La Caja de Hierro

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   Estaba yo recordando junto al mar, en una tarde tibia de sol, era mi lugar favorito donde podía estar tranquillo siendo libre del mundo. Libre de complicaciones como el dinero, la contaminación, la codicia, la muerte, la envidia... en fin; aquí dejaba de lado todo lo negativo para encontrar la paz. En este lugar podía ser el hombre más feliz de la Tierra y al mismo tiempo olvidarme de que existía más gente en el mundo. Esa sensación era única, y lo más importante era que no estaba encerrado. Bueno, ese era mi último recuerdo antes de despertar aquí.

   Mi nombre es Freddy Haron, era un hombre feliz, tenía mi vida "hecha" junto a familia, compuesta por: Mi esposa Jhohana y mis 3 hijos (Perla, José y Sebastián). Nos gustaba salir frecuentemente a pasear en familia, sobre todo a mí ya que eran lugares abiertos con un aroma exquisito, no como la casa que está llena de paredes. Comúnmente salíamos al parque ya que se encontraba cerca de nuestro hogar, por lo tanto podíamos ir caminando disfrutando del camino, pero este fin de semana decidimos ir a otro sitio. Recordé la playa donde pasaba mis vacaciones de niño, idea que le pareció bien a todos.

   Ya en el lugar arrendamos una vieja cabaña muy pequeña para mi gusto, pero a los niños pareció gustarle. Salimos a caminar por la playa, la pasamos muy bien, al llegar estábamos exhaustos. Nos acostamos de inmediato. A mí me costó bastante dormir, pues la habitación no me daba buena impresión... pareciera que en cualquier momento moriría asfixiado entre las paredes de madera, era un tanto escalofriante.

   La mañana siguiente, a pesar de dormir mal, fui el primero en despertar. Decidí ir a mi zona de confort preferida en esta inmensa playa; un sector rocoso, en el cual la brisa masajeaba las mejillas y los pensamientos fluían de manera exquisita. Quería disfrutar un momento de la paz del lugar. Al parecer se me paso muy rápido el tiempo, cuando llegué recién amanecía, y cuando espabilé ya se veía el sol a tope. Todo marchaba bien, debía ir a ver a los niños y mi esposa, pero algo pasó... de súbito perdí la conciencia.

   Es así como desperté, hace unos días, en una caja de hierro macizo la cual golpeo y golpeo sin tener éxito alguno. No sé cuánto mide, pero el espacio me deja dar dos pasos hacia delante, pero ninguno hacia los lados. Cada minuto en su interior es una tortura, me corroe la sangre por estar en esta situación. Por momentos ciento el impulso de estrellar mi cabeza contra la muralla hasta que se acabe esta pesadilla. En todos mis años de vida nunca había tenido un miedo más grande que el que siento justo en estos momentos, es algo inhumano. El terror que recorre mi cuerpo; siento cada pálpito de mi corazón y cómo la sangre corre desesperada pidiendo ayuda a través de mis vasos sanguíneos. Al contrario de cualquier persona que tendría miedo de porqué está aquí, de no saber cuál será su miserable destino, quién fue el enfermo que lo trajo y encerró en esta abominable prisión, mi mayor temor era estar en este presidio. Odio el claustro que me confiere esta caja, no lo puedo soportar y por lo contrario no me interesa quién fue el desalmado que me trajo, solo quiero huir. Siento que en cualquier momento enloqueceré... necesitaba salir cuanto antes de aquí.

   No sé exactamente cuánto tiempo ha pasado de que me encuentro en este lugar, solo sé que a cada momento se me cae más el pelo y mi fuente de lágrimas se agotó. También sé que me vigilan, pues cada vez que despierto (duermo bastante teniendo la esperanza que al despertar estaré con mi familia una vez más) hay comida y agua para mí. Al parecer éste enfermo disfruta de mi sufrimiento, obligándome a vivir por más tiempo Hay algo más enfermizo aún: En una esquina superior hay una cámara, con unos símbolos dibujados a su alrededor. En base a que aparecía comida junto a mí cuando dormía, supuse que alguna ranura debía tener mi celda. Era mi misión encontrarla, pero no podía dejar que supieran lo que tramaba, así que me quite la ropa e hice un show de total histeria enfermiza, que se suponía me había conferido el encierro. Todo para distraer a mi captor. En esto lance mi ropa intencionalmente en distintas direcciones, así cuando tuviese que ir por mi ropaje tendría la oportunidad de examinar las paredes sin que sospechasen. Busqué sin éxito alguna salida, ya estaba perdiendo toda esperanza. Lo reducido del lugar seguía masacrando mi cabeza. La desesperación me hacía temer por mi cordura.

   Días (o lo que creo que son días) más tarde ideé un nuevo y brillante plan. Por fin había hallado un plan maestro: me haría el dormido para que me trajeran la comida y así escapar. ¡Qué idiota fui al no pensarlo antes! Supongo que el encierro estaba afectando gravemente mi mente. Dicho y hecho, estuve actuando por largos minutos hasta que escuche el sonido más majestuoso en toda mi vida: el hermoso sonido de los cerrojos de esta caja del demonio abriéndose. Esperé que posaran la comida a mi lado y sin dudarlo me levanté rápidamente. Vi una mano, la cual agarré con una fuerza impresionante lanzando a su dueño hacia dentro de la caja. Por fin estaba cara a cara frente al desquiciado que me torturó por tanto tiempo. Tenía una máscara, con unos dibujos que no podía entender, pero que los había visto antes... ¡Claro! Eran los mismos que en la cámara que me vigilaba. La verdad no me detuve a analizar eso, solo pensé en una cosa: venganza. Golpeé gravemente todo su cuerpo, y mientras se retorcía salté fuera de mi prisión. Cerré por fuera aquella jaula, con el enfermo adentro. En ese momento creí que todo había acabado, que volvería con mi familia y todo estaría bien como antes. Pensé que sería libre otra vez, pero no podía estar más equivocado. Esto recién comenzaba. Me percaté que estaba nuevamente encerrado. Al parecer era una caja dentro de otra. Ésta un poco más grande que la anterior, pero aun así perturbante. Había algo que animaba mi nuevo encierro: Había una puerta metálica frente a mí. La examiné por todos lados, pero no logré ver a través de ella. No tenía ninguna abertura, por más pequeña que fuera. Me fijé en algo... La puerta tenía el mismo dibujo que había visto antes. Observé las esquinas superiores de esta nueva celda. Sí, había cámaras nuevamente. La desesperación volvía a mí.

   Pasaba el tiempo muy lentamente, dormir era mi única manera de apresurar las horas. Nadie me había dejado comida. Quizás se habían dado cuenta que pude escaparme de la antigua caja metálica. En un momento, cuando el pánico nuevamente comenzaba a apoderarse de mí, pude escuchar ruido. Sí, era gente hablando. Apoyé mi cabeza contra la puerta para poder oír mejor. Se escuchaba música también. Pero eso, nada más. El hambre y la angustia por el encierro me están volviendo loco.

   Ahora, estoy esperando algún otro indicio. Esperen, puedo oír algo. No, no puede ser... son las voces de mi familia, conversando tras esta puerta. ¡Sáquenme de aquí, por el amor de Dios! Nadie responde. Un segundo, alguien está abriendo mi única salida. Lentamente me estoy acercando. Hay una cortina, detrás de ella puedo oír la voz de mi amada esposa. Por fin saldré de aquí. Después de días vuelvo a sentirme feliz. Tengo una sonrisa increíble. Moveré la cortina, mi familia debe estar esperándome con los brazos abiertos, quizás con alguna sorpresa. Lo más probable es que estén con algunos policías, los cuales pudieron detener al enfermo que me encerró. Correré las cortinas. No... no puede ser. No, no me lo creo. No entiendo, frente a mí hay un asiento de madera, con una radio encima. Hay una nota: "Presiona Play luego de leer la siguiente nota". Bueno, ¿Qué malo puede pasar? Más adelante hay una mesa con la otra nota y una caja. El dibujo está en todas las paredes, hay cámaras nuevamente. "Es hora de terminar el espectáculo. En la caja está tu única salida. Bienvenido a la Caja de Hierro. Procura saludar a las cámaras antes de tu despedida. Adiós". La caja... ¿una llave? Hay otra puerta más adelante, debe ser eso. ¿Qué más podría ser si no es un manojo de llaves? Estoy tiritando demasiado. No sé qué ocurre acá, solo quiero salir. Abriré la caja. Dios, qué ocurre aquí. Según la nota debo darle a reproducir a la radio. No, no, no... ¡Todo era una puta grabación! Las voces de mi familia no eran más que el sonido emitido por la radio. Bueno, creo que mi única opción es jalar el gatillo, la única salida que me han dado. ¿Quiénes son y qué significa el dibujo? Solo sé que soy parte de esta maléfica función. Tendré que darles en el gusto... Adiós, malditos enfermos.

Historias Cortas de: Terror, Misterio y Suspenso Vol.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora