¿Miedo?

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Daniel siempre ha sido fan de tener muchos juguetes al igual que todos los niños de su edad y no es que le falten ya que sus padres no escatiman gastos en comprarle todo lo que él desea que le compren. A pesar de que Dany tenía de todo tipo de juguetes, él solo jugaba con sus carritos y todos los demás los dejaba abandonados por todo el cuarto. Sus padres sabían eso pero al parecer mientras más juguetes tuviera Dany más feliz se veía y a sus padres les gustaba verlo así.
En un anochecer de invierno en el que se escuchaba el arder de la leña dentro de la chimenea de la casa y por fuera se escuchaban los tenebrosos vientos que se asemejaban a lamentos de personas. Dany estaba jugando como siempre a carreras con sus dos autos preferidos; un auto negro compitiendo en contra de un auto color rojo. La carrera estaba muy reñida a veces parecía que el rojo ganaría y otras que el negro, a menudo se veían agresiones de parte del auto rojo pero el negro mantenía un juego limpio. Estaban a punto de cruzar la meta y el auto negro tenía la delantera, todos estaban fuera de sus asientos a punto de celebrar el éxito del nuevo campeón. «Dany» los autos se detuvieron bruscamente y Dany volteo hacia todos lados desconcertado, buscando lo que sea que lo había llamado, por un momento intento llamar a su mamá creyendo que ella había sido pero no fue así y creyó que fue producto de su imaginación. Se dio a la tarea de retomar su juego; el auto color negro estaba a punto de ganar pero el rojo estaba pisándole los talones, el público tenía los nervios de punta. «Ven conmigo» volvió a detener bruscamente su juego y desconcertado otra vez volvió a buscar por todos lados la extraña voz que lo había llamado, esta vez se fijó mejor en esta y no se parecía en nada a la de su madre, era una voz débil y tenebrosa con un timbre fantasmagórico que hacía que a Dany se le pusieran los bellos de punta. «Ven Dany» la voz hablo por tercera vez y a pesar de que Dany no quería ir, comenzó a caminar hacia ella como si algo lo estuviera atrayendo sin tener ningún control sobre su cuerpo. La voz lo estaba llevando a la puerta del sótano, una puerta vieja de madera que cuando se abre genera un chillido que resuena por toda la casa. Su mano ya estaba sobre la manija y sus dedos se estaban cerrando sobre ella lentamente.
«¡Dany!» gritó alguien y lo saco del estado en el que estaba, haciendo que pudiera tomar control de su cuerpo y quitar la mano de la manija justo antes de que la puerta se abriera y descubriera lo que sea que este allí dentro esperándolo.
-¡Dany, ven aquí necesito tu ayuda!- volvió a gritar su mamá y Dany se dio cuenta que ella fue quien lo salvó. Se dirigió hacia la cocina en donde se encontraba su madre preparando la cena. El olor a Hot Cakes invadió la nariz de Dany y le hizo olvidarse de lo que acababa de pasar.
-¿Qué pasó mami? ¿En qué te puedo ayudar?
- Me falta aceite para preparar la comida ¿Podrías ir al sótano por la botella?
Dany asintió con la cabeza y se fue corriendo con los brazos en el aire simulando que era un avión, algo típico de un niño de su edad. Al llegar a la puerta posó su mano en la manija pero fue incapaz de girarla, empezó a escuchar ruidos del otro lado, era algo parecido a unos platillos siendo golpeados lentamente. Recordó a un mono de juguete que perdió hace varios años. El mono era de peluche y sostenía en cada mano unos platillos dorados que brillaban como el oro, tenía una llave en la espalda que al girarla hacia sonar los platillos mientras también lo hacía caminar. Era su juguete favorito pero dejo de jugar con el cuándo la llave en su espalda se rompió, abandono el juguete como siempre lo hace pero un día ya no lo encontró y desde ese momento lo olvidó, creía que su mamá lo había vendido y se había desecho de él pero no fue así, estaba en el sótano esperando a que Dany abriera la puerta para jugar con él.
«Sólo es tu imaginación tonto» pensó soltando una risita que no contenía una pisca de felicidad y en ese momento el sonido detrás de la puerta se detuvo repentinamente. «Vamos, solamente es entrar y tomar la tonta botella de aceite ¿Qué tan difícil puede ser?» su mano estaba de vuelta en la manija y estaba dispuesto a entrar, después de todo solo era su imaginación lo que estaba produciendo esos sonidos. Su mano se movió lentamente y cuando la puerta se abrió, está rechino y el desagradable sonido se intensificó dentro del sótano lo que a Dany pareció escucharlo como un gruñido de alguna criatura de las penumbras. Su mano tanteó la pared en busca del interruptor que encendiera las luces de ese horrible lugar, no pudo evitar pensar que algo tomaría su mano y lo arrastraría hasta esa obscuridad eterna. Su desesperación terminó cuando sus dedos tocaron una superficie diferente a la del ladrillo y se escuchó un "click" que encendió un bombillo que apenas lograba iluminar el lugar.
-Es mejor que nada- dijo Dany suspirando.
Sus pies comenzaron a moverse lentamente hacia las escaleras de madera, comenzó a bajar y cada paso que daba generaba rechinidos en las escaleras que se oían por todo el lugar. Dany percibía un olor que se intensificaba cada vez que bajaba un escalón, era un olor a podrido, húmedo y a mugre. Olía a monstruo. Sus ojos lograron identificar la botella de aceite que su madre guardaba allí, sus pies se dispararon y corrió a toda velocidad hacia la botella, cuando la tuvo en sus brazos sintió un especie de alivio, como si hubiera completado un tipo de misión pero la misión todavía no había acabado y todavía tenía que llegar hacia la puerta y salir de ese infierno. Dany se giró en dirección a la puerta y le dio un escalofrío en todo el cuerpo al darse cuenta de que la puerta se estaba cerrando lentamente ante sus ojos y sin pensarlo dos veces sus pies se movieron lo más rápido que podía y cuando estaba a punto de alcanzar la puerta, esta se cerró delante de sus ojos. Sus manos cayeron en la manija y en ese momento el único foco que había exploto y todo el cuarto fue consumido por la obscuridad.
«Hola Dany» dijo la misma voz que lo atormentó antes mientras jugaba con sus carritos y en ese momento le fue imposible moverse y girar la manija, estaba paralizado por el miedo, estaba aterrado, no podía moverse además de que no sabía que era lo que estaba produciendo la voz y no quería saber lo que era. «¿Recuerdas este juguete?» Dany sintió algo chocando repetidamente contra su pierna, no sabía lo que era hasta que unos platillos sonaron y rompieron el silencio del cuarto, no podía creerlo estaba siendo atormentado por sus propios juguetes olvidados.
«¿Lo recuerdas cierto? Lo tenías en el olvido a este pobre juguete y el solamente quería jugar contigo ¿Recuerdas a este oso de peluche?» un objeto afelpado tocó su mejilla. «Solías llamarlo Tommy hasta que un día mientras jugabas con él le rompiste el brazo y lo dejaste en el olvido. Estoy aquí para enseñarte lo que estos juguetes sintieron cuando los olvidaste. O si... jugare contigo hasta que te gastes y luego te olvidare como el pedazo de basura que eres Dany» sintió algo húmedo en su oído derecho y él sabía lo que era. Era la lengua de lo que sea que estaba detrás de él y no se quedaría a saber que era lo que quería hacer con él. Eso bastó para que pudiera mover la mano y abrir la puerta. Dany logró salir de ese infierno con vida. En sus manos tenía la botella de aceite que su madre le había pedido. Al bajar la mirada el terror invadió su ser, pues lo que tenía en sus manos no era una botella, era el mono con platillos y los comenzó a sonar cuando Dany posó sus ojos en él.

DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora