Capítulo 9

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    – Adiós.
Dijo él cuando ya nos encontrábamos en las afueras de la heladería.
– Adiós.
Sonreí ligeramente. Él se acercó a mí y posando su mano en mi mejilla acarició suavemente mi rostro.
– ¿Qué sucede?
Pregunté en un tono de voz bajo.
– ¿Te volveré a ver?
– Claro que sí... Siempre paso por donde trabajas.
– No me refería a eso, hablaba de volver a salir.
– ¿Quieres que volvamos a salir?
Pregunté, bastante incrédula.
– Sí. ¿Tú no?
Hizo una mueca graciosa y pasé mi mano por su cintura para pegarme un poco a su cuerpo.
– Obvio sí, tontito.
Él acercó su rostro al mío y volvimos a besarnos, lento y suave.
Se separó un poco de mi pero continuamos mirándonos.
– ¿Cómo te llamas?
– Charlotte.
– Es la primera vez que beso a alguien antes de preguntarle su nombre.
– Lo mismo digo. ¿Cuál es el tuyo?
No pude esperar a una respuesta por su parte porque un ruido bastante chillón que salía de su bolsillo interrumpió el momento.
– Lo siento.
Susurró y se separó de mi para sacar su celular y contestar.
– ¿Hola?... Uhmm... Bien, en seguida voy.
Colgó y me miró.
– Debo irme, hablamos luego, Charlotte.
– Ah... Claro...
Estaba un poco perdida. ¿Quién lo había llamado?
Por no mencionar que se fue sin decir su nombre.
Me empezaba a sentir... ¿Extraña? Estaba feliz y emocionada por todo lo que había sucedido, pero me sentía terriblemente fastidiada y probablemente un poco enojada, él simplemente se había ido. No programamos otra salida, no me dijo su jodido nombre, no tengo ni idea de por qué se fue tan deprisa y aun así volvería a besarlo sin pensarlo dos veces.

Cuando llegué a casa mi madre estaba ahí, pero se notaba que estaba a punto de irse a trabajar. No pensé en despedirme, no tenía que hacerlo después de lo sucedido, así que solo caminé hacía mi habitación, debía arreglarme para la escuela y almorzar, pero un sonido proveniente de ella, parecido a un carraspeo, me hizo detenerme y girarme para verla.
– Charlotte.
Comenzó, yo me quedé escuchándola recarga de la pared, en silencio.
– Las cosas no son como parecen, yo no soy la mala aquí.
– Nunca dije que eras la mala. Pero tampoco serías la buena.
Ella observó la hora en el reloj que tenía en su muñeca.
– Hablamos cuando regrese.
Me encogí de hombros y volví a tomar mi camino. No me gustaba que las cosas estuviesen tensas con mi madre, en otra circunstancia le habría hecho caso y ni siquiera tocaría el tema, pero no ahora, está vez las cosas no serían como ella quería, no siempre debía ser así.


 ***

 
La escuela era igual, el maestro dictando su clase, la suave briza que corría por la ventana, el bullicio de los compañeros y mis pensamientos fijos en una persona: él.
Suspiré. Wendy me miro y frunció el ceño.
- ¿Y ese suspiro?
- No sé.
- ¿Qué pasó?
- Me besé con el chico de la pizzería.
- Yo estuve ahí. ¿Recuerdas?
- No ese beso...
- ¿Otro? ¡¡¿Cuándo?!!
- Hoy. En la mañana.
- Dios... ¿Cómo pasó? ¿Por qué pasó? ¿Y cómo se llama?
- Me lo encontré, comimos un helado, nos besamos... No sé su nombre.
Vi como casi me golpeaba pero afortunadamente se detuvo.
- No seas zorra.
- No quiero ser zorra...
- Hoy mismo vas y averiguas su nombre y qué quiere contigo.
- No puedo...
- ¿Por qué no?
- No puedo aparecer así-
- ¡¡Claro que puedes!! Deja de ser mojigata Charlotte, no tienes 14 años. ¡Es que incluso una chica de esa edad sabe qué debe hacer!
- Ya cálmate...
- Me exasperas, hablamos cuando seas más sensata.
Se puso sus audífonos y me ignoró completamente cuando intenté hablarle.
Estuve pensativa el resto de la clase, ella tenía razón, debía dejar las cosas claras con él, no puedo ser una simple cualquiera que se besa con un chico del cual no sabe ni su nombre... Eso sería algo aceptable en una fiesta o cuando no quieres nada con nadie, pero a mí siempre me han gustado las cosas en serio.
No puedo creer que esté actuando de esta forma siempre, aparento ser la chica madura y demás pero a final de cuentas soy incapaz de acercarme al chico que me gusta sin que se me caiga toda la valentía al piso.
- Tienes razón.
Dije finalmente cuando salíamos de la escuela.
- ¿En qué?
- En eso de hablar con él... ¿Vas conmigo?
- No puedo.
- ¿Estás ocupada? Mira yo sé que tú nunca tienes nada que hacer.
Ambas reímos.
- Mi papá cumple años y ayudaré a mi mamá a organizar todo.
- Ah... Vale, entonces ¿vamos mañana?
- Nooo. Tú vas hoy, te besaste tú solita con él, hablas tú solita con él.
- Ahhhhh...
- Nadaaaa.
- Bueno, voy sola. Me felicitas a tu papá.
- Claro.


 ***

Entré al lugar y me senté en la única mesa disponible.
Busqué al chico con la mirada, como de costumbre y para mi gran sorpresa estaba ahí, a unas mesas de la mía tomando un pedido. Supuse que él notaría mi presencia así que no hice más que arreglar mi cabello, pronto estuvo desocupado y cuando creí que se acercaba a mi y el ritmo de mi corazón se aceleraba, apareció una chica por la puerta, vestía muy elegante, con tacones, una cartera bastante cara, su cabello suelto y unas gafas de sol que le daban un look bastante impactante como para estar en este lugar. La joven caminó a paso apresurado hasta el chico y lo abrazó sin más previo aviso, este correspondió sin dudarlo.
- ¡Oh, cariño, cuanto te extrañé!
Dijo ella con su voz propia de una mujer, no de una niñita como yo.
- Y yo a ti.
Se apartó para observarla mientras mantenía una gran sonrisa en su rostro.
- Si me hubieses dicho que ibas a llegar te juro que te hubiese hecho un gran recibimiento.
- Por lo mismo no te dije, sabía que te tomarías esas molestias...
- Vamos adentro, reina.  
La cargó en sus brazos para llevarla al interior de lugar y ella mientras reía se sostuvo de su cuello.
Cuando ya no estuvieron en mi vista sentí cómo algo dentro de mí se rompió, no estaba exagerando, había algo jodidamente roto dentro de mí y dolía horriblemente.
¿Él había jugado conmigo?
¿Él estaba jugando conmigo?
De repente toda la fuerza de mi cuerpo se desvaneció y no fui capaz de ponerme en pie, simplemente sentía cómo las lágrimas se aglomeraban en mis ojos y luego quemaban en mis mejillas. Estaba llorando, en un lugar público por un idiota. Solo supe poner mis brazos sobre la mesa y hundir mi rostro en el espacio que quedaba, quería irme, pero como dije, mi cuerpo parecía no tener fuerzas, me sentía patética. Y era patética porque me estaba dejando consumir por un estúpido que apenas había conocido, este tipo de actitud no era propia de mí, pero... ¿Qué decir...? Soy una tonta cuando me enamoro.
Sentí una mano tocar mi hombro y posteriormente una vos un poco grave.
– ¿Estás bien?
Levanté el rostro y me encontré con dos chicos. Eran los de la otra vez... ¡Los que vi la primera vez que entré a la pizzería y se iban a besar!
Asentí con la cabeza y el más alto negó con la suya.
– ¿Necesitas algo?
Preguntó. El más bajo me observaba con mucha preocupación.
– Es-Estoy bien...
Continuaron observándome con ese gesto de preocupación.
– Puedes decirnos qué te sucede... Me llamo Len y él es Andrew.
Dijo el más alto tomando asiento al igual que su acompañante.
Negué con la cabeza y solté una risa mientras limpiaba mis ojos con la manga de mi camisa.
– Soy Charlotte... Es solo que... Creo que me gusta alguien que no me corresponde.
– ¿A qué te refieres?
Preguntó el más bajo, que por cierto, su cabello era negro mientras que el del otro era castaño.
– Hay un chico... Que me gusta...
Sorbí un poco por mi nariz y continué hablando.
– Y yo creí que yo también le gustaba, pero hoy he visto como llega una chica y le llama "cariño"... Y él a ella "reina"... 
–Oh... Es un completo imbécil.
– ¿Ya se habían besado?
– ¿Él y yo?
Pregunté.
– Sí, tú y él.
– Sí... Por eso creí que yo le gustaba.
– Es un hijo de...
El castaño miró al pelinegro haciéndolo callar.
– ¿Quién es? ¿Lo has visto aquí?
– Es... Él...
Señalé al chico de la pizzería con una mirada, el cual iba con un pedido que seguramente era para los dos que estaban en mi mesa, ya que buscó con la mirada y finalmente se dirigió hacia donde estaba yo. Lo único que supe hacer, antes de entrar en pánico, fue bajar el rosto y el chico pelinegro me abrazó ocultando mi rostro en su pecho... ¡Dios! Cuanto agradecía eso, verle a la cara definitivamente me mataría, no quería ni hacerme a una idea de lo que sentiría con solo ver sus ojos una vez más porque sabía que iba a dolerme en el alma. De repente escuché una bandeja caer y cuando levanté mi mirada en busca de lo que había sucedido observé al pelicastaño golpeando al chico con un puño que se estampó sin compasión en su mejilla.
– Eso te pasa por jugar con las chicas.
El pelinegro seguía abrazado a mí y yo a él, ambos observamos con cierto horror la escena y lo que seguramente estaba por venir, que para nuestra suerte fue la señora amable encargada del lugar, pero esta vez su gesto era de confusión casi tanto como el de nosotros. Ella para no crear más alboroto entre los presentes se llevó a ambos chicos al interior del establecimiento y el pelinegro y yo no tuvimos más remedio que ponernos de pie y seguirlos. Cuando estuvimos dentro no me di tiempo ni de contemplar el lugar, la señora regañaba a ambos jóvenes y aprovechó que nosotros entramos para preguntarnos qué sucedió... Cosa que por cierto yo no podía explicar.
– Ellos no tienen nada que explicar.
– Len... Deja yo resuelvo esto.
Dijo Andrew pero él negó con la cabeza haciéndole saber que debía permanecer en silencio y me miró haciéndome saber lo mismo.
No dije nada.
La señora se vio envuelta en varios pedidos y dijo que pronto regresaría, prohibiéndonos a todos salir del lugar.
– ¿Por qué putas me golpeas? ¿Y encima de qué viene eso de "jugar con las chicas"?
– No te hagas, niñito.
– No me hago, explícamelo o mi puño en tu cara me quitará las dudas.
– Deja de ser tan tonto, él único que ha puesto su puño en la cara de alguien he sido yo en la tuya.
Los muchachos no paraban de lanzarse insultos como si de eso dependiese su vida. Andrew me miró como rogándome que hiciera algo y yo de verdad deseaba poder hacer algo, estuve pensando unos segundos hasta que vi como esos dos estaban que se golpeaban y decidí intervenir.
– ¡Len, por favor!
Lo miré fijamente y todos quedaron mirándome, incluido el chico.
– Vaya que tipo de amigos tienes, Charlotte.
Me dijo y me sentí con ganas de callarlo, él no tenía porque estar diciendo nada. Pero no faltó que lo hiciera entre Len y Andrew lo callaron.
– Chicos...
Volvieron a centrar su atención en mi y esta vez miré fijamente al chico.
– Yo le pedí a Len que te golpeara.
Casi pude ver cómo Len negaba y decía que no era cierto, pero el chico en frente mío estaba tan enojado ante mi declaración, que Len perdió importancia.
– ¿Por qué hiciste algo como eso?
– Porque fui una tonta al creer en ti... Porque ya descubrí que tienes novia.
– ¿Qué?
Pude ver la confusión plasmada en su rostro y su ceño fruncido.
– ¿Hablas de Ashley? Ella es mi hermana.
"¿Qué?"    

Mientras llueve.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora