2-Cap/El comienzo-Intruso II

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*narra Cloe*

-Estaba ahí, sentada en la mesa de mi cocina viendo comer a un completo extraño, lo veía comer como si no lo hubiera hecho nunca, tragando la comida, parecía no masticar, como si la comida fuera a desaparecer

-Hey, toma un respiro, te vas atragantar, la comida no se irá además de que hay más por si quieres-dije viéndolo fijamente con una sonrisa en mi rostro.

-lo siento, cuando vives en las calles la comida es un recurso escaso, y cuando lo encuentras debes comerlo antes de que otro te lo quite- respondió sin apartarse de la comida‎

-¿como llegaste aquí?- pregunte.

-Bueno, estaba afuera buscando comida en los botes de basura, cuando vi que la puerta de tu hogar estaba abierta.. deberías estar más pendiente de cerrar tus puertas, un ladrón podría entrar ¿Sabes?-dijo mirándome fijamente con una sonrisa, yo solo reí de su comentario y le hice un gesto para que siguiera mientras le miraba- bueno, pensé que no había nadie y me adentre-tomo un momento para digerir la comida- entre y vi que ninguna luz estaba encendida...

-me gusta la oscuridad-dije interrumpiendo su historia

-Que bueno saberlo, no quería robar nada, solo quería un poco de comida, la tomaría y me iría -dijo mirando su plato fijamente.

-bueno, puedes comer lo que quieras, aunque entrar y tomarla sin permiso es como robar ¿No crees?, creo que es mejor pedirla.‎

- Eso dices porque no sabe lo que allá afuera sucede, pedirla no es una opción, y si lo haces te la niegan- dijo con un ademán se furia y melancolia.‎

-mm, bueno no he estado en las calles pero debe ser duro estar allá afuera- Lo mire

-lo es- respondió mirando su plato fijamente, luego de unos segundos retomó el curso en seguir comiendo.

Después de comer, saque unas prendas de papá que dejaba cuando venía de visita,  tal vez le quedarían a ese chico, papá no era tan grande, ni tan pequeño, era un poco como Thomas, Thomas era alto, rubio y de ojos lapilazulis, contectura tonificada, pero no tanto por la falta de alimentación, tenía una enorme sonrisa, la cual no pude ignorar en la cena. Me acerque a él y le pase las prendas, me miro y le indique que fuera al baño y se diera una ducha, minutos después, salio limpio y aseado, vaya, Thomas no sólo tenía una radiante sonrisa, si no que era el tipo de chico que cualquier chica llamaría “Dios griego” era un chico apuesto, sus orbes lapilazulis le hacían tener una mirada penetrante que a cualquiera incomodaria o derretiria a decir verdad, debo admitir que no pensé que había un hermoso chico debajo de esos arapos y mugre.

-vaya, tanto tiempo sin tomar una ducha- dijo saliendo del baño mientras secaba su cabello, se acerco y se sentó en uno de los muebles que estaban frente de mi

-¿desde cuando estas en las calles?- pregunte mirandolo.

-Desde hace mucho- Quito su mirada de mi y bajo su cabeza mirando al piso. 

-Lo siento tanto- dije en un tono melancolico.

El subió su mirada y la poso en mi, vaya que su mirada era muy penetrante. Me miro fijamente y me pregunto

- ¿Por que lo lamentas? No es tu culpa- dijo sin apartar su mirada de mi.

- Lo se, pero nadie merece vivir lo que has vivido- respondi- ¿Te puedo hacer una pregunta?- Dije con nerviosismo.

-Claro- dijo con una sonrisa al verme nerviosa.

- ¿Donde están tus padres?- su sonrisa se esfumó al decir esto- lo lamento, no quise incomodar, soy una entrometida- dije con vergüenza mientras bajaba mi cabeza. 

- No te preocupes, mis padres me abandonaron en la puerta de una iglesia donde había un orfanato, dejando una nota explicando que no podían hacerse cargo de mi por problemas economicos, o eso me dijeron una de las hermanas. Crecí en el orfanato con otros niños a los cuales también abandonaban, a los diz años decidí irme, ya que el orfanato fue  comprado por un hombre cuando tenía ocho, no aguante más, ese hombre habia corridó a los sacerdotes y a las hermanas, nos uso como esclavos, cuando dejábamos de trabajar o robabamos comida ya que no nos alimentaba, nos golpeaba hasta hacernos sangrar, la vida ahí era dura. Una señora se apiado de mi y me atendió como una madre hasta que murió, tenía quince en ese entonces, busque trabajo y conseguí en un pequeño supermercado, dure unos meses trabajando ahí hasta que tuve el suficiente dinero para trabajar, no tenía un destino pero decidí venir hasta aquí, cuando llegue a esta ciudad busque trabajo pero nadie quiso darme uno, ahí fue cuando todo se vino abajo, tuve que vender mis pocas pertenencias, perdí el poco dinero y empecé a vagar por esta ciudad sin comida, dinero o un techo donde dormir, y así fue como llegue aqui- dijo mirándome. 

No pude evitar soltar una lágrima con su relato, era algo triste y lamentable, me preguntaba por que alguien así como el vivía y sufría tanto. 

- No llores- Dijo el cabizbajo. 

-Oh, perdón, soy una llorona, de verdad que lo lamento, alguien como tu no debería pasar por tantos desafortunados sucesos, eres alguien fuerte, yo estaría devastada.

- No lo creo, se nota que eres una chica fuerte e inteligente- dijo mirandome.

-Gracias- dije susurró con vergüenza‎

Te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora