1 - Lost

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La cabeza le dolía, le punzaba... ¿por qué le punzaba?
Sentía frío y su cuerpo comenzaba a entumecerse. No sabía si estaba soñando o si esas sensaciones realmente estaban allí. Tal vez un poco de ambos.
Intentó abrir los ojos, pero otra punzada atravesó su craneo con mas intensidad, como si de una flecha se tratase.
Se mantuvo quieto por otro par de minutos, intentando reunir la suficiente fuerza como para soportar lo que fuera que lo esperaba al otro lado de sus párpados.
Bruma. Niebla.
Todo se veía extrañamente borroso. Extrañamente familiar y ajeno al mismo tiempo.
Familiar y ajeno. Personal y extraño. Propio y desconocido.
Cuando finalmente logró abrir sus ojos lo suficiente como para distinguir algo, la blancura de lo que tenía enfrente lo hizo sentir incómodo.
El techo de la casa se encontraba ahí, sobre su existencia, escondiéndolo de la noche... y de algunas otras cosas.
No le gustaba el techo blanco.
No porque tuviera algún problema en especial con ese color, tan puro y perfecto. No, no.
Es que ese no era su techo. Su techo era azul... o marrón... o de algún otro color... pero definitivamente no era blanco. Y si ese no era su techo, entonces esa no era su casa. Y si no era su casa... "Mierda" pensó, con genuina preocupación.
Se incorporó con cuidado, intentando evitar otra punzada insoportable en la cabeza. Escuchó el crujir de sus vertebras acomodándose luego de estar quién sabe cuanto tiempo en la misma posición.
Entonces, algo llamó su atención.
Esa cosa, en el piso. La mancha de color carmesí.
Tanteó su propio cuerpo un tanto desesperado, en busca de heridas y/o lesiones, pero no encontró nada.
Estaba bien.
Todo lo bien que se puede estar encerrado en una casa desconocida, al lado de una mancha de dudosa procedencia.
De repente, una luz azul... no, roja... no, azul... no, primero roja y después azul, comenzó a entrar a la casa por alguna ventana, junto con un sonido molesto y repetitivo que se le instaló en el cerebro y le provocó un mareo.
Escuchó varios autos aparcar cerca, y golpes en la puerta. Primero firmes y constantes, luego demasiado fuertes.
Se tapó los oídos.
Alguien forzó la puerta y varios individuos vestidos de negro entraron en fila, sosteniendo armas que no había visto nunca tan de cerca.
Sintió alivio. "Estoy a salvo", pensó, pero como solía sucederle, la tranquilidad solo duró un instante.
Al segundo siguiente, todas las armas apuntaban a su cuerpo.
Uno de los individuos le ordenó que colocara las manos sobre su cabeza y él lo hizo, porque no le dieron mas opciones. "No he hecho nada" intentó explicarle, pero el otro ni siquiera lo escuchó. No importaba, de todos modos.
Momentos después, uno de ellos lo arrastraba directo a una patrulla, con los brazos esposados por detrás de la espalda.

Desde el vehículo, entre el montón de policías que rodeaban la propiedad, observó como sacaban una bolsa negra y alargada sobre una camilla. Había algo dentro.

—¿Qué es eso? —preguntó, intentando encontrar alguna respuesta.

El hombre uniformado sentado frente al volante levantó la vista, mirándolo a través del espejo retrovisor, y si las miradas fuesen capaces de matar, él se hubiese desangrado en el asiento trasero de una patrulla de policía.
Bajó la mirada y prefirió no volver a decir ni una sola palabra durante el viaje.

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—¿Cual es el veredicto? —preguntó el hombre sobre el estrado, con su clásico mazo de madera en la mano.

Hubo un silencio sepulcral e innecesariamente prolongado.

—Por el cargo de asesinato en primer grado, el jurado declara al acusado, Tyler Joseph... culpable.

Abuse [JOSHLER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora