Una puerta de roble. Era lo único que los separaba de McGonagall, y aún así, sus manos se encontraban temblorosas, sudorosas y sus ojos se encontraban perdidos en algún lugar.
¿Cómo era que Filch los había encontrado? Se preguntaba una y otra vez, ademas no podia evitar pensar en el terrible castigo que les esperaba. Si Neville no nos hubiese seguido, tal vez no estaría tan preocupada, se limitaba a pensar.
-Adelanté -escucho decir a McGonagall detras de la puerta. La joven soltó un suspiro y antes de levantarse de la silla sus ojos saltaron de Neville, que se encontraba sollozando, a Harry, quien se mantenía en completo silencio.
Giro el pomo de la puerta y cerrando los ojos entro al despacho de su profesora. Aún estando a ciegas en la habitación, podía sentir la severa mirada de la mujer detras del escritorio. Dió unos pasos más al frente, permitiendo el paso a Harry y a Neville, acto seguido sus ojos se posaron en la redecilla que sujetaba el cabello canoso de Minerva.
-Sabian de las reglas, ¿no se las hicieron saber al llegar? -regaño la mujer-. Acabó de reprender a un alumno de Slytherin, sin saber que ustedes hacían lo mismo.
Catherine apretó sus dedos sintiendo la humedad en sus palmas. Ya ni siquiera le causaba gracia la escena que se había montado frente a sus ojos, solo podía sentir ese horrible nudo en su garganta.
-¿Por qué no se quedaron en su Sala Común? Es evidente que no me dirán la respuesta, pero al menos el castigo les recordará las reglas que se les fueron impuestas -la pelirroja bajo la mirada apenada, al tiempo que podía escuchar a Neville sollozar-. Hicieron que además uno de sus compañeros saliera -señalo a Harry y a Catherine-. Cincuenta puntos menos para Gryffindor... para cada uno.
Catherine levantó la cabeza sorprendida, pero de inmediato supo que no debía reprochar, se lo merecía.
-¿Cua-cuál es el castigo? -se atrevío a preguntar de forma temblorosa.
-Filch los llevará con Hagrid -masculló la profesora aún molesta.
Tal vez aquellas palabras la tranquilizaron, pero, ¿para qué los llevarían con Hagrid?
-He vuelto -hablo entre dientes el hombre de cabellos grasosos y nariz ganchuda, al tiempo que abría la puerta sin pedir permiso.
El trío se giro un poco, miraron con cierto asombro a Draco, Filch lo tomaba con firmeza del brazo, mientras este soltaba uno que otro quejido. Sus orejas aún seguían rojas. Catherine lo inspeccionó de pies a cabeza sin poder evitar echarle una mala mirada, de la cuál, el rubio no se percató.
-Llevalos con Hagrid -ordeno McGonagall llamando la atención del trío, que volvieron la mirada al frente.
Filch carraspeo y soltó a Draco de forma tosca. El rubio dio un paso al frente y sobo su brazo sin dejar de ver al feo hombre de mala forma.
-¡Adelante! No tenemos toda la noche -se quejó Filch abriendo paso a la salida.
Los jóvenes salieron del despacho de Minerva, dudosos y desconfiados, no sabían que clase de castigo les esperaba con Hagrid, aunque tampoco podían negar que era un alivio el hecho de no haber sido expulsados, tal y como creían.
Mientras caminaban por los oscuros pasillos alumbrados por Filch al frente, Draco no paraba de mascullar cosas sin sentido, al menos para Catherine, quien se encontraba a su costado. Detra de estos, Neville lloriqueaba y Harry permanecía en total silencio, observando la silueta de Filch.
-Extraño los tiempos en que de verdad los castigabamos -gruñó el hombre carraspeando-. Aún recuerdo los gritos de dolor, sí, de esos niños a los que colgabamos de los pulgares -añadió con nostalgia, como sí fuera una verdadera lástima.
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Mi Unico Propósito (Harry Potter y tu)
Novela Juvenil- ¿La historia de Harry Potter? -inquirió una anciana, analizando las facciones del joven sentado frente a ella. -Así es... Si no le molesta -respondió con serenidad. La anciana acomodó sus gafas. El joven sin duda era extraño, su cabello alborotado...