era elegante, sofisticado, usabas el cabello largo, liso oscuro.
No traías tus anteojos como aquel tiempo en que los usabas permanentemente.
Tenías un aire de supremacía, de madurez, que quise que no fuera realidad porque me atraería.
No pensé en volver a verte, después de que dejamos de hablarnos por una discusión o porque no fui a un encuentro donde tú me pediste en el pasado que fuera. En fin, tu reíste, lo cual me molesto porque exponías que tenías todo bajo control, parecías distraída y no hablaste mucho, sacaste algo de tu blazer negro y me entregaste una tarjeta donde escribiste la dirección de tu trabajo.
Me dijiste que te llamara cuando yo arreglase lo del auto.
Y en cosa de días nada demoro arreglar ese pequeño detalle.
Me atrajo tu forma de actuar tan serena y dispuesta a ayudar sin reclamar, sé que tú también me reconociste.
Entonces pase un par de días buscando la manera de llamarte y juntarme pero no sabia como hacerlo.
Me daba nervios de solo pensar en verte de nuevo.
Había bebido una par de martinis y me decidí a llamarte, eso fue cuando me citaste a medio día en tu oficina.
Me di un baño y me puse ropa algo relajada y cómoda, ese día hacia un poco de calor y fui calmosa.
Entré y era todo muy bonito, estaba sorprendida de lo encantadora que era tu biblioteca llena de libros como siempre habías soñado.
Me guiaste hasta el asiento en frente de ti.
Me preguntaste que tal me había ido y sacaste tu chequera.
Iba sacando las boletas para mostrártelas pero no fui capaz de entregarlas cuando sin querer rozamos nuestras manos.
Te levantaste y te dirigiste a mí, me alzaste, me miraste fijamente y quitaste mi cabello del cuello a lo que reaccione muy excitable. Me susurraste al oído que no te habías olvidado de mí.
Entonces te alejaste como para amenizarse de lo ocurrido.
Te relajaste y tomaste asiento, te conocía bien y quizás querías hacerte la fuerte pero no podías, entonces emprendí con un tema de conversación y para descartar toda sospecha de mis sentimientos extraviados, te hable de mi novio y de que me casaría.
Conversamos tanto que se nos paso casi toda tarde en ello y ya más tranquila, te pasaste la mano por el cabello alisándolo hacia atrás y me preguntaste si querría salir contigo.
Entonces lo medite enseguida y te respondí que no podía, tenia planes ya y que quizás podría ser para una próxima vez.
Cuando volví a mi casa, él estaba ahí esperándome ansioso y le mentí le dije que me habías pagado todo, no le dije que te conocía.
Durante unos días no deje de pensar en ti, eras mi sueño viviente. Te veía en todos lados y eso me tenía con las energías por los bordes de mi vida.
Entonces decidí parar con la psicosis para quitarme las ganas de todo esto, de estar contigo otra vez y escucharte...
Te llame y retome tu invitación. Mi novio se había ido al sur por trabajo y no llegaría hasta el próximo lunes.
Salimos a cenar y fue todo muy espectacular.
Te mencione que estaría sola y aprovechaste la oportunidad para llevarme a tu casa.
De lo cual intente demostrar que no estaba interesada.
Entonces llegamos, me abriste la puerta del departamento. Entré y prendiste las luces. Todo deslumbraba y el buen gusto de cómo lucían los sillones negros me dejo atónita. Tomaste mi abrigo detrás de mí.
Lo demás que recuerdo son imágenes de algo que quise olvidar porque no era lo correcto.
Pensaba que ya habíamos tenido la ocasión y no la aprovechamos, esa mañana que desperté a tu lado te veías tan hermosa que por un momento no quise dejarte pero para mí la vida continuaba de lo que seguro para ti yo especulaba que no era así.
Poco percibía de tu actual vida pues solo nos dedicamos a recordar por lo que terminamos enredándonos toda la noche en besos.
Pensé que eso era lo que hacías con todas, y me aleje.
Sin embargo, no hubo noche en que no deseara volver a vivirla.
No hubo noche en que no delirara contigo.
Estaba como ida y de vez en cuando bajaba a la tierra a ver que todo residiera bien sin mí, y lo que encontraba que era mi felicidad empezó a ser mi tortura. Cada mañana que amanecía con mi supuesto marido a mi lado era algo que me mortificaba.
Y él lo había notado, mis cambios de actitud. Todo eso, creo que lo supo desde el comienzo.
Un día que unas amigas me invitaron a una fiesta te encontré allí, y no te imaginas lo que pasaba por mi mente.
Te vi antes de que me vieras a mí y te vi abrasada de una joven. Me sentí muy mal porque no quería ser un estorbo aunque me moría de celos por dentro.
En cuanto giraste a verme la soltaste.
Lo que me pareció de más mala actitud, pues me escabullí entre la gente aunque sabia que me buscarías.
Y yo no seria flexible ante eso.
Cuando pensé que te había perdido de vista me relaje y me tomaste por sorpresa.
Comenzaste pidiéndome explicaciones de porque me había ido así. Y luego me exponías que me querías que no sabias como había ocurrido pero cuando me viste como que sentiste amor nuevamente y yo en parte no te declare nada solo deje en claro ciertos temas.
No me permitiría creer en tus palabras como lo hacías cuando estábamos en el colegio.
Sin embargo, no tuve carácter ante lo que me provocaba estar cerca de ti.
Entonces empezamos a vernos. Empecé a sentirme libre de algo que no podía expresar, me enseñaste a ser lo que me negué tantos años incluso cuando estaba contigo en aquellos períodos de colegio.
Y quería amarte con toda mi fuerza, porque tantos años de ser quien no era ya no resistiría mas si sé que contigo podría tenerlo.
Me levante un día sábado en la mañana, prepare el desayuno y mi novio se sentó tranquilo, algo me decía dentro de mí que el sabia lo que acontecía en cierta forma.
Hace un mes que no pasaba nada entre nosotros, y sé que el estaba cansado de mis excusas tontas cada noche.
Entablé preguntándole sobre su madre y me dio una mirada cínica. Hace días que no teníamos comunicación de nada, partí diciendo lo que tenia que decirle a lo cual se sonrió irónicamente.
Muy ligero me dijo sin discusión que me fuera de su casa y que no le volviera a ver en la vida.
Por un momento no deje de llorar, silenciosamente mientras sacaba mis maletas.
Te ame quizás hombre, viviste conmigo tanto tiempo que conocí mas que una pareja un amigo de la vida.
No puedo tener un mal un concepto del hombre porque de ti aprendí tantas cosas que debo solo agradecer.
Recuerdo que por otro lado estaba feliz por dentro.
Esa mañana estaba nublada, hacía tanto frío.
Me dolía la cabeza, iba pensando en que sería enfrentarme a la vida contigo.
Estaba segura de mis sentimientos por ti.
Hago esta manifestación escrita para que todos sepan que te ame igual y me arriesgué tanto como tú con este amor, porque pocas veces te decía lo que sentía mas bien lo demostraba pero quería que supieras que estar contigo es lo mejor que me ha pasado.
Toque la puerta, y apareciste con el cabello húmedo.
Me ayudaste a entrar las maletas y me deje caer sobre el sofá con un suspiro alentador.
Te sentaste junto a mí y no deje que dijeras palabras, te bese tan desenfrenadamente que me faltaba aliento y tú estabas tan suave.
Halague cada extremo de tu cuerpo y te hice más mía que nunca.
Aquel día en la playa cuando fuimos un fin de semana.
Ese día que llegamos por mala imprevisión no había luz. Intentaste arreglar el problema toda la tarde pero no pudiste y al final sola te rendiste ante la absoluta luminiscencia de la luna.
Los ventanales dejaban entrar gran parte de ella y de igual manera se lograba vislumbrar. Pero tú comenzaste exponiendo que no era tan malo porque usarías tus sentidos y filosofaste a cada minuto de lo que recuerdo muy bien porque me encantaba escuchar tus fantasías.
Después de esa acelerada noche, pasamos un día interesante y en la tarde salimos a caminar.
Te note algo cansada porque demorabas en tus pasos pero no me perdías de vista. Llegaste a mi lado y te di la mano.
Yo conversaba todo el rato de cosas, de cosas que tú me escuchabas atentamente. Estábamos por la orilla del mar y me mojaba los pies lo cual me dio escalofríos y empecé a correr hasta que llegue a una orilla en la que divise una conchita en la arena mojada, una pequeña de un color algo esmeralda que mire de cerca, luego te vi a mi lado.
Me volví de frente viendo tus ojitos claros, y me estremecí por recordar lo que paso la noche anterior. Tome tu carita con mis manos y te besé, y que pasión sentimos. Nos ansiábamos.
Te agradezco por tus concejos para forjarme la vida más simple.
Y tus detalles que me enloquecían, la paciencia que labrabas cada día para aguantar mi desorden, me gustabas cuando llegabas con regalos para enamorarme y así hacerme sentir que te amaba cada día más.
Me hacías pensar que nunca era poco, que jamás se iba acabar.
El día que corrompa en mí la mentira no estaré aquí ni a tu lado. No necesito de eso, y créeme amor mío que soy tu amiga, tu fiel cómplice por la eternidad.
Así tiene que ser.
Cada momento de la vida que viví contigo era un aprendizaje que no cansaba ni quemaba.
Era algo que no podía apagarse.
No había cenizas, no existía el dolor de la soledad más que cuando te quejabas de que demoraba en el trabajo.
Y también me encantaba que todo el tiempo me dijeras que dependías de mi amor. Que te hacía fuerte, que te inspiraba.
Al igual que a ti este amor me producía una sensación de compromiso que por los años que llevábamos aun le soy leal.
Y que más decir vida mía.
Si lo demás lo escuchas de donde estas.
Gracias por dejarme tus memorias que quienes más que yo las considero las mejores.
Soy devota a ti. A lo que me instruiste. Y por sobre todo a que si no cuido lo que quiero Dios me puede cobrar nuevamente. Sé que quisiste que yo fuera feliz y tú eras mi felicidad. Y aunque en sueños logré soñar contigo eso no me calma todavía. Siento que no hice lo suficiente o que no te dije lo que querias oír pero por tus sinceras palabras logro encontrar un mensaje de que no hay que perder el tiempo en dejar que el amor se lo lleve el viento. Porque mi amor era eterno y el tuyo lo fue conmigo en vida.
En tu funeral por coincidencia me encontré con la persona que ahora me acompaña.
Que sé que si estuvieras viva considerarías que tal vez no ocupara tu lugar nunca pero que en gran parte sabe lo extraordinaria que fuiste.-
Ella se presentó y la conocí de inmediato. Era la hija de mí ex novio, la hija de una relación que nunca formalizo; le pregunte que hacía allí entre lo poco que podía dialogar por la pena pues pensaba que su padre la había enviado y no, resulto que ella te conocía muy bien.
Eras su amor, fuiste su profesora en la universidad.
Anduvieron cerca de ocho meses de los cuales decidiste desviarte porque comprometían tu trabajo y le dijiste que estabas enamorada de otra persona luego del tiempo en el que habían quedado de volver a verse después de que ella se titulase.
Nuestra historia se convirtió en amor, romance, y locura. Es eso lo que sentimos y tu evocación quedara grabada por siempre.
Sé que no me dejaste sola del todo, aquí espero con ansias algún día volver a verte.
Fin
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mi vida sin ti
RomanceEs una historia mezclada entre ficción y romanticismo, un sueño como muchos, una ilusión, emociones, lo ideal para un final de lo que pudo ser y no sera...