Sus palabras fueron un gran golpe para mi corazón, ya he perdido a alguien cercano, no quiero perder a otro más, por lo que me contuve de responder, agaché la cabeza y me mordí el labio del odio que sentía hacia mí mismo, mis nudillos se volvieron blanco al mantener apretados mis puños dejando que mi amigo se marchara.
―Estaré bien, Barend ―añadió Egmont preocupado sin creer en sus propias palabras–. No te preocupes por mí.
Claro que me preocupo por él, si estuviera en su situación, él también se angustiaría por los problemas que está enfrentando pero no hay nada que pueda hacer más que alejarme de él, así que los dejé marcharse; me quedé de pie permitiendo que pasaran los minutos hasta que creí que era un tiempo pertinente para volver a mi hogar.
―Barend ¿Estás bien? ―me llamó la atención Keller, el dueño del local―. Espero que te encuentres bien. ―Recalcó al no responder a su pregunta.
―Con la reciente muerte de Eli no creo que este muy bien ―agregó Varick, el hijo del dueño del local.
―No la menciones ―reprendió Keller en un murmullo―. Ten un poco más de respeto.
―No fue tu culpa, Barend ―comentó Varick angustiado, ignorando el comentario de su padre, apoyando sus brazos en la barra que dividía los puestos para la clientela de la cocina―. Alguno de nosotros debió haberla acompañado a su casa esa noche. Rothenburg es una ciudad tranquila por eso nos confiamos demasiado.
Varick es un año mayor que yo y a sus veintidós años ya tenía un titulo en gastronomía, le ayudaba a su padre en la cocina y su local era uno de los más visitados, muy pronto se aglomerarían de turistas, aún era muy temprano para recibir a los clientes, las nueve de la mañana es un horario bastante mañanero cuando la mayoría de los locales abren sus puertas a las diez.
―Disculpen por la repentina confrontación ―me disculpé angustiado por los problemas que le causaría traer a tan buenas personas.
―No te preocupes, esas cosas pasan ―dijo Kellen dándole la menor importancia―. No se rompió nada y lo importante es que tú estás bien.
―Que no está bien, papá ¿Cómo no lo entiendes? ―reprochó Varick dándole un golpecito en el hombro―. Puede estar físicamente bien pero emocional no lo está... nadie lo está. ―Murmuró lo último con la mirada baja y la angustia en sus ojos, al igual que yo sentía remordimiento por no haber ayudado a Eli.
La noche en que ella murió, más bien, la asesinaron, un grupo de jóvenes fuimos a una fogata a orillas del lago, Eli me obligó a ir a ese evento, me fue a buscar a la cabaña de Roderich para arrastrarme hacia el lugar acordado por los demás del grupo.
Fue divertido compartir con jóvenes de mi edad, contaron historias tanto de terror, humor y experiencias vividas, hasta ayude a cocinar la barbacoa.
Todos habían donado dinero para comprar los alimentos, era lo menos que podía hacer y colaborar en algo. Aunque para muchos yo era un ermitaño sin carisma y para muchos, malhumorado le agradé a la mayoría e ignoré al asesino que se encontraba en nuestro grupo de más o menos treinta personas, todos eran de Rothenburg menos uno que se coló en la fogata y puso sus ojos sobre Eli, quien fue la quinta en marcharse porque ya eran las cinco de la madrugada y debía descansar, me ofrecí a acompañarla a su casa pero ella se negó.
―Barend, esta es tu oportunidad de hacer amigos, no la desperdicies ―dijo Eli sonriente, proporcionándome uno de sus cariñosos abrazos como despedida―. Me alegra que te lleves bien con todos, además si te integras a más grupos dejaran de decirte "el ermitaño" cuando te vean pasar por las calles de Rothenburg.
Sus comentarios siempre me hacían sonreír y yo no sonreía muy a menudo, Eli mantenía una personalidad bastante extrovertida, la llamábamos "la hobbit" porque media uno cuarenta y dos a pesar de que era dos años mayor que yo.
–Bien, Eli. Te dejaré marchar pero llama a Varick en cuanto llegues a tu casa ―comenté acariciando su corto cabello rubio.
―¡Oh! Verdad ―me miró Eli perturbada―. Tú no tienes celular y si lo tuvieras no tendría cobertura en las montañas.
―Te veo mañana ―comenté desviando el tema y encogiéndome de hombros para no iniciar una discusión, otra vez, por no tener un celular.
―Por su puesto, te iré a despertar como todas las mañanas para que me ayudes en mi trabajo ―agregó Eli despidiéndose de mí y encendiendo la linterna para ver el sendero de vuelta a la ciudad.
Esas fueron las últimas palabras que escuché de ella y claro, la llamada a Varick jamás se concretó.
Pasada una hora comencé a preocuparme porque ella jamás incumplía lo que yo le indicaba y decidí marcharme para comprobar si se había perdido en el trayecto o que simplemente llego su casa y se desplomó rendirá sobre su cama.
A esas horas ya muchos se habían marchado y unos cinco chicos se marcharon como veinte minutos antes de que Varick decidiera detenerme para formar un grupo de búsqueda, ya que Eli no contestaba su celular.
Desgraciadamente cuando íbamos a merodear por el bosque la melodía del celular de Eli sonó en nuestra cercanía, el grupo de chicos que se habían marchado antes se mostraban consternados, en shock, ellos nos informaron que escucharon el celular sonar junto al cuerpo desgarrado de Eli. Tuvieron miedo de regresar a la ciudad y prefirieron volver para reunirse con los demás que quedaban a la orilla del lago.
En la autopsia se demostró que fue atacada por un felino que le cercenó la garganta y el pecho con sus filosas garras, lo extraño de todo esto es que el chico nuevo era el único desaparecido, sospecho que él es el asesino.
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El Sufrimiento Del Lobo Solitario
Hombres LoboHe nacido producto de un extraño suceso y soy conocido como un mal que acecha y atrae las desgracias a cualquier manada que me acoge. No he conseguido convivir con los de mi especie por más de tres años, es como si les callera una maldición a todo a...