—Sabes —dijo mi abuelo.
Alcé mi rostro y lo miré, dejé mi teléfono sobre la mesa y apoyé un codo sobre esta. Estaba cansado de esto, de recibir esos mensajes y los que seguían después.
Mi abuelo se sentó a mi lado y me observó detenidamente, acomodó sus gafas mientras observaba mi teléfono.
—¿Malas noticias? —preguntó.
Me encogí de hombros y apoye mi frente sobre la mesa.
—O las mismas de siempre —lo miré enseguida.
Él sonrió suavemente y se cruzó de brazos.
—Te voy a contar una historia.
Al ver mi cara se rio abiertamente, consiente de mi falta de interés me sentí avergonzado y decidí prestarle atención, escucharlo por algunos minutos no debería significar nada.
Además, necesitaba distraerme.
—¿Qué historia? —pregunté al ver que seguía en silencio.
Asintió, ya tenía mi atención.
—A los 15 años tuve mi primera novia.
—La abuela —dije, él soltó un bufido.
—Claro que no, esta era otra chica —sonreí y apoyé mi rostro en una de mis manos—. Como iba diciendo, a los 15 tuve mi primera novia. Una chica preciosa con una gran sonrisa. Estaba loco por ella—negó suavemente —mucho. La chica podía hacerme perder la cabeza en cosa de segundos.
Alcé una ceja.
—Estuvimos juntos por un año —suspiró —lo que sucedió después de eso no se puede considerar una relación.
—¿Qué quieres decir?
—Porque sucedió en nuestra relación lo que pasa a veces con esas primeras relaciones, con la primera vez que te enamoras —me miró a los ojos —piensas que será la única, que será para siempre.
Arrugué mi frente y miré alrededor.
¿Y no debería ser así?, me pregunté.
—Y por un tiempo lo creí, me costó mucho dejar de pensar así a pesar de lo que sucedía.
—¿Qué cosa?
—Te lo contaré desde el principio.
Mi abuelo se acomodó en su silla y me observó unos segundos antes de mirar alrededor, como si quisiera encontrar esos recuerdos en su cabeza.
—Cuando conocía a Verónica tenía 14 años—continuó—la vi mientras corría a través de un campo de soccer junto con mis compañeros de clase. Ella estaba al otro lado de esta, corriendo como nosotros junto a sus compañeras. Lo que primero llamó mi atención fue que sonreía. Es muy común eso de que te fijes en otra parte del cuerpo de una chica pero yo solo pude observar su sonrisa.
Sonrisa, pensé, pero como evitas caer ante una sonrisa.
—Fue extraño —lo miré —porque por días no pude quitarme ese simple gesto de la cabeza. Así que tiempo después, cada vez que la veía sonreír, sentía que mi corazón latía muy rápido—el suspiro y negó con su cabeza—. Me tomó un año darme valor suficiente para invitarla a salir, era la primera chica a quien se lo pedía. Así que entre balbuceos y el sudor de mis manos logre preguntarle si deseaba acompañarme al cine. Ella aceptó, aunque estaba igual de avergonzada que yo. Así, unas semanas después, varias, nos hicimos novios.
Sus hombros cayeron suavemente y arrugué mi frente.
—Fue un año después que comenzó.
—¿Qué cosa? —pregunté, aunque algo me decía que conocía su respuesta, muy bien.
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¡Corre!
Short StoryEste Relato Corto obtuvo el segundo lugar, elegido por el jurado, en el grupo 2 del Desafío Musical Watty. Gracias a los que votaron y comentaron. Saludos.