Escritos cortos sin propósito.

Carta de un Cruzado.

Antioquía a 28 de Junio de 1098

Busco un momento en el vasto mundo, un instante en el tiempo, un lugar en el espacio. Sé por la mañana avanzaremos, sé que las huestes del Mal están al otro lado de este trecho, y sé que ellas cargan consigo mi final.
Mi tumultuosa vida nunca fue tan digna como la de los grandes Reyes o de los altos generales, tuve deslices y torceduras deshonrosas. Soy indigno de marcharme a la otra vida. Ni siquiera se contarán historias sobre mí. Soy carne de cañón de un montón de generales y líderes que me usan para que yo reciba la flecha en lugar de sus inmundos cuerpos repletos de oro y cotas de plata.
Yo y todos los que conozco lo somos, esta maldita organización que nos reduce a simples plebeyos que, ve tú a saber porqué, estamos destinados a seguir hasta la muerte a una persona igual a nosotras e incluso a veces más estúpida. Nos mantienen de rodillas soñando que si nos portamos bien podremos ir al otro mundo con todos los nuestros. Yo no creo eso, ¡si nuestro señor es misericordioso! Jamás negaría la entrada al paraíso a sus más perfectas creaciones.

¿Perfectas?

Estoy vociferando eso en mi mente. ¿Por qué nos matamos entre nosotros? Somos los mismos, ni siquiera... La llamada del cuerno... Amaneció, los sarracenos están preparados, nosotros también. No importa lo que suceda. Sé que mi dios me protege. El único está tras mío, él nos encomendó masacrar a todos estos infieles en su nombre, como lo hizo con los Egipcios.

Iré a luchar, por algo que amo.

Son sus creaciones, pero ellas mismas se sentenciaron.

¡Deus Vult!