Percico

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¡Y... estamos de vuelta!

Ahora, una pequeña explicación antes de que pasen a la historia.

Una de las razones por las que acepté de tan buen grado a participar este proyecto fue que muchos de ustedes en historias como "Esta vez" y "Música antigua" han manifestado querer historias Percico, pero una trama con esta pareja no iba a salir de mí porque, sencillamente, no me gusta, pero este me parecía un muy buen experimento.

Pues bien... ¡aquí vamos!

Percico

Todo había comenzado como una tarde normal. Aunque, ¿no decían siempre esas frases fatalistas que el mundo no terminaba con un grito sino con un sollozo? Pues claro, al final de cuentas todo era siempre inesperado, inopinado y terrible.

Las cosas habían ido bastante bien. El verano había terminado hacía poco y Percy había vuelto al apartamento de su madre, lo cual estaba bastante bien. Ese no había sido ni de cerca el problema. Hacía también poco que Percy había comenzado a salir con Nico, y por lo menos esa tranquila tarde de agosto, el hijo de Hades había decidido que aprovecharía el día con su novio y Sally Jackson, que ante todo estaba encantada porque su hijo estaba en casa y no debía de preocuparse porque el mundo se acabara pronto.

El plan era bastante sencillo: Nico se pasaría a almorzar con los Jackson, Sally ―como no podía ser de otra forma aunque la mujer lo negara― intentaría alimentarlos con todas las golosinas habidas y por haber, luego Nico y Percy saldrían un rato, a Central Park o a donde fuera, y finalmente Nico volvería al Inframundo. Simple. Básico. Casi irrisorio, de haber sido mortales.

Por supuesto, así no era como el mundo funcionaba para los semidioses y desgraciadamente fue poco después de comer que las primeras señales de una desgracia aparecieron.

Súbitamente, mientras Sally se ocupaba de sacar una bandeja de galletas del horno, en la cocina apareció, en medio de la mesa del comedor y frente a la silla que ocupaba Percy, la borrosa imagen de un mensaje Iris que se aclaró hasta convertirse en el rostro de Quirón.

―¿Quirón? ―masculló el héroe, sin poder ocultar su sorpresa.

―¡Percy! ¡Qué bueno encontrarte! ―asintió el centauro―. Tengo... ciertas noticias que necesito compartir contigo, ¿es un buen momento?

No, ciertamente no lo era, pero Nico se obligó a sí mismo a no decir nada cuando Percy asintió.

―¿Estás solo? ―preguntó el mentor de nueva cuenta, lanzando una significativa mirada hacia la cocina, en donde aún se podía escuchar a Sally silbando alegremente, ajena a la nueva conversación. A pesar de no haber dicho nada sobre Nico o de siquiera voltear en su dirección, el hijo de Hades no se movió cuando Percy se retiró a su cuarto para continuar hablando.

Por supuesto, tan pronto Sally regresó a la mesa y se encontró con la silla de su hijo vacía, supo que algo estaba por salir mal. El hecho de que, a su vuelta, Percy no tenía una cara demasiado optimista, no hizo sino confirmárselo.

―¿Qué pasó? ―preguntó, sin siquiera fingir que todo iba bien.

―Llamó Quirón ―respondió Percy, aunque la severa mirada de su madre lo obligó a ser más explícito―. Hay una chica en Massachusetts. Creen que podría ser una semidiosa y... hace cerca de dos o tres días que perdieron la comunicación con su protector.

―¿Y qué más? ―exigió Nico, pues a todas luces eso no era lo peor del asuntillo ese.

―Creen que podría ser una hija de los Tres Grandes.

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