Querido y pequeño Corazón:
Me pediste que te hiciera feliz, que encontrara una manera de hacerte latir tan fuerte que estuvieras a punto de salirte de mi pecho. Me pediste que hiciera bailar mi sistema nervioso hasta el punto en que mis piernas no pudieran sostener el equilibrio por unos segundos. Me pediste que gastara mi tiempo distrayendo mi mente con recuerdos que hicieran mi rostro más brillante. Me pediste que le ofreciera a otro corazón todo lo que tú puedes darle. Me pediste simplemente que te escuchara y me permitiera sentirte.
Y lo hice.
Te hice latir con su presencia, con cada melodía dedicada hacia ti, cada palabra proveniente de su boca. Desperté todo mi cuerpo cuando mi mirada se conectó con sus ojos que parecían mirar algo extraordinario, muy misteriosos a la vez, se dirigían hacia ti. Mis comisuras se elevaban cada vez que pensaba en el contacto de sus caricias sobre mi piel. Le entregué a otro corazón una aguja y un hilo rojo para que pudieran unirse y ser uno solo. Así supiste que te escuché y me permití sentir lo mejor de ti.
Pero tenía que existir la razón.
Así es, esa que parece tu enemiga. La que hace ver más allá de todo y predecir lo que vas a sentir. La que sabe que hay más allá de las palabras y canciones. La que estudia cada mirada y su significado. La que reconoce el otro lado de los recuerdos alegres. La que sabe que las agujas lastiman y los hilos se separan.
Ella sólo intenta protegerte de las agujas, esas que pueden romperte. Porque existen palabras que se las lleva el viento y melodías que no pueden ser guardadas, miradas que no pueden ser comprendidas y aveces son malentendidas, memorias sobre colores y repintadas sobre dolores. Ella solo trata de ser tu espada en cada batalla, tu orgullo en cada triunfo y la luz del sendero en tu camino. Ella sólo quiere evitar que te rompas antes de tener que reconstruirte con cicatrices.
Pequeño corazón, sé que en este momento no estás sintiendo todo lo que prometí conseguirte, pero quiero que sepas que también le prometí a la razón cuidarte y ella me enseñó a ver que lo que te he entregado no ha sido del todo verdadero, y al darme cuenta de eso es mi deber quitarlo todo antes de que te destruyas.
Lo lamento corazón, pero no puedo permitir que te rompas otra vez ¿o acaso no recuerdas cuando corriste tan rápido que se te olvidaron los frenos y el frío muro de las mentiras te atropelló? ¿Recuerdas quien te ayudó? La razón. Me desespera esa pequeña punzada en mi pecho al recordarte herido y maltratado, acordamos evitar que eso no pasara de nuevo, y por ello a merced de que te estoy alejando de lo que pudo ser tu felicidad, lo lamento.
Te pido que no llores tu perdida, no lo necesitas. Tú mereces ser feliz de verdad, con palabras de verdad, caricias de verdad y amor verdadero. Eres fuerte corazón, demuestra tu valentía hoy, mañana y eternamente.
Tu Alma
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AriiColmenarez
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Del Alma para la Vida
Short StoryCartas sin destino. Guardadas en un baúl. Recuerdos perdidos, y hoy encontrados. Aquellos viejos pensamientos que ocultaba en el armario. Pequeños secretos que solía cuidar. Y una joven que le escribía a la vida, para escapar de la soledad...