“En algún lugar del universo, existe un planeta llamado la Luna del cazador, en el cual hay distintos pueblos. Aire, fuego, tierra, agua y nieve. Para los pueblos existía un dios, el cual controlaba todo y vivía en el lado oscuro del planeta, donde ningún duende, elfo, sirena, ninfa o hada podía cruzar y los que lo habían hecho no habían vuelto jamás. Nuestro dios, llamado owen, fue el creador de los pueblos haciendo a los reyes de cada uno de ellos desde los elementos. Owen explicó a los reyes que debían procrear sus tierras, pero nunca podrían hacerlo con ninguno de los otros pueblos, Y así fue. Las hadas quedaron en el pueblo del aire, los elfos el pueblo del fuego, los duendes El pueblo de tierra, las sirenas se encargaban del agua y las ninfas de la nieve,cada uno con un propósito. Desde los primeros reyes de cada pueblo pasaron años, décadas y milenios pasando los reinos de generación en generación cumpliendo siempre lo que Owen pidió”
-Me encanta esta historia ¿me la contarías de nuevo?- preguntó Rain Demonglimmer a su madre.
-debes ir a dormir.- le contestó esta.
Todas las noches hazel contaba a su hija aquella historia, así como lo hacían todos para que nadie quisiera ir a otro pueblo más allá de sus tierras enseñando a sus hijos desde pequeños lo que debían hacer, lo que era bueno y lo que era malo, pero rain no veía lo mismo que los demás ¿como saber lo que es bueno y lo que es malo? Por sus pensamientos, Owen mandó a sus Ángeles que la llevarán ante el, aún teniendo 5 años de edad. Pues Owen creía que era lo mejor, así no recordaría el lado oscuro cuando fuera mayor. Ahí rain recibió una misión, llevar un cáliz a los hijos de la nieve para así poder salvarlos, pudiendo ser la única capaz de cruzar todos los pueblos, pero esto sólo podría ser posible cuando ella cumpliera la mayoría de edad. Además, Owen obsequio a rain un poder especial, un poder que sólo ella debería descubrir