Capitulo 4---Adrien

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La vida de Adrien nunca fue tan sencilla como todos pensaban: su padre era un diseñador famoso y él mismo tenía muchos fans, pero se pasaba la mayor parte de su tiempo libre lejos de su familia y amigos. Su padre siempre estaba trabajando en nuevos diseños, de modo que nunca tenía tiempo para compartir con su único hijo. Todo se complicó aún más cuando su madrastra Emilie desapareció y, como si el destino estuviera realmente en su contra, los monstruos comenzaron a acosarlo.

Fue cuando descubrió que era un semidiós. No sabía si su padre estaba consciente o no sobre eso, pero no podía ponerlo en peligro, no soportaría perderlo a él también. Por eso decidió huir, vagando por el país entero y escapando por los pelos de los monstruos con los que se topaba hasta que encontró a la diosa loba Lupa quien lo entreno y lo envió al Campamento Júpiter.

Y allí estaba ahora, sentado junto a una hija de Afrodita –que sorpresa– en un anfiteatro griego cantando junto a un montón de semidioses griegos y romanos canciones de fogata. Adrien pensó que su vida definitivamente si estaba hecha un embrollo, porque cuando eres un semidiós tu vida tiende a ser siempre un embrollo.

–Adrienkuuuu!!! – dijo Chloe sacándole de sus pensamientos– aun no puedo creer que seas un semidios!

–Eh... tampoco yo acabo de creerlo.- soltó una risita nerviosa. Y era verdad, apenas 6 meses atrás lo había descubierto él mismo por azares del destino.

–Así que... ¿Quién es tu madre divina? Porque la mía es Afrodita, como puedes ver.- parloteó Chloe sin dejarle responder la pregunta, claramente ansiosa de presumir su ascendencia divina. – siempre supe que no podía ser una simple mortal, ¡igual tú!

–Yo... aún no se quien lo sea, por eso estaba con los chicos de Hermes. Solo sé que soy un semidiós romano. – soltó una risita esperando dejar el tema atrás, pero Chloe continuo hablando acerca de lo fantástica que era la cabaña y de la espantosa líder que tenían... según ella.

– ¡en serio! Aun no puedo creer que alguien como ella sea una hija de Afrodita. No entiendo porque Drew no peleo para seguir siendo la líder, es mucho mejor que McLean.

No sabía de qué le estaba hablando la chica, pero no quería ser descortés así que Adrien solo acertó asentir en los momentos indicados. Adrien fijo su mirada en la fogata, el fuego lograba alcanzar al menos tres metros de altura. Los campistas de Apolo estaban cantando canciones de fogatas sobre monstruos griegos o algo por el estilo. Luego se fijó en los demás campistas, todos reunidos de bajo las banderas de sus cabañas. Lucían felices, lucían como...una gran familia feliz. Recorrió aquella escena con la mirada hasta que su atención se detuvo en los campistas de la cabaña 11, la mayoría de los campistas compartían rasgos similares excepto la chica que le había hecho un hueco en la mesa para que él pudiera comer; ella no compartía su mirada traviesa –sus ojos azules se veían demasiado inocentes en comparación a los otros campistas– o sus rasgos de duendes. Todos parecían una gran familia feliz... y aun así, Adrien sentía que no pertenecía a ese lugar.

–Adrien, cariño ¿Por qué no estas cantando? – y una vez más Chloe logro distraerlo de sus pensamientos.

–Eh... perdona. Es que no se la letra de la canción, es la primera vez que visito el Campamento Mestizo.

– ¡Es verdad! Olvidaba que es tu primera vez aquí. No es la gran cosa, la letra es espantosa. – dijo al momento en que giraba su cabeza para hablar con una de sus hermanas.

A mí me parece bien. – dijo en un murmullo apenas audible.

–¿Dijiste algo, cariño?

–Yo no dije nada, – mintió– ¿por qué preguntas?

–Creí haber oído a alguien diciendo algo en francés, supongo que no fue nada. – la chica hizo un gesto despreocupado con la mano y siguió con su interesante platica sobre la colección de otoño Agreste.

