El principio

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Qué me dirías si te digo que todo lo que crees cierto no lo es, que tu vida no ha sido vida y que solo has sido un hoja de papel y un lápiz inspirado.

Te explicaré lo que yo sentí, pero primero, mi historia, nuestra historia.

Todo empezó con un día normal, aburrido y sin nada especial. Lo que no sabía era que estaba a punto de caer en la rutina a la cual, después echaría de menos todos los días. 

Enero, mañana fría y lluviosa, frio el cual se te metía en los huesos. Entré a una cafetería a pedir un chocolate caliente con mucha nata y un poco de canela, como a mi me gustaba. La cafetería no era especial ni mucho menos, pero a mi me agradó. Él chico que me lo sirvió era normal, no tenía nada que resaltar en él, pero algo dentro de mí me dijo que sí, algo no era normal en él.

-Ay quema, siempre me pasa lo mismo, soy una impaciente. -Al ver que el chico me estaba mirando con una sonrisa, me di cuenta que lo que yo creía haber pensado en mi mente, no solo lo había pensado también lo había expresado en voz alta. Lo miré un poco ruborizada y el me sonrió, dándome una pañuelo.

-Tienes nata en la nariz, toma este pañuelo. -Me fije en su pañuelo, era el típico pañuelo que sale en las películas con la inicial del dueño, sonrei y me limpie la nata de la nariz.

-Gracias. -Le dije y en ese preciso momento me sonó el móvil, era Marta mi hermana.

-¿Se puede saber dónde estás? Acabo de llegar a la plaza donde quedamos, como puedo suponer no estás ni de camino.

-Estoy en la cafetería tomando un chocolate, no tardo.

-Seguro que acabas de entrar, si es que...

-He dicho que ya voy. -Colgué el móvil irritada, mi hermana siempre llegaba a los sitios demasiado puntual, no se podía decir lo mismo de mí. A ella siempre le sentaba horrible eso de mí.

-¿Quieres que te lo ponga para llevar? -Me preguntó, la verdad que me había hecho un gran favor.

-Sí, por favor. -Le dije, él cogió la taza y lo echó a un vaso de cartón marrón. -Perdón por las molestias. 

Me dio el vaso, le pagué y cogí mi bolso. Tenía tanta prisa que no me di cuenta de lo que me llevaba conmigo.







Chocolate con nataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora