Llega un momento en tu vida en el que te importa un carajo hacer amistades. Y eres feliz. Te das cuenta que siempre es mejor calidad a cantidad, y que tú de calidad andas sobrado. Porque tienes ese “¿Qué te pasa?” en el momento justo, un “Estoy aquí”, cuando de verdad lo necesitas, o un simple “¿Nos vamos de fiesta?” cuando hay algo que celebrar. Y cuando no, también.
Te das cuenta que ni todos los conocidos, o por conocer, podrán reemplazar esa verdadera amistad. Porque tienes ese apoyo incondicional ofreciéndote su mano en esa milésima de segundo que casi rozas el suelo. Y esa carcajada preparada para darle la vuelta a tu peor día.
De repente, te das cuenta que tener una persona así, quizás no te hace rico, pero te hace feliz. Y supongo que eso es lo que importa, tener más riquezas en el corazón que en el bolsillo.
Y es que, hay gente que presume que tiene dinero, pero yo presumo que te tengo a ti.
Al fin y al cabo, tenerte vale más.