Hoy me llamaste, y fue muy conmovedor, hacia mucho tiempo que no sabia de ti, igual que tú de mi, hasta el amanecer hablando por teléfono, quedándonos entre bostezos y tiriteras del frio de la noche. Al día siguiente cuando desperté:
Hay mañanas en que necesitas un poema como un buen café con leche y el milagro es que a veces lo encuentras, solo a veces, quiero decir que el café siempre te espera.
Hay dias que se diría que los días se escapan como perro muerto o vagabundo, como nieve de infancia o la desesperanza del presente y entonces, un hilo tenue de madre quebrado en el recuerdo como voz que alienta en la edad oscura rescata el tiempo que habitamos, estos días de tanta espera, tanta espera vana de domingo de resurrección.
Hay mañanas, digo, en el que el poema dejará de ser aquel café o que venga antes de ti con un buen aroma a café bien cargado y apunta al corazón hiere de muerte el desconsuelo.
Hay mañanas como estas que encuentro un café dentro de un poema, mi salvación, mi vida,un poema que espera derretido por el bao de la leche hirviendo que dice "Ya no están en su sitio los días, ya casi nada está en su sitio, solo en su sitio esta el azúcar, el café, la leche, la cucharilla y la taza '
Porque el poema como piedra,corazón mudo, perro fiel, en este tiempo de ideas muertas y frías mañanas de invierno y también el congelador de la casa, hay que saber amar.
Me alegré mucho tu llamada... Te espero para tomar café y charlar más...