Maratón 2: 1/3
***
Tocar el piano se ha vuelto una de las pocas cosas que aún me hacen sentir humano.
Suspiro una vez, manteniendo los ojos cerrados, sentado en el pequeño banco frente al gran instrumento levemente desafinado por el paso del tiempo. Mis manos ya estás listas para presionar las teclas. Mis dedos ya no tiemblan como antes y no me sorprende; los últimos días me la he pasado encerrado en esta habitación empolvada de la gran mansión, tocando el piano como si fuera lo único que supiese hacer. Lo único que pudiese despejarme la cabeza... y lo hace.
Entreabro los ojos despacio, dejando que mis pupilas se concentren en mis manos quietas. Es entonces cuando, sosteniendo la respiración un corto momento, comienzo a tocar el piano.
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El sonido calmo del piano inmediatamente vibra en mis oídos, haciéndome temblar. Libero el poco aire que tenía retenido por la nariz silenciosamente y dejo que mis dedos sigan creando la melodía que ya hace varios días he estado ensayado en soledad. Mi cuerpo entero se relaja y mis párpados se estremecen gracias a las notas agudas que le otorgan un simpático toque dulce a la canción. Dejo que las sensaciones gratificantes invadan toda mi anatomía y mi ser lentamente. Dejo que las vibraciones del piano al emitir sonido relajen las yemas de mis dedos. La música me serena y resguarda bajo control todo aquello que últimamente me cuesta controlar. Mis pensamientos, mi cuerpo y mis sentidos... todo comienza a suavizarse, dejándome en un agradable estado de sosiego adormecedor. Sonrío despacio al sentir cómo finalmente todo en mí se armoniza. Justo lo que buscaba, lo que deseaba y lo que siempre he amado sentir.
Cierro los ojos nuevamente y me dejo llevar.
Sedado y perdido en la música continúo tocando con seguridad y firmeza. Mis dedos ya han memorizado todas las teclas que deben pisar, por lo que no es necesaria una mayor concentración forzada de mi parte. Simplemente dejo que los sonidos fluyan como lo deseen. Dejo que mi piel se estremezca y que mi mente vuele como si fuese la primera vez que toco esta melodía. La sonrisa me tiembla de satisfacción y mi cabeza se mueve ligeramente, bailando con la música de manera natural, sin que yo se lo ordene.
Las últimas notas de la breve melodía terminan por concluir con la canción de la misma manera en la que ha empezado; con serenidad.
Con mi audición ahora más aguda de lo normal puedo escuchar fácilmente hasta el final cómo se propaga y apaga con lentitud el sonido de la última nota que he tocado en el piano. Es realmente algo estremecedor y maravilloso. Casi puedo sentir cómo la habitación se llena únicamente de aquel sonido final.
Suspiro sonriente con la mirada puesta en la nada, apreciando por fin la extinción total de la resonancia.
-Vaya...- la voz femenina resuena inesperadamente y me hace quitar rápidamente las manos del piano, sobresaltado. Giro la cabeza y allí, al lado de la puerta que yo creía cerrada, Raspberry me observa sonriente de brazos cruzados y apoyada contra la pared.- Todas esas horas que has pasado aquí encerrado sí han dado frutos después de todo
-No te escuché llegar.- contesto desconcertado, volviendo mi vista al piano. Solo entonces logro sentir nuevamente la presencia de las articulaciones aladas naciendo desde mi espalda, ya que se han tensado. Suspiro. Siempre olvido que están allí cuando toco el piano, pero ahora inevitablemente he vuelto a sentirlas. Es un peso constante, mínimo, pero constante, uno que me hace tirar de manera leve los hombros hacia atrás.- Siempre escucho cuando alguien se aproxima.- Continúo diciendo sin voltear.- ¿Por qué no te noté, Raspy?
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El Brillo de la Oscuridad (Rubelangel)
Fanfiction¿Le tienes miedo a la oscuridad? ¿Amas a la oscuridad? ¿Le tienes miedo al brillo oscuro? ¿Amas el brillo oscuro? Deja que sus alas te envuelvan... Déjate llevar... No tiene sentido ocultarse... de la inminente oscuridad... ....... (La pareja prin...