Ladrón del tiempo

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La gente se apartaba de los alrededores y de la acera que había por en medio de la persecución, los oficiales de policía de la ciudad se encontraban corriendo atrás del joven, el cual iba mal vestido y sucio, tenía la vestimenta perfecta para ser un vagabundo más; había salido del supermercado corriendo con dos bolsas llenas de fruta y verdura robada; empujando a la gente y saltando los obstáculos que había en el camino, el chico se abría camino para así poder escapar, los oficiales no lograban alcanzar al joven ya que estos no tenían la condición física suficiente para poder hacer los movimientos que el chico hacía.

Una bala rozo la rodilla del joven mientras éste intentaba saltar una de las bancas que se encontraba por la acera, el dolor hizo que perdiese el equilibrio de su cuerpo, y que cayese al asfalto, se arrastraba para que no lo atrapasen, ya que le era imposible el correr, las bolsas que llevaba en mano habían salido volando junto con la fruta y la verdura que llevaban dentro de ellas. Los policías al notar que el chico había caído aprovecharon y comenzaron a rodearlo, sin darle a éste una escapatoria alguna.

A lo lejos una sombra se desaparecía de manera rápida entre la gente, el joven logro ver como ésta al llegar al edificio más alto de la calle trepaba de manera rápida o al menos parecía que trepaba; la gente al estar distraída con el joven, no sé dieron cuenta de lo que sucedía a sus al rededores, así que no dieron alerta de ésta, y escapo de manera rápida.

—¡Busquen de dónde provino la bala! —grito de manera desesperada un oficial— yo me encargaré del niño.

Los policía comenzaron a llegar, en motos y carros. Cerraron la calle por completo para que la gente no pudiese salir o bien, escapar; Cuando el oficial se acercaba al joven para retenerlo, el tiempo comenzó a actuar de manera extraña, los movimientos que empezaba a tener el oficial eran lentos, de pronto la gente se veía ralentizada, comenzaba a parecer que el tiempo no pasaba en el mundo, todo eran tan fácil de esquivar para el joven, era el único que podía moverse de manera normal.

El joven aprovecho el momento para huir. Se levantó aun teniendo el gran dolor en la pierna, este no le fue un impedimento para seguir, e ignoro la rozadura de la bala, tomo la fruta que había salido volando al momento de la caída y la metió a la bolsa; paso entre los policías que se encontraban a su alrededor para poder escapar de ahí. Todo objeto y persona eran ralentizados, al parecer solo lo que el tocaba retomaba su tiempo normal; no soportando el dolor de la pierna, al dar el siguiente paso hizo que la fuerza se perdiera y callo sobre el pie de un oficial, éste logro moverse a su velocidad común por un breve tiempo, cuando recupero el movimiento, extendió los brazos para atrapar al chico, el joven se quitó de manera rápida para que éste no lograse atraparlo.

El joven no perdió el tiempo, se metió entre calles para lograr escabullirse de los policías; a tres calles lejos del incidente, el tiempo volvió a la normalidad, los policías no sabían lo que había pasado, un oficial entre todos cayó al suelo, es el mismo que intentaba atrapar al joven.

—¡Estaba aquí!, juro que estaba aquí —de manera sorprendida el policía gritaba.

—Dejen de buscar, y revisen de dónde provino ése disparo, el chico puede esperar.

Sobre la calle había un callejón, el joven se metió en el para poder ocultarse, no estaba lejos de su refugio. Se escondió detrás del primer contenedor de basura que se encontraba en el lugar desolado y sucio; La herida que el chico tenía no paraba el sangrado, de manera rápido se quitó la camisa, la tomo de la parte del cuello y comenzó a romperla en dos partes, con la parte izquierda de ésta formo una tira con la cual se hizo un nudo un poco arriba de la herida apretando de manera fuerte, para que el flujo de sangre parase, con las manos sucias y raspadas por las caídas, saco de su bolsillo un encendedor, tomo la otra parte de la camisa de la parte del cuello, y la parte baja de esta la encendió, tomo la parte de la camisa con fuego y comenzó a acercarla a las herida principal de la bala, quería gritar.

—Carajo... —murmuro mientras apretaba sus labios para que no lo escuchasen.

A lo largo del callejón se escuchaban sus gemidos, aguantándose la saliva para poder resistir y no desmallarse, se pegó la tela quemada a la herida, haciendo que ésta cicatrizara gracias al fuego, así logro que de forma provisional se cerrara y ésta no lograra infectarse; ya más relajado abrió la bolsa del supermercado y tomo una manzana, la comía mientras descansaba de la persecución, se encontraba recargado en el contenedor de basura, cerró los ojos por un momento. Se perdió del mundo.

En la acera que cruzaba la calle del callejón se veía la sombra que huía entre las multitudes de gente que había cerca del supermercado, los carros pasaban y él se mantenía inmóvil, ya comenzaba el atardecer y ésta seguía sin hacer movimiento alguno. Cayo la noche, las nubes grises empezaron a inundar el cielo, una fuerte brizna de aíre recorría la ciudad, la gabardina del sujeto se movía a los lados por la fuerte ventisca. El agua comenzaba a hacer presencia en el lugar, gotas por el asfalto caían de una manera rápida, que la gente salía corriendo de la calle cubriéndose con maletines, periódico o cualquier cosa que estos tuvieran en la mano; el callejón comenzaba a oler mal por el hedor que la basura de éste provocaba.

Las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre el joven, éste despertó del pequeño desmayo que había tenido, sin camisa el frio abrazaba su desnudo torso blanco con manchas de mugre que tenía impregnadas. Se paró del lugar donde estaba, vio su pierna sin mucho movimiento, el sangrado había parado, la sangre que se había secado comenzó a escurrir sobre su pierna por la lluvia, se quitó el pedazo de playera que se había amarrado. Tomo las bolsas, y comenzó a caminar a la salida del callejón. Se paró en la cera y vio una gabardina tirada al otro lado, se cruzó lo más rápido que pudo para tomarla, pero antes de eso se fijó en los alrededores para ver si alguien la había tirado, al ver que la calle se encontraba desolada por la densa lluvia que estaba cayendo, tomo la gabardina y se la puso para cubrirse del frio y la lluvia.

Llego a la esquina del edificio abandonado donde niños lo esperaban.

—¡Beck! ¿Te encuentras bien? —grito de manera desesperada el niño más grande— tienes una herida, ¿te hiciste mucho daño? ¡Vamos ayudemos a Beck!

Tomaron a Beck de los brazos y lo metieron al fondo del edificio donde se encontraban alojados y cubiertos de la lluvia y el frio, varios niños rodeaban a Beck, llantos de bebé retumbaban en el edifico.

—Tranquilos, estoy bien, no pasa nada, ¿cómo a estado Cherry? ¿Cuidaron bien de él?

—Si Beck, está bien.

—Les traje ésta fruta y unas verduras para que puedan comer, ¿le podrían dar esta papilla a Cherry, por favor? ¿y colocarle ésta gabardina?

—Pero te quedaras sin nada...

—No se preocupen, yo estaré bien.

Beck se recostó entre cartones que había en el suelo y se quedó dormido, había sido un día cansado, los muros de cemento lo rodeaban, y los niños comían lo que Beck había conseguido del supermercado.


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⏰ Última actualización: Jan 08, 2017 ⏰

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