Adrien volvió a quedarse callado, recordando la última sesión que había hecho para su padre y la discusión que habían tenido acerca del comportamiento de Adrien.

–Adrien, comprende que no puedes seguir faltando a clases, ni mucho menos a las sesiones de modelaje. – le había dicho su padre enojado. Adrien sentía que eso le parecía más importante que la felicidad de su propio hijo ¿Quién le había dio que eso le gustaba?

–¿Qué más da si falto una vez? –por el rabillo del ojo podía ver como su padre se masajeaba las cienes claramente fastidiado por el comportamiento de su hijo.

–El problema es que has faltado a todas las sesiones programadas del mes y tus notas están bajando.

–¡Por favor!, ¡No actúes como si te importara! –antes de que su padre pudiera decir algo más se dio la media vuelta y se fue a encerrar a su habitación. Desde la desaparición de Emilie sus conversaciones siempre acababan con uno de los dos gritando y saliendo del lugar.

–Muy bien campistas, ya se hizo demasiado tarde– la voz del centauro Quirón lo devolvió al presente– nuestros amigos del Campamento Júpiter pasaran aquí la noche, por lo tanto que cada campista romano se dirija a la cabaña correspondiente a su progenitor.

Se escucharon varios gritos de campistas llamando a sus hermanos y Adrien pudo apreciar varias sonrisas y abrazos fraternales por todos lados. El anfiteatro se fue vaciando poco a poco y a medida que Adrien se quedaba solo la incomodidad lo envolvía. Recordó que Quirón lo había enviado con los chicos de la cabaña 11 así que supuso que tenía que seguir a los chicos de Hermes antes de que otra hija de Afrodita apareciera y se lo llevara lejos de su objetivo.

Siguió al montón de campistas hasta que diviso el estandarte de la cabaña 11 y se acercó un poco al grupo mientras observaba el campamento. No se parecía al Campamento Júpiter, sus campistas eran más relajados y parecían más una familia unida -una rara y enredada familia- que los romanos. Tropezó con algo y escucho un golpe seco atrás de él. Se dio la vuelta al momento de que una chica de ojos azules se levantaba y sacudía su ropa, era la chica que le había hecho un hueco. Para su sorpresa ella lo miro ceñuda.

–¿Eres amigo de esa hija de Afrodita, cierto? –señalo con la cabeza a Chloe y a sus hermanas.

–Esto... si, mira, yo lo-.

–Ya veo, no me sorprende que seas como ella. –dijo con un tono de fastidio y antes de que Adrien se pudiera disculpar por hacerla caer, la chica le lanzo otra mirada de enfado y se fue con una campista morena que la saludaba con la mano.

"Genial, mi primera noche aquí y ya me odian" pensó–"que mala suerte tengo". Siguió avanzando tímidamente y cuidando no hacer caer a ningún otro campista. Recordó como lo había visto esa chica y lo mal que lo había hecho sentir. "No me sorprende que seas como ella" le había dicho como si fuera el culpable de todos los pesares del mundo.

Finalmente llego a la cabaña 11 y esa sensación de incomodidad volvió a inundarlo -una sensación que se estaba haciendo muy común-. Se quedó parado en el marco de la puerta esperando a que alguien se diera cuenta de que estaba ahí mientras veía todo el ajetreo que hacían los semidioses preparándose para dormir; vio a la chica con la que se había tropezado, pero si ella lo vio logro ignorarlo perfectamente. Al fin una campista se fijó en él y amablemente le ayudo a instalarse en un apretujado saco de dormir. No se sentía tan cansado, pero en cuanto su cabeza toco su almohada improvisada se sumió en un profundo sueño.

Hola semidiosesillos y fans de MLB!

Antes que nada, feliz año 2017 :D

se que dije que trataríamos de actualizar lo antes posible peroooooo algunas cosas interfirieron y por azares del destino no habíamos podido editar y escribir. Pero ya esta qui, asi que espero que les guste.

Ix ;)

Cataclismo en el Olimpo (MLB y PJ) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora