Los días posteriores a los temidos exámenes habían sido una real tortura, tanto para Harry, a quien no le había dejado de doler la cicatriz, como para Catherine, que tenía pesadillas con suma frecuencia. Ni siquiera había podido concentrarse en sus estudios y tampoco podía pegar un ojo, pues temía que al cerrarlos la horrible criatura dejará sus pensamientos y se visualizará frente a ella.
Y a medida que el tiempo pasaba, los exámenes se acercaban un poco más a la línea de meta. Sin duda fue lo que Catherine más odio de Hogwarts, un sofocante calor, personas murmurando por aquí y por allá en la biblioteca, Hermione más insoportable que nunca y Harry sobando su cicatriz más seguido; eso sin contar que Sara mandaba cartas tres o cuatro veces a la semana, siempre haciendo constantes preguntas, aquello le ponía los pelos de punta a la escarlata. Ni sus padres enviaban tal cantidad de cartas.
-Tenemos que despertar media hora antes de lo habitual para dar una última hojeada a cada libro -anunciaba Hermione destendiendo su cama.
Catherine sacudió la cabeza un par de veces y miro a la castaña de forma tosca. ¿Cómo se iba a despertar tan temprano, si no podia dormir bien? Si lo hacía seguramente estaría como un zombie por el resto del día.
-Creo que yo pasó.
-Te irá mal -reprocho Hermione sentandose a los pies de su cama. Catherine elevó la vista y apretó los labios.
-Mmm... bien -accedio-. Pero no te prometo nada.
Eso fue suficiente para que la castaña aceptará sonriente y se echará en su cama intentando recuperar energías lo más rápido posible, aun sabiendo que no sería posible.
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-¡Te quedaste dormida! No puedo creerlo Cathe -reprocho Hermione.
La pelirroja se removió en su cama procesando las palabras continuas de Hermione, quien, a medida que los segundos pasaban su humor se transformaba.
-¿Como es posible? Te dije que...
-¿De que hablas? -se quejó Catherine con una voz somnolienta. Se sentó en su cama y estiró sus brazos.
Hermione se detuvo frente a la cama de su amiga. Con las manos echas puño a cada lado de su cadera, la frente ligeramente arrugada y los labios apretados.
-¡Ay no! -como alma que lleva el diablo, se levantó la pelirroja, siendo espectáculo de la castaña.
El aspecto de Catherine era terrible, aunque no se comparaba con el de otros días. Debajo de sus ojos se extendían unas oscuras bolsas, resultado de las repetidas veces en las que se despertó siendo víctima de un mal sueño.
-Te estas poniendo la calceta al revés -Catherine miro a Hermione de reojo y acomodo su calceta-. ¿Tan mal dormiste anoche?
La pelirroja no dijo nada más y acabo de vestirse. Era increíble como Catherine era capaz de cepillar su cabello al tiempo que enjuagaba su boca, pero lo más sorprendente fue que Hermione conservaba la calma a sabiendas de lo tarde que era.
Ambas bajaron las escaleras con dirección a la Sala Común corriendo, ni siquiera se habían detenido a saludar a Harry y a Ron. Solo empujaron el retrato de la Dama Gorda obteniendo un par de quejas por parte de la susodicha debido a la brusquedad con que lo hicieron y siguieron su camino.
-¿Cual es el primer examen de esta semana? -preguntó Ron recuperando el aliento.
Hermione bufó.
-Hoy, el profesor Flitwick hará que hagamos algo que tenga que ver con claque -respondió Catherine siguiendo el paso de la castaña.
-¿Qué tiene que ver el claque con la magia?
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Mi Unico Propósito (Harry Potter y tu)
Novela Juvenil- ¿La historia de Harry Potter? -inquirió una anciana, analizando las facciones del joven sentado frente a ella. -Así es... Si no le molesta -respondió con serenidad. La anciana acomodó sus gafas. El joven sin duda era extraño, su cabello alborotado...