Día 17

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Paso el tiempo y seguí viviendo con Rodrigo. Encontré el primer mes trabajo de mesera, el salario es muy malo y no tengo contrato al ser menor de edad. Creo que ya he estado tres meses en casa de Rodrigo y casi todos los días lleva amigos a su casa, y los fines de semana, saca la casa por la ventana.
Hemos vivido bien, nuestro encuentro matutino en el desayuno es especial para mi. Hay mucho humor entre los dos.

-Hoy vendrán unos amigos a este lugar que no han estado aquí en un par de meses.-dice masticando la tostada que le hize.
-¿Sabes comer con la boca cerrada?.-digo hablando con la boca llena.

Nos reímos.

-No te preocupes por mi.-le aseguro.-Tu sabes que me quedo en el cuarto y eso.-río.

Me levanto a lavar los platos.

-Cariño, ¿A que hora llegarán los niños?.-digo bromeando.
-Como a las 6:00pm, esposa mía.

Me acerco a el con las manos llenas de espuma.

-Creo que debes afeirtarte.-le dejo la mejilla con espuma.
-¿Así?.-se levanta de la silla con un sólo movimiento.

Su acto me hace saltar y resbalo con el resto de espuma que se cayó de mis manos. Rodrigo pone su mano en mi cabeza, lo que amortiguo el golpe al suelo.
Cierro los ojos con fuerza.

-¿Estas bien?.-dice el.

Abro los ojos despacio.
Tiene el ceño fruncido.
Nuestros ojos se encuentran, verdes contra negro. Y como si no supiéramos que estábamos haciendo, nuestros labios se sellan.

Me siento confundida y feliz.

Después de eso, paso.

***

Aún recuerdo la manera en cómo me trataba, como si me fuera a romper.

Estoy en frente a la casa de Pocholo, me costó tanto encontrarla pero gracias a Mary, lo logre.
Me pase todo el día de ayer buscando a Mary, la encontré en el peor lugar. Recordé el lugar de los drogadictos vagabundos que una vez casi fui a parar y fui lo mas pronto a ese lugar.

Es una calle escondida. En la acera se encuentra la gente y algunos duermen ocupando el peldaño de la vereda como almohada.

Tomó aire, el holor a marihuana repleta el lugar.
Tienes que ser fuerte.
¿Desde cuando tu me ayudas a lograr lo que quiero?
Pues, quiero a Pocholo muerto.
Hacemos un buen equipo.

Camino esquivando a la gente, me siento muy mal y veo como viví en esos 5 años. Busco una maraña de pelo rubio entre todas las cabezas que descansan en la acera...Y la veo, usando un suéter de lana como manta.

Mi corazón se parte al verla en condiciones poco higiénicas. La levanto de los hombros y trato de que su mirada perdida llegue a mis ojos. Su cabello rubio esta opaco por la suciedad, sus ojos verdes están rojos, sus labios partidos y los dientes demaciado amarillos.

-Dios mío.-susurro.
-¿Maggie?.-dice.

Hace una mueca que creo que es una sonrisa.

-Si.-digo.-¿Como estas?
-Tengo demaciado frío.

Me saco mi sudadera negra y se la pongo con cuidado.

-¿Mejor?.-digo sonriendole.

Ella asiente.

-¿Como llegaste a parar aquí?.-se me quiebra la voz.
-Después de que te fuiste, todos se fueron.-ríe.-Primero tu, después Pocholo, después Rodrigo.
-¿No has sabido nada de Rodrigo?.-digo.

Ella mueve la cabeza en señal de negación.

-El...murió.

Su cara se deforma ante la noticia.

-Pocholo lo asesinó hace unos días.-digo.-Por eso estoy aquí.
-¿Necesitas saber donde está Pocholo?

Asiento.

***

Estoy recostada en el pecho de Rodrigo, haciendo círculos en su pectoral. El se quedó dormido inmediatamente, yo no pude. Tengo tantas inseguridades.
Trato de ponerme de pie e ir por mis ropas. Ante mi acto, Rodrigo se remueve.

-Hola.-dice resfreganfose los ojos.
-Hola.-digo por lo bajo.
-¿Que sucede?.-se incorpora.
-¿Por qué piensas que pasó algo?.-sonrió.
-En estos pocos meses, llegue a conocerte demaciado.
-Es sólo...es sólo que jamás pensé que volvería a hacer esto.-confiezo.-Quería hacerlo con alguien que me ame y yo lo ame, y todo ese cuento.

Toca mi mejilla.

-Todo pasa por una razón.

Nos reímos.

-Ya basta de curselirias.-me tira a la cama y deposita un suave beso y se va al baño.

***

-El vive en una mansión de narco.-dice Mary.-No te puedo llevar a las puertas de su casa pero si un poco antes.-ríe.
-¿Sólo debo anunciar mi llegada?

Asiente, me desea suerte y se va. Rezó una pequeña oración para ella.
Toco el un botón.

-¿Que busca?.-dice una voz brusca que me hace saltar.
-Quiero ver a Pocholo.-digo.
-Esa persona no vive en este recinto.-la comunicación se corta.

Diles a estos idiotas que le digan al infeliz de Pocholo tu nombre.

-Diganle que aquí está Maggie.-corto la comunicación.

Espero unos segundos eternos y abren el gran portón. Salen dos hombres con pistolas. Palidezco, ya había visto armas, incluso Pocholo me enseñó a disparar.

Uno me jala del brazo y empezamos a caminar. Realmente todo esto es un lujo, la casa es de tono naranjo con blanco y hay bastante plantas. Tiene mucho aire mexicano, de ahí viene el.

-¿Donde está el?.-digo.
-¿Como nos encontraste?.-dice un hombre.
-¿Donde está el?.-digo un poco más brusca.
-¡Contestanos!.-dice el otro.-Puta.-susurra.

Pone la pistola en mi espalda.

-Dejenla.-se escucha.

Se inmediatamente que es el. Miro hacía arriba, hay un gran balcón donde el apoya sus manos y me mira.
Los imbéciles me sueltan y retroceden.

-Traiganla aquí.-desaparece.

Uno se ubica delante y otro atrás mío para avanzar por esta casa. 
Al entrar veo a dos mujeres semi desnudas que esperan detrás de Pocholo. El me mira intrigado.

-¿Que quieres?.-dice.

Odio que se porte de esa manera, lo odio.

-Quiero hablar contigo.-digo seria.-A solas.-miro a las prostitutas.
-Marchense.-dice sin apartar la mirada de mi.

Todos obedecen y se van. El silencio en la habitación reina.

-Parece que pasaste una buena noche.-digo.

Vas bien, hazle un ataque de celos.

-¿Eso a ti que te importa?.-ríe.-Dejaste muy claro que sentías asco de mi y que jamás querías volver a verme.
-Decías que me querías y estas en menos de un día con esas prostitutas.
-¿A que has venido?.
-Sólo quiero hacerte una pregunta.-me acerco a el.-¿Que quieres de mi?.

Trato de ser seductora, pero no puedo.

-Quiero que seas mía.
-La última pregunta.-lo miro a los ojos.-¿Que estas esperando?

Sus ojos se abren y sonríe de lado.
Pasa su mano por mi mejilla y cierro los ojos.

Resiste, compañera. Yo se que tu puedes. Debes lograrlo.
Fuerza de voluntad.

Y con demaciado asco y repugnancia, tuvimos sexo.

Sus manos al tocar mi cuerpo, me estremeció. La forma en que me decía cosas al oído, me asqueo.

Día 17

Nota de autor:

Siento que la imagen es demaciado fuerte, pero quiero describir bien lo que trato de que piensen.

Adiós, aps

Mi SalvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora