Capítulo uno; Cryztal Ranway.

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17 de Mayo, 2010.

— ...Nos aproxima a ese cuerpo expuesto, no olvidemos que el teatro es un espacio de revelación o de reflejo de humanidad. —

La penúltima prenda que quedaba sobre mi cuerpo se deslizó por mis piernas, dejando expuesta casi toda mi piel desnuda ante las 27 personas que había sentadas en cada uno de los pupitres del salón de clases. Hacía algo de frío así que mis pezones comenzaban a doler lentamente, pero más importante que eso, en ese preciso segundo me preparaba mentalmente para arrojar fuera de mi cuerpo la última prenda, y así dejar mi cuerpo y alma al desnudo total.

— Entonces, de pronto, ver a un cuerpo desnudo lleva al espectador a sentirse también expuesto y con el alma al desnudo... Y creo que esto lo hace sentir, en cierto punto... mucho más poderoso. —

Y con eso, la tela de algodón negro, suave y lentamente fue deslizada fuera de mi piel por mis dedos. Me incliné para tomarla y doblarla con sumo cuidado, en aquel momento aquella prenda simbolizaba para mí, la vergüenza y prejuicios, era tan importante como lo era mi alma pura. La dejé sobre el pequeño taburete que había a mi lado, en el que estaban todas mis otras prendas, di tres pasos al frente y con mis ojos cerrados respiré tres veces mientras mis brazos descansaban a cada lado de mi cuerpo y mi pecho subía y bajaba. Los martilleos de mi corazón no se detenían aún luego de haber pasado 20 minutos hablando y desnudándome poco a poco, aún luego de haberme metido tanto en mi papel. La tensión comenzaba a crecer, pero luego de unos segundos, el lugar se llenó de aplausos y felicitaciones, y una sonrisa de orgullo se plantó sobre mis labios mientras escuchaba las palabras de la señorita Sveta, detrás de ese acento Ruso que tanto la caracterizaba al resonar por los pasillos de la universidad.

— Señorita Ranway, debo admitir, que yo la contrataría para una de mis producciones... Un sobresaliente es poco para lo que debería reflejar su calificación, ¡Excelente justificación para un desnudo! Se merece estos y muchos aplausos más. ¡Bravo!—

Y todos los nervios se fueron, y nada más importó porque una vez más me di cuenta que muchos años atrás había hecho la mejor elección.

24 de Julio, 2006.

Y aquí estoy, sentada, cenando junto a mis padres y mi familia, rezando a Dios, agradeciendo la comida. Es el día de mi cumpleaños, y estamos festejando mis 17 años con una cena que tiene todo lo que pudieses imaginar. Recién graduada del High School con honores, su única hija va a la iglesia junto a ellos todos los domingos, es devota a la religión, lee, canta, baila, no se viste con las nuevas modas; ni faldas, ni vestidos demasiado reveladores... Mis padres tienen todo lo que pudiesen desear y lo único que puede hacerlo mejor, para ellos, es que en la universidad estudie algo importante como Medicina, para "ayudar al prójimo que Dios envía necesitado de ayuda porque aún no llega su momento de subir junto al Padre Celestial", o tal vez Odontología, Enfermería, Farmacia... Cualquiera de esas, exactamente por la misma razón.

Eso, precisamente eso, es lo que mortifica mi corazón desde hace muchísimos meses. Tal vez años. Y claro que un día como hoy, no podía evitar que la pregunta saliera a la luz. Justo en ese segundo...

Y... Cariño, ¿Ya decidiste qué estudiarás?— Mi tía Jenn preguntó en voz alta, desde el otro extremo de la gran mesa. Y solo eso bastó para que más de 15 pares de ojos se enfocaran sobre mí. Normalmente aquello no me molestaba o incomodaba, pero cuando se trataba de este tema... Uh.

Yo... Eh... Y-yo n-no...— Juro que me falta el aliento, las palabras, no podía siquiera pensar en este momento.

La prostituée de Peter Couteau.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